Crítica de:
'Los años 50 y 60', de José Guerrero, en Cayón: De la negrura y energía
MADRID / PINTURA
La galería Cayón, en su doble sede madrileña, rinde homenaje a los años 'americanos', trascendentales, de uno de los abstractos españoles más universales
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Una mujer contempla una de las obras de José Guerrero en la galería
Figura compleja, nómada, ubicua, frágil pero activa… Se dice siempre que José Guerrero (1914-1991) es –junto a Esteban Vicente– nuestro expresionista abstracto neoyorquino. Pero Guerrero vivió en Londres y en París (fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras francesas en ... 1965) y en sus numerosos escritos España aparece casi en forma de obsesión: «Tenía yo el negro metido antes que Kline o Motherwell (…). El negro mío está vivo, vibra, es transparente, no es un negro muerto. El negro español está vivo; lo ves en el campo (…) una mujer de luto, como yo, otra muerte, como mi abuela, mi padre, mi hermano».
Greemberg –que elogió su serie 'Fosforescencias' en 1971– había decretado que el Informalismo americano era superior al europeo precisamente porque era frío, racional, y prescindía de narrativas, pero a Guerrero le acogen de inmediato: llega en 1950 –permanecerá allí 15 años– y es inmediatamente fichado por la galería Betty Parsons, donde realiza su primera individual en 1954, gracias a la cual conoce a Rothko,Newman, Reinhardt y a sus futuros amigos Motherwell y Kline.
Momentos cruciales
En 1953 le conceden la nacionalidad, al año siguiente es incluido en la exposición 'Younger American Painters' en el Guggenheim –que además le compra una obra–, forma parte de la segunda Escuela de Nueva York y actualmente está representado, entre muchos otros museos americanos, en el Metropolitan, el Museum of Fine Arts de Boston, el MoMA y el Guggenheim Museum de Nueva York.
Esta cuarta exposición que le dedica la galería Cayón a José Guerrero versa sobre este período, crucial y muy distinto del que se inicia a su vuelta a España en 1965, cuando compra casa en Cuenca y se involucra junto a Zóbel, Torner, Sempere, Lorenzo, Rueda y Millares en la creación del museo de Arte Abstracto y es adoptado por Juana Mordó; y de su pintura sosegada y perfilada de los 70 (sus famosas 'Cerillas', que de hecho son un rechazo a su propio encasillamiento en la abstracción expre- sionista) y los 80.
Se muestran diez lienzos y cinco papeles realizados entre 1953 y 1965, y figuran obras tan emblemáticas como 'Signo' (1954), que se presentó en exposición conjunta con Miró en el Arts Club de Chicago, gracias a la cual consiguió su primera individual en Betty Parsons.
«Esas formas cerradas, como contenidas y danzantes en el espacio, que aparecen en su repertorio hacia 1950, derivarán, de mano de la pintura americana y su vertiente más gestual, libre y envalentonada, en una explosión o expansión de la forma negra en el lienzo, que a menudo se conjuga, como mucho, con uno o dos colores más, además del omnipresente negro», dice el texto de presentación.
Efectivamente, esa etapa 'biomórfica y sígnica' que hallará continuidad tras su regreso a España da paso a un expresionismo violento y dramático, cuyo núcleo es siempre una gran mancha negra; en 'Presencia del negro con amarillo' (1958), se combina con el blanco y el tierra; en 'Yellow and Brown' (1959), con el amarillo y el ocre; en 'Ascendente' (h. 1963), con el verde y el rojo…
José Guerrero
'Los años 50 y 60'. Galería Cayón. Madrid. C/ Blanca de Navarra, 7 y 9. Hasta el 16 de febrero. Cuatro estrellas
Guerrero señaló que lo que más le influyó de los americanos fue «más la energía que las formas y el color [...] [que] yo llevaba dentro antes de llegar a América». Sus pinceladas, casi 70 años después, nos devuelven a ese escenario vigoroso e ilusionante del Nueva York de los abstractos.