PUES DICES TÚ
Copias de fotocopias
Las dos personas normales se encuentran en la calle por casualidad. La primera mira alrededor buscando a saber qué. La segunda se acerca entre el recelo y la intriga
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Iniciar sesiónLas dos personas normales se encuentran en la calle por casualidad. La primera persona normal mira alrededor algo ofuscada, buscando a saber qué; a veces se agacha y alza la mirada casi culebreando, como si así pudiera ver mejor los carteles lejanos. La segunda persona ... normal se acerca, entre el recelo y la intriga.
—Hola —saluda. La primera persona normal no parece darse cuenta—. Hola —repite.
—¿Eh?
—Hola… —insiste por tercera vez, extendiendo con cautela la mano, como si fuera a tocar a un perrillo asustado. No llega a hacerlo.
—Ah, hola.
—Hola, hola… Me tenías con el susto.
—¿Por?
—Pues no sé. Porque sí. Hacías como los espías de la tele. Pero los malos, digo, a los que les han pillado ya y ahora lo que no quieren es que los maten.
—¿Parezco yo eso?
—Un poco…
—¿Parezco un poco eso yo?
—Bueno; ahora no tanto, a lo mejor. Pero antes parecías un poco eso, sí; así, como sudando, mirando a todos lados. Con los nervios.
—Es que estoy buscando un sitio de fotocopias.
—¿Un sitio de fotocopias? ¿Para qué?
—Para fotocopiar copias.
—Ah, claro. Ahora se entiende. ¿Y qué querías fotocopiar?
—¿Y a ti qué te importa?
—No, si importarme no me importa nada, pero yo te lo he preguntado bien.
—Sí, sí, perdona. Es que es verdad que tengo nervios. Me tengo que sacar una fotocopia del carné y en las papelerías ya no hacen.
—Normal. Es que ya nadie hace fotocopias. Ahora se hacen fotos con el móvil.
—A mí me salen movidas.
—Pues que te las haga el chico.
—El pequeño no está hoy.
—Pues que te lo escanee.
—Que no está, te estoy diciendo.
—Pues sácalo por la impresora.
—No tenemos impresora.
—¿No tenéis impresora?
—Ya no.
—¿Y eso?
—Dice el pequeño que por los bosques. Que para que haya bosques, dice. Dice que, con las impresoras, se talan un montón de bosques.
—¿Los de Galicia también?
—Los de Galicia más bien arden, por lo visto.
—Pero si allí llueve…
—Arden igual. En Galicia tienen unas cerillas buenísimas.
—Y ¿para qué quieres fotocopiarte el carné?
—Para renovarme el de la biblioteca.
—Y ¿para qué quieres ir a la biblioteca tú?
—Para leerme las revistas.
—Ah, bueno. ¿Y te piden el carné?
—Me piden la fotocopia.
—¿Y no te hacen fotocopia ellos?
—Ya no. Para que no talen los bosques.
—Menudo círculo de esos, ¿eh?
—Pues sí.
—Que quiten los libros de la biblioteca, si son tan listos. Y las revistas. Eso son bosques y bosques…
—No les des ideas.
—Ya… Qué pena que no haya fotocopiadoras, ¿eh?
—Alguna tiene que haber.
—Donde las facultades y eso, a lo mejor. Para los chavales. Para que se copien los libros baratos. Y para que se hagan fotocopias del culo.
—¿Se hacen fotocopias del culo los chavales?
—Pues seguro. Lo he visto en una película.
—Y ¿para qué?
—Pues porque a veces me pongo películas. Para entretenerme y eso.
—No, no, que para qué se fotocopian el culo los chavales.
—Y las chavalas.
—Y las chavalas.
—Por si se les acaba el culo, será. Así, si se les acaba el culo, pues ya tienen copia del culo.
—¿Seguro?
—Seguro no, pero es lo que me ha venido a la cabeza. Hay gente que fotocopia momias, piénsalo.
—¿Cómo que hay gente que fotocopia momias?
—Lo he visto en Antena 3. Gente que coge una momia y te hace una momia igual. Una vez, dos veces... Copias de fotocopias.
—¿Con el muerto dentro y todo?
—Eso no sé. Y te cogen un cuadro de un pintor de los buenos y te hacen otro que es lo mismo.
—¿Lo mismo mismito?
—Lo mismo mismito.
—¿Con una fotocopiadora?
—De las grandes. De las que fotocopian en corcho.
—Ah, ya. Ya sé cuáles dices. Pues vamos, ¿no?
—¿Adónde?
—Adonde hagan esas fotocopias. Cerca de una facultad, dices; o de un museo. O donde estén las momias.
—Pues me parece muy bien. Esperamos a que acaben de fotocopiar una momia y les pedimos que aprovechen, que estará la máquina aún caliente.
—¿No les importará?
—Con que les pagues el duro, o lo que cueste ahora en euros...
—Igual ahora es un euro entero.
—Pues igual. Igual, si les das dos euros, te sacan el plástico y todo, y hasta el color. Y te llevas el carné a la biblioteca y se creen que es el original.
—Y me piden una fotocopia.
Las dos personas normales se echan a reír. Un poquito, sólo.
—Pues dices tú, pero menos mal que me has calmado. Tenía la ansiedad esa de cuando no encuentras las cosas.
—Normal. Lo importante es que lo hemos arreglado... ¿Compramos una revista? Si quieres, compramos una revista. Como te gustan tanto…
—Mejor me la leo ya en la biblioteca, ¿no?
—Bueno, sí, pero, si compramos una ahora, les pedimos a los de las momias que nos la fotocopien y así me la leo luego yo.
—Y ¿eso tiene algún sentido?
—Si tú y yo queremos, sí.
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