ARTE
Los cuatro puntos cardinales del pintor
50 años de la muerte de pablo picasso
Cuatro fueron los escenarios geográficos en los que se desarrolló la creatividad picassiana: Málaga, Coruña, Barcelona y Francia. Cada uno aportó matices, y ahora 'rivalizan' en capitalidad
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Cuatro fueron los escenarios geográficos en los que se desarrolló la creatividad picassiana: Málaga, Coruña, Barcelona y Francia. Cada uno aportó matices, y ahora 'rivalizan' en capitalidad
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Málaga (1881-1890)
El eco inextinguible de las primeras imágenes
Por Juan Francisco Rueda
El intento de vislumbrar la marca que la ciudad natal de Picasso dejó en el artista topa, ... en ocasiones, con cierto escepticismo hacia ese vínculo, en gran medida por su periodo de estancia en Málaga, los primeros 9 años de vida, aunque volvería en distintas ocasiones. Sin embargo, el Picasso niño deja numerosos dibujos y alguna pintura que también adquieren valor por lo que representan.
Además de vistas de la ciudad y el puerto, en línea con la escuela pictórica local –verdaderamente importante, a la altura de aquella urbe industrial y próspera–, Málaga le ofrece un temprano pero indeleble contacto con la tradición clásica de una 'Malaca' romana que reposaba literalmente bajo la plaza en la que nació, que asomaba en numerosos restos patrimoniales o que trasminaba en esculturas prestas a ser copiadas en la Academia de Bellas Artes de San Telmo, donde su padre ejercía como profesor y conservador de la colección –pocos autores como Picasso se entregaron en el XX a la mitología y la visitación del clasicismo–.
En Málaga vio y pintó por primera vez un Mediterráneo que muchas veces retornaría a su obra como promesa de felicidad y, tal vez, símbolo del origen; la tauromaquia también le impactó, apareciendo en dibujos –la lidia se convirtió en trasunto sexual y autobiográfico–; como también ocuparon hojas las palomas, que lo conectaban al padre.
Algunos autores hablan del «sentido de la permanencia» en Picasso, de cómo, asumiendo la condición de «metáforas obsesivas», se repiten temas e imágenes que recupera con vocación arqueológica, muchos anunciados en su infancia andaluza y aún presentes en sus últimos grabados ('Suite 347' y '156 gravures'). No es extraño que cuando Picasso se entrega durante el Surrealismo a la escritura automática, en sus palabras resuenen, con eco inextinguible, imágenes y símbolos de la cultura e idiosincrasia malagueñas.
2
La Coruña (1891-1895)
Llegar como niño, salir como pintor
Por Antar Vidal
Por ser cliché no significa que sea menos cierto: Pablo Picasso llegó a La Coruña siendo un niño y salió de ella siendo un pintor. Sería solo cuestión de tiempo que se convirtiera en uno de los artistas más importantes de la Historia, la semilla ya había germinado. No sólo se formó mirando al Atlántico, sino que su destino quedó marcado para siempre: en el año 1895 muere su hermana. Cuenta Rubén Ventureira, experto en el artista, que Picasso prometió a Dios que si su hermana, muy enferma, vivía, dejaría de pintar para siempre. «Pablo Picasso fue pintor por decisión divina», simplifica Ventureira. El hecho fue un punto de inflexión, y a partir de ahí se gestaron sus primeras obras maestras: los retratos de los ancianos, 'La muchacha de los pies descalzos' o 'El hombre de la gorra'.
El artista malagueño comenzó en La Coruña sus estudios artísticos. Era el alumno más destacado, y no precisamente porque su padre fuera profesor de la escuela. Él mismo decía que «a los 12 años dibujaba como Rafael». Sin embargo, le llevó «toda la vida aprender a dibujar como un niño». El método académico era muy estricto. Y aunque aprendía con gran destreza todas las técnicas, «Picasso es Picasso porque rompió con todo eso», explica Ventureira.
