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DARÁN QUE HABLAR

Álex Moltó: «Me aparto de la visión romántica del artista solitario que sólo se mira el ombligo»

El valenciano Álex Moltó se define como «arte+educador», dado que no puede separar la labor plástica de la educativa. Creador nómada, entre cajas, su labor se merece «dar que hablar» (y unas vacaciones)

«Selfie» de Álex Moltó para «Darán que Hablar» Á. M.
Javier Díaz-Guardiola

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Nombre completo: Alejandro Moltó Borreguero (todos me llaman Álex). Lugar y fecha de nacimiento: Elche, 11 de agostode 1982. Residencia actual: El vagón silencio del AVE. Formación: Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas, grado en Bellas Artes, Máster en diseño gráfico y web publicitario, Máster en educación artística en instituciones sociales y culturales y, actualmente, doctorando. Ocupación actual: Coordino las dinámicas y talleres de CulturaLAB, el departamento de Educación Artística y Mediación Cultural de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH). Colaboro también en el departamento de prensa del Museo Reina Sofía .

Qué le interesa. Artísticamente me han preocupado siempre temas como el arraigo y la pertinencia a sitios determinados. En particular, me he planteado qué es el hogar para mí y en qué se diferencia de una casa. Gracias a ello he desarrollado un imaginario en torno al concepto de mudanza que me ha permitido tratar otros aspectos de mi interés y cómo les afecta este cambio continuo. Mi uso de las cajas de cartón es una expresión de lo que somos, para bien y para mal, de lo que arrastramos, protegemos, cuidamos o nos resulta imposible abandonar en cada nueva búsqueda del hogar. Las cajas, por lo menos en mi caso, son lo único que me acompaña viaje tras viaje, siendo al final más mi hogar ellas mismas que las paredes en las que espero la siguiente mudanza.

Como «arte+educador» –término con el que me identifico actualmente más que con el de artista–, me preocupa la relación del arte con los públicos y la sociedad, así como el poder transformador que posee. En concreto, llevo varios años investigando en torno a las posibilidades de la educación artística en los espacios expositivos universitarios y qué papel juega la universidad, como institución cultural que se supone que es, en la creación de pensamiento autónomo y crítico entre sus propios estudiantes y el entorno que la rodea.

«¡Nací artista! En el colegio era de los que mejor dibujaba y siempre me imaginé siendo un dibujante de tebeos porque adoraba Mortadelo y Filemón»

Igualmente, con mis prácticas artísticas y pedagógicas exploro cuestiones sobre diversidad e integración de todo tipo (racial, de género, sexual, afectiva….) a través de obras y proyectos que impliquen la participación activa de las personas. Entender lo que hago como «arte+educación» me ha permitido comprender, a su vez, que un artista no tiene por qué estar anclado a las mecánicas del sistema del arte (hago obra, expongo, espero a que me la compren, hago obra, expongo….), sino que puede evolucionar hacia otros estándares que, por lo menos a mí, me llenan mucho más.

Además, lo gratificante de todo ello es que he podido conectar los temas o técnicas que siempre he tratado en mi obra artística con los talleres que diseño e imparto, ampliando y expandiendo mi imaginario hacia otros puntos de vista, nutriéndome y creciendo con ello.

«Una caja en la cabeza» (2011) Fotografía digital, medidas variables A. M.

De dónde viene. Como artista al uso, he presentado mis obras en unas 14 exposiciones y salas, como pueden ser la muestra «Rue des Mauvais Garçons», en el Mercado de Tapineries de Valencia, o, por otro lado, mi participación en el I Festival Internacional de Escuela y Diseño de Turín, celebrado en 2015.

Como arte+educador, uno de los proyectos más recientes que he llevado a cabo es, de forma colectiva con varias artistas, «Tesoros de cartón», orientado a personas mayores en situación de soledad, desarrollado en un centro de Madrid Salud con la colaboración de la Universidad Complutense de Madrid .

«El trabajo me ha costado muchos enfados de amigos y familia porque siempre estoy pendiente del móvil. Para disimular, me he tenido que ir al baño y trabajar a escondidas. Si leen esto se darán cuenta de que mi estomago no está tan dañado como les he hecho creer»

También he realizado, junto a la artista Coco Esteve , el proyecto «Saca el monstruo que llevas dentro», que en su versión 1.0 fue seleccionado por el programa de residencias de arteducadores «Levadura», organizado por Madrid Destino , Fundación Banco Santander y Pedagogías Invisibles. Hace escasos días finalizamos la versión 2.0 de este proyecto. En este caso, tras haber sido seleccionados por el Consorcio de Museos de la Generalitat Valenciana para aplicarlo en un colegio de la región. En esta ocasión añadimos una sesión que consistía en exponer en un espacio de arte, el Centre del Carme de Valencia, las obras realizadas por los escolares. Esto nos permitió replantear roles, cuestionar el sistema del arte y dar voz a quienes normalmente no la tienen en estos contextos: el público y, sobre todo, los niños.

