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ABC Cultural

Picasso a través Daniel-Henry Kahnweiler, el marchante que susurraba a los cubistas

El Museo Picasso de Barcelona reúne obras de Braque, Juan Gris y Léger en una exposición excepcional que recompone la colección del marchante alemán

Daniel Saidenberg, Pablo Picasso, Eleanor Saidenberg y Daniel-Henry Kahnweiler en La Californie, en 1957 archivo david douglas duncan-sucesión pablo picasso, vegap, madrid
David Morán

David Morán

Barcelona

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Fue marchante, editor, teórico del arte, gestor cultural y, según se mire, también jardinero. Sí, jardinero. «Amaba a los artistas y su labor audaz, solitaria y clarividente. Fue, en cierto modo, su gran jardinero, protegiéndoles mal que bien de las inclemencias y de ... los malos tiempos, permitiendo que su obra eclosionara en las mejores condiciones posibles», destaca Xavier Vilató, sobrino nieto de Pablo Picasso. Porque el malagueño fue uno de los artistas a los que Daniel-Henry Kahnweiler amó, cuidó y regó con mimo durante décadas. «Para él lo más importante era defender el arte, el humanismo», asegura Brigitte Leal, comisaria de la soberbia exposición que estrena el Año Picasso en Barcelona reivindicando al gran marchante del cubismo. «Nos ofrece otras perspectivas sobre Picasso y sobre el vital papel mediador que tienen algunas personas en la carrera de los artistas», resume Carlos Alberdi, comisionado para la conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Picasso.

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