Que alguien cierre el grifo del agua en ARCO

Que esa sensación me incomode más de lo habitual en esta 44 edición tiene su punto bueno, pese a la paradoja. Singnifica que la feria ha cumplido su misión; que se ha convertido en un escaparate atractivo donde la mirada no descansa y sabe que, si se posa demasiado en algo, se estará perdiendo otra cuestión incluso mejor.

Hay que ser justos y reconocerle a Maribel López que ARCO cada vez le sale mejor. La directora, después de seis años, ha aprendido a hacer un salón compacto en el que no dejan de sucederse los acontecimientos. El show debe continuar. También el del arte, aunque nos cueste nuestros dineros (aún más en España, por eso del IVA, que no baja ni un apagón). La feria madrileña no es ese sitio al que uno acude a encontrarse con grandes nombres que te ofrecen cualquier cosa que se sacan del bolsillo (un plátano pegado con una cinta de embalar, por ejemplo), sino para toparse con trabajos de buena factura que después te conducen a un nombre. Un descubrimiento. Aunque de todo hay en la viña del señor, que también hay cosas que deberían quedarse fuera, como las agresiones a quellos que no piensan como a uno o a una le gustan.

Y vuelvo al buen trabajo realizado por López, a su apoyo sin fisuras al sistema artístico español, a su deseo de hacer de ARCO una referencia. Por eso me quedo con sus palabras de esa charla que tuvimos unos días antes de la apertura de la feria en la que me decía que en lo único que se dejaba guiar era en los comisariados, en Opening, en Perfiles, en el concepto invitado (acaba la feria y sigo escribiendo mal y no recordando nunca de memoria el de 'Wametisé'. En mi cabeza se antepone siempre el arranque de la noventera canción 'Sopa de Caracol'); sectores estos en los que ella delegaba, cedía responsabilidades. Con todo mi cariño le digo que no lo haga, porque llevamos años viendo cómo por ahí se desinfla ARCO, cómo se le van las fuerzas. Queremos un ARCO 'comisariado' por Maribel. Y que alguien cierre ya el grifo del agua, que para eso somos ecologistas.

No sé si tiene ahora sentido entonar el mea culpa, recordar todos esos nombres que no mencioné el primer día, que no plasmé en el primer texto. Esta ha sido la edición de los olvidos (las consecuencias del fascismo, en Eugenio Merino) y los olvidados (la cortina de Ramón Mateos). Casi que no. Sin embargo, no puedo dejar de elevar por encima de todos el de dos personas: una ausente muy presente, y otra presente fundamental. Se tratan de Pierre Gonnord y José Luis Maroto. Ha sido un auténtico placer y un lujazo acercarles este año a su trabajo (el de ambos, porque el legado del fotógrafo sigue vivo en su albacea) desde el estand de ABC Cultural. Ha sido muy bonita la gran expectación que se creó desde el momento que pudimos anunciarlo. Esperamos haber estado a la altura.

Y lo mejor, sin duda han sido las muestras de cariño devueltas. Si algo nos ha sorprendido estos días de feria ha sido cómo se sustituían los 'felicidades por este trabajo' por 'gracias por este trabajo'. Eso genera tanta adrenalina como miedo escénico para ver cómo superamos el listón en 2026. Y seguramente que en las mismas está Maribel López: dándole vueltas a cómo nos seduce y sorprende en 2026, año de esos aniversarios imperfectos de cifra extraña: el 45. Esperemos que sea con las mismas vibraciones, pero en otras latitudes. Manténganla lejos del agua, pero sobria.