Para romper con las reglas de la pintura como él lo hizo «primero hay que conocerlas». Los dibujos que realizaba en clase eran «extraordinarios y prodigiosos», y siendo solo un niño, ya había tenido en la ciudad dos exposiciones individuales, aparte de las conjuntas con otros artistas. Además de su trabajo académico, Picasso salía a pintar a la calle. De ahí los retratos, los paisajes de la costa coruñesa… «Es la ciudad en la que se despertaron mis sentidos, y eso es algo que ni el tiempo, ni la distancia pueden borrar», dijo el irrepetible artista.
3
Barcelona (1895-1901)
Capital del 'big bang' picassiano
Por David Morán
En Barcelona, dijo Picasso, empezó todo. «Allá es donde comprendí hasta dónde podía llegar», aseguró el artista. Y aunque sus primeros paisajes emocionales haya que buscarlos en Málaga y La Coruña, fue en la capital catalana donde emergió el Picasso artista y empezó a cobrar forma todo lo que vendría a continuación. De las tertulias modernistas a las prostíbulos de la calle Avinyó, Barcelona fue para Picasso la ciudad de las primeras veces: ahí realizó su primer grabado, su primera ilustración y también su primera exposición trascendente. Fue en febrero de 1900 en Els Quatre Gats, donde pudieron verse 150 retratos al carboncillo y coloreados. Décadas después, Barcelona sería también la ciudad escogida para instalar el primer museo Picasso, el único creado en vida y por expreso deseo del artista.
Picasso, que tenía apenas 14 años cuando llegó con su familia a Barcelona en 1895, se formó en la Escuela de Bellas Artes de la Llotja y vivió su gran explosión de creatividad entre callejuelas del Barrio Gótico y el Raval. En 1896 compartió con Manuel Pallarés su primer estudio, el de la calle de la Plata, y sólo un año después entregó 'Ciencia y caridad', una de las piezas capitales de su periodo de formación. Hasta 1904, año en que cruzó definitivamente los Pirineos para instalarse en París, el malagueño tuvo media docena de estudios en la ciudad y pintó obras maestras como 'La Celestina', 'Azoteas de Barcelona' o 'La vida'.
En Barcelona, Picasso descubrió la modernidad gracias a Casas y Rusiñol y forjó amistades esenciales en el desarrollo de su obra como las de Jaume Sabartés y Carles Casagemas. El suicido en 1901 de este último, sin ir más lejos, fue el detonante del Periodo Azul, volantazo artístico tras el que cambiaría de aires y solo regresaría a Barcelona en contadas ocasiones. En 1917, por ejemplo, retornó junto a los Ballets Rusos para presentar en el Gran Teatro del Liceo el polémico montaje 'Parade', con música de Satie y decorados y figurines suyos. Y en 1934, el último baile: breve escala en la ciudad junto a su esposa Olga Khokhlova y su hijo Paulo y visita fugaz al futuro Museo de Arte de Cataluña de Montjuïc. Con todo, la relación con la ciudad fue tan intensa que a Barcelona legó más de un millar de piezas de su legado, entre ellas, la serie completa de 'Las Meninas' o 'El arlequín'.
4
Francia (1901-1973)
La revelación del Mediterráneo desde París
Por Juan Pedro Quiñonero
Entre París, Céret, Avignon, Sorgues, Biarritz, Dinard, Antibes, Juan-les-Pins, Boisgeloup, Cannes, Royan, Ménerbes, Vallauris, Vauvenargues, Mougins, entre otras ciudades, Picasso vivió en Francia con interrupciones que nunca fueron superiores a diez o doce meses, cortos, entre 1901 y 1973.
Picasso visitó París por vez primera en 1900, a los veinte años, y falleció en Mougins, en el corazón de la Costa Azul, a los noventa y uno. ¿Cómo olvidar el puesto capital del genio malagueño en la sucesión de grandes convulsiones y 'movimientos' que cambiaron el rumbo de la Historia del Arte de nuestra civilización, instalado en la capital francesa?
