El deslumbrante puente británico construido por un equipo español de ingenieros

José Romo , director del equipo de FHECOR, celebra esta noticia como la recompensa a un trabajo colectivo, a la vez que incide en lo decisiva que ha sido la energía española para la materialización de este proyecto: «Nuestra presencia ha sido un acicate importante ya que, tras un accidente en los años 70, la construcción con hormigón pretensado estuvo prohibida en Gran Bretaña durante largo tiempo. De no haber habido un equipo español empujando tras la construcción de este nuevo gran puente de hormigón difícilmente se hubiera llevado a cabo, puesto que no era un territorio constructivo en donde los británicos se sintieran cómodos».

El galardón celebra la elegancia de esta estructura, en la que «la forma es una expresión del funcionamiento resistente». Una declaración en la que aparecen dos de las cualidades que forman parte de la lista de tres que Romo y su equipo denominan « las tres “E” »: «La funcionalidad, la eficiencia, es una de las premisas básicas de nuestra disciplina. Otra es la economía, trabajamos con dinero público y nos gusta llamar “obra pública” a las infraestructuras que construimos. Y otra variable es la elegancia. Nuestro objetivo es poder lograr una obra en la que se integren estas tres “E”: eficiencia, economía y elegancia