Proyecto «Saca el Monstruo que llevas dentro V. 2.0.»(2019), en Valencia Á. M.

Supo que se dedicaría al arte… Voy a soltar un gran topicazo: siempre me he querido dedicar al arte. ¡Nací artista! En el colegio era de los que mejor dibujaba y siempre me imaginé siendo un dibujante de «tebeos» porque adoraba Mortadelo y Filemón. No obstante, sí que sé el momento preciso en el que todo cambió.

En su día, por una serie de motivos, no pude estudiar Bellas Artes, así que elegí estudiar Publicidad y Relaciones Públicas, que también me llamaba la atención. La cuestión es que tras estudiar esa carrera encontré un trabajo serio (y de lo mío) de forma casi inmediata. Todo un privilegio.

En ese lugar me formé profesionalmente y lo disfruté totalmente, pero un día, mientras limpiaba mi habitación (que no suele ser habitual), me puse a revisar una carpeta con dibujos míos. Estaban ordenados cronológicamente. Pues bien, desde el último hasta ese día habían transcurrido más de 9 años. Es decir, llevaba casi diez sin dibujar absolutamente nada. En ese momento, me senté en la cama y recordé lo que yo quería ser de pequeño… Y cómo no había tomado las riendas de mi vida, sino que me había dejado llevar por lo que se supone que es lo correcto o lógico. Así que, en más o menos un mes, mi vida cambió: me matriculé en Bellas Artes, dejé mi puesto de trabajo (fijo y con buen sueldo), y decidí cumplir mi promesa infantil. Llegué a la universidad, otra vez, y tras enfrentarme a todos los miedos posibles («¿qué estoy haciendo?» «¿Qué pinto aquí si no sé ni coger un carboncillo?», «Pero si yo estudié ciencias que es la rama con salida…») se me pasó la tontería y lo di todo.

Tengo varias páginas web que son obras en sí mismas, ya que siempre me he movido entre lo transmedia, la fotografía, la realidad aumentada y el net.art»

Durante cuatro años me entregué por completo a la carrera, aprendí todo lo que pude y, sobre todo, me involucré muchísimo. Fui delegado de clase, de centro, de titulación, secretario de estudiantes, becario de todo lo posible y mucho más, y así es cómo, a la par que iba formándome en arte, también iba aflorando mi parte más social y de «tirar del carro». Por suerte, y por esfuerzo, todo sirvió. Gané uno de los premios nacionales de fin de carrera del Ministerio de Educación por mi expediente académico, pasé a coordinar el departamento de educación artística de la UMH, colaborar en el Museo Reina Sofía , desarrollar proyectos de arte+educación… En definitiva, empezar a cumplir poquito a poco, aunque sin dibujar tebeos, con lo que mi yo de niño se prometió.

«Me mudo» (2014). Técnica mixta, medidas variables Á. M.

¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer en el arte para «sobrevivir»? No sé si será lo más raro, pero sí lo más agotador: llevar más de tres años sin vacaciones. Empalmando taller con taller, proyecto con proyecto, trabajo con trabajo, y viaje con viaje. No obstante, me considero todo un privilegiado (aunque suene terrible), porque vivo del arte y, encima, lo disfruto más que nada en el mundo.

Me acabo de acordar de que el trabajo me ha costado muchos enfados de amigos y familia porque a lo mejor quedamos y siempre estoy pendiente del móvil para leer algún artículo, apuntar alguna idea o responder algún mail, por lo que, muchas veces, para disimular, me he tenido que ir al baño y trabajar desde ahí a escondidas.de Si leen esto ahora se darán cuenta que mi estomago no está tan dañado como les he hecho creer.

«Miedos», vídeo digital y realidad aumentada Á. M.

Su yo «virtual». Pues tengo mi propia página web (totalmente desactualizada, como no podía ser de otra manera) y varias páginas que son obras en sí mismas, ya que siempre me he movido entre lo transmedia, la fotografía, la realidad aumentada y el net.art.