Entre 1900 y 1901, el año que el joven Pablo decide firmar Picasso, y 1946, el de su instalación definitiva en la Costa Azul, el artista viaja por Francia, Italia, Cataluña, con escalas en Madrid y otras ciudades europeas. Pero es en París donde su obra cobra proporciones artísticas e internacionales incomparables.
'La Celestina' (1904) se pintó en Barcelona, pero el Periodo Azul es indisociable de París. El Periodo Rosa culmina con el retrato de Gertrude Stein (1905-1906), y confirma un triunfo internacional, artístico y económico desde la capital francesa que no le habían ofrecido Madrid ni Barcelona. La primera fuente de 'Les Demoiselles d'Avignon' (1907) es un burdel de Barcelona. Pero el cuadro terminaría pintándose en París. En 1909, Horta del Ebro tiene la importancia bien reconocida en el 'nacimiento' del Cubismo, pero es en París donde el movimiento cobra su puesto en la Historia del Arte.
Acompañando a Jean Cocteau y Serge de Diaghilev, Picasso viajó por Francia e Italia como 'compañero de viaje' de los ballets rusos, cuya celebridad es indisociable de París y Montecarlo.
Entre 1925 y 1935, los años del apogeo y la agitación surrealista, Picasso viaja mucho, incluso veranea en España, entre Barcelona, Madrid y Burgos, antes de ser nombrado director del madrileño Museo del Prado, en 1936. Pero sus distintos domicilios parisinos siguen siendo la matriz esencial de su obra y sus vagabundeos amorosos.
El 'Guernica' (1937) es una 'síntesis' trágica de todas las grandes revelaciones picassianas posteriores a la Primera Guerra Mundial. Dora Maar fotografió su realización en el legendario estudio parisino de la Rue des Grands-Augustins. Picasso intentaría nacionalizarse francés por aquellos años, o poco después. En vano: la policía lo tenía fichado como 'anarquista español'. La 'síntesis' más atroz de todas tragedias españolas, del Goya del 3 de mayo a la Guerra Civil de 1936-39, son inmortalizadas en un estudio parisino, cuyos propietarios terminarían echando al genio malagueño.
A partir de 1945-1946, Picasso, se instala definitivamente en la Costa Azul, donde tiene varias residencias, en Antibes, Juan-les-Pins, Royan, Ménerbes, Vallauris, Vauvenargues y Mougins. El Picasso celeste de la madurez definitiva es un Picasso mediterráneo. Recién instalado en París, todavía joven, Picasso se vio envuelto en una peregrina historia de robo de esculturas íberas vendidas crapulosamente al Louvre. En el Picasso de la madurez última, mediterránea, se confunden los ídolos y diosecillos íberos, griegos, incluso africanos, que el genio malagueño había descubierto en París, entre Montmartre y Montparnasse, introduciéndolos en la Historia del Gran Arte de nuestra civilización.
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Mujer contra mujer: ¿Se merece el genio malagueño la ira del feminismo?
Javier Díaz-Guardiola
Picasso está enterrado en el parque de su castillo de Vauvenargues, versión terrenal de la montaña de la Sainte-Victoire inmortalizada por Cézanne. Anécdota legendaria. Dio la notica de esa compra a su amigo y marchante Daniel-Henry Kahnweiler hablando por teléfono: «Me acabo de comprar la Sainte-Victoire de Cézanne». «¿Cuál de ellas?», preguntó el marchante. «La auténtica», respondió Picasso.
La Historia, el Arte, la aventura personal, se confunden con la revelación final del mar Mediterráneo, cuyos azules recuerdan el azul de la infancia del último Antonio Machado, que también murió y está enterrado en el destierro, en la misma costa del mismo mar, de Atenas a Cádiz o Málaga.
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