LIBROS
Crisis de los misiles, el peligroso era Fidel
ENSAYO
El ucraniano Serhii Plokhy rememora algunas lecciones de la Historia cuando la Historia tiembla de nuevo

«Usted no lo sabe, pero nos hemos escrito mucho. Yo era quien preparaba las cartas del líder soviético Jruschov al presidente Kennedy y usted era quien escribía las de Kennedy a Jruschov. Sucedió durante la crisis de los misiles en Cuba. Encantado ... de conocerle». Ted Sorensen, fallecido en 2010, lo contaba con una mezcla de asombro e ironía, en los talleres de comunicación política que impartían en Harvard. Evocaba hechos ocurridos durante el gobierno de Gorbachov cuando, a fines de los años ochenta, por fin, había conocido a su «contraparte» soviética durante la crisis de 1962. Ambos habían enfrentado, como parte de los equipos de sus líderes, el peor escenario posible, el de una guerra nuclear entre la URSS y EE.UU., con la «destrucción total asegurada».
En este libro extraordinario y novedoso, basado en fuentes inaccesibles o inimaginables, el profesor ucraniano Serhii Plokhy rememora en siete partes algunas duras lecciones de la Historia, justo cuando el lenguaje nuclear, propio de la guerra fría, acaba de reaparecer en nuestras vidas, con sus eufemismos. «Operación especial» en vez de guerra; «armamento nuclear táctico»...
ENSAYO
'Locura nuclear. La crisis de los misiles en Cuba'

- Autor Serhii Plokhy
- Editorial Turner
- Año 2022
- Páginas 494
- Precio 28,90 euros
El análisis comparado de los modelos de liderazgo constituye el centro de los argumentos del autor y resulta estremecedor por su solidez y actualidad. Por parte soviética, aparece Jruschov con una personalidad de ludópata aficionado a arriesgar hasta más allá de lo razonable, incluso para los militares obligados a obedecerle, algunos de ellos héroes de la historia aquí contada.
Por el lado estadounidense, John F. Kennedy, nada menos, temeroso de parecer blando, sucesor de un general duro como Eisenhower, quizás lento para tomar decisiones, o eso parecía a algunos. Ambos, Jruschov y Kennedy, eran veteranos de guerra. Ello representó una gran diferencia en la gestión de la crisis. Ambos sabían de qué hablaban, la capacidad de destrucción previsible.
Jruchov exploraba como un tahúr hasta dónde podía llegar, si bien se le fue la mano en el intento de llenar -lo consiguió- Cuba de misiles capaces de atacar territorio de Estados Unidos. Con la coartada, no infundada, de defender la revolución castrista de otra invasión, una de verdad, no el desastre de Bahía Cochinos. Kennedy estaba demasiado preocupado, con toda la razón, por lo que podía ocurrir en Berlín, recién levantado el muro. No era el momento de un incendio cerca de casa.
Secundarios
Hay dos secundarios en el libro con toda la traza de villanos principales. A un lado está Robert Kennedy, el hermano favorito, cuyos cambiantes criterios resultan sorprendentes en un contexto tan volátil. Al otro, tenemos a Castro, animando a los soviéticos a dejarse de «frivolidades» y emprender un ataque nuclear contra EE.UU. sin miramientos ni «vainas». El desvelamiento del carácter criminal de su personalidad evidencia también la inconsistencia de su concepción del poder, pues era difícil alienarse tan rápido a los aliados soviéticos. La dedicatoria del libro «a los que tuvieron la valentía de dar un paso atrás» lleva nombres y apellidos. Entre ellos, el comandante del acosado submarino soviético B-59, Savitzky, y el capitán Morgan, del destructor estadounidense «Cony». Ambos tuvieron el coraje de contenerse cuando lo peor podía ocurrir.
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