Por otro lado, aunque tengo Twitter y Facebook , me muevo mucho más por Instagram (@alexmolto) donde se pueden encontrar mis trabajos más recientes. Lo que me gusta de esta red, más allá de subir mis propias fotos, es el «feedback casi directo con las personas que se interesan por mis prácticas «arte+educativas» y que a mí me permite descubrir perfiles interesantes continuamente.

Dónde está cuando no hace arte. No separo mi yo artista de mi yo educador (soy así de intenso, lo siento). A eso le junto que ese perfil es el que profesionalmente ocupa mi tiempo mayoritariamente. Por lo que, un día en la vida de Álex, se basa en la coordinación y diseño de talleres de Educación Artística en la UMH, la elaboración de proyectos «arte+educativos» en otras entidades, mi colaboración en el Museo Reina Sofía en temas de comunicación y la realización o exploración de mi imaginario artístico personal (¡arriba las cajas!) a través de la fotografía y realidad aumentada, sobre todo. ¡Ah! También, de vez en cuando, respiro. No mucho, pero lo suficiente como para no caer al suelo de cabeza.

Moltó, preparando uno de los talleres en CulturaLAB de la UMH Á. M.

Le gustará si conoce a... Quizás mis referentes de toda la vida son un pelín «mainstream» o están muy vistos, pero siempre me ha fascinado la obra de Cindy Sherman, Gillian Wearing, Tracey Emin, Vivian Maier, Diane Arbus, Bill Viola y Joan Fontcuberta . También me he identificado mucho con todo lo que tiene que ver con Esther Ferrer y Fluxus, puesto que me ha dado la inspiración para la parte más performática y transgresora de mi obra. En cuanto a mi propia praxis como «arte+educador», no puedo obviar la influencia de Luis Camnitzer , de la productora cultural María Acaso y, cómo no, de Tatiana Sentamans, creadora de CulturaLAB.

Por otro lado, el ser un apasionado de los textos de Michael Ende, un escritor surrealista increíble, aunque conocido principalmente por «La historia interminable» y «Momo», me abrió las puertas a conocer la obra de su padre, Edgar Ende , pintor surrelista con reminiscencias de Giorgio de Chirico, que inspiró el durísimo y absorbente libro «El espejo en el espejo. Un laberinto«, escrito por su hijo y que, para mí supuso un antes y un después, artística y personalmente hablando.

«Intento llevar la mediación cultural a otros lugares no convencionales en los que el intercambio de palabras es casi cero y entran en juego otros lenguajes»

Hace unos años descubrí la obra de Hito Steyerl , a quién pude conocer gracias a la retrospectiva que le brindó el Museo Reina Sofía en 2015, y de quien me quedo con su parte más teórica y reivindicativa.

En cuanto a artistas de mi generación, me encanta lo que están haciendo Patricia Raijenstein y Christian Fernández Mirón con proyectos de mediación artística, «hackeo» y experimentación en el arte. Fran MM Cabeza de Vaca , artista y educador, ha desarrollado una investigación audiotextual denominada «Jinete Último Reino» muy interesante junto a María Salgado. David Fidalgo , por otro lado, también es un artista con una obra crítica muy divertida y que me atrae mucho. Asimismo, estoy muy pendiente de lo que hace Coco Esteve y Anemotorazing (Ane Rodríguez. Ésta última, con una obra maravillosamente mamarracha y reivindicativa), como artistas, educadoras y activistas.

«Caminos auto-fijados». Performance (2017) Á. M.

Qué se trae ahora entre manos. Lo más reciente, casi salido del horno, es la dirección junto a Tatiana Sentamans , del grupo artístico O.R.G.I.A., y mi directora de tesis, de la primera publicación que hemos hecho sobre CulturaLAB, el departamento de educación artística y mediación cultural que coordino. Es un libro que cuenta con la aportación de profesionales que admiro en el campo de la educación artística, además de resumir los dos años de este laboratorio de experimentación.

En este mismo campo tengo en mente proyectos un poco más arriesgados que los recorridos dinamizados por espacios de arte que suelo hacer. Intento llevar la mediación cultural a otros lugares no convencionales en los que el intercambio de palabras es casi cero y entran en juego otros lenguajes, como podría ser, por ejemplo, una sauna, espacios de «cruissing» o, simplemente, la sala de un cine mientras se proyecta una película. Me interesa investigar qué ocurre y cómo se desarrollan las actividades propuestas en función del contexto, las personas y la carga normativa y moral impuesta.

Por otro lado, sigo explorando mi parte artística más «convencional», tratando de conocerme, casi a modo de diálogo conmigo mismo, a través de la experimentación con la fotografía, mi cuerpo, el de otras personas y las cajas de cartón.

«Y mi cuerpo qué opina de todo esto. La Caja de cartón» (2018), medidas variables Á. M.

Proyecto favorito hasta el momento. Si me centrara en lo meramente artístico, podría decir que sería mi proyecto www.enmicamahayalguien.com. En su momento fue una experiencia transmedia en la que conseguí mezclar técnicas tan dispares como la cianotipia, fotografía analógica y digital, realidad aumentada, videoarte, «performances» en «streaming» y alguna más de forma episódica en una obra de net.art que habla de miedos y noches en vela. Mi madre me decía de pequeño que, si tenía miedo por la noche, encendiera la luz, así que, supongo que lo que tenían en común todas estas técnicas para narrar mi discurso es que necesitan luz… Al final, el arte como terapia y curación. Y yo que no quería caer en los tópicos…

«Formo parte de una generación inconformista, y eso, aunque me haga ser un poco cansino en alguno de mis discursos reivindicativos, me hace seguir creciendo»

No obstante, hay otro pequeño logro del que estoy realmente orgulloso y que creo que valida la labor de la educación artística en la que tanto creo. En una de las dinámicas desarrolladas en la UMH, pedimos a los niños que por grupos realizarán una mini instalación dentro de una caja de cartón (¿cómo no?). La cuestión es que, al final, nos encontramos que un grupo de niñas había hecho una instalación muy minimalista en la que observábamos una muñeca tirada en una esquina, vestidos por el suelo, una ventana y puerta con candado, y un bocadillo de cómic que decía: «No vas a volver a salir con esa ropa».

Cuando les pedimos que nos explicaran qué significaba todo eso nos contaron que hablaba, como podíamos prever, del maltrato. No obstante, el mérito no fue que replicaran una escena que, por desgracia pudiera haber vivido alguna de ellas en su casa, sino el debate que se generó de forma espontánea entre todos los niños. Gracias a esa pequeña instalación artística, niños de entre 8 y 10 años comenzaron a reflexionar sobre si una mujer podía vestir como quisiera, que nadie era mejor que nadie y que la violencia no era la respuesta. Todo ello, sin que las profesoras o los mediadores dijéramos una palabra.

Detalle de la caja de cartón realizado por unas menores en uno de los talleres de mediación Á. M.

¿Por qué tenemos que confiar en él? Aporto la escucha y las ganas. No se puede evolucionar sin aprender, sin tener ganas de luchar y yo soy de los de «¡venga, que podemos!». Quizás, mi parte social y pedagógica me hace tender hacia la colectividad y hacia un mundo mejor, apartándome de la visión romántica del artista solitario y que sólo se mira el ombligo. Yo escucho, aprendo y opino (si creo que lo que tengo que decir vale la pena). Mientras, sigo estudiando y trabajando para seguir en el mundillo y no dormirme. Creo que formo parte de una generación inconformista y eso, aunque me haga ser un poco cansino en alguno de mis discursos reivindicativos, me hace seguir creciendo.

«En mi cama hay alguien. Mi madre muere» (2015) Pieza de net.art Á. M.

¿Dónde se ve de aquí a un año? Espero que más o menos como estoy. Eso significaría que sigo avanzando en mi doctorado, que sigo moviéndome y disfrutando con lo que hago. Quizás con algún proyecto y publicación más y –cruzo los dedos– con algún día reservado para vacaciones.

¿A quién cedería el testigo de esta entrevista? Como sabía que me tendría que mojar en esta pregunta, me he reservado para este apartado a un artista que creo que está en un momento creativo muy interesante. Se trata de Sebastián Chisari . Justo hace nada ha ganado en «Abierto Valencia» elPremio Adquisición DKV seguro.

Sebastián es de esos artistas con una obra muy bien ejecutada técnicamente, pero, sobre todo, conceptualmente. No hay nada que se le escape ,y se documenta, escribe, lee, e investiga para, cuando ya está todo bien masticado, pasar a la parte práctica. Me fascina ese rigor metodológico, pero, sobre todo, las piezas que plantea: un recorrido íntimo por sus experiencias e intereses personales reinterpretadas, codificadas y cuestionadas mediante la deconstrucción de los gimnasios y el mundo deportivo.

¿Cómo se definiría en un trazo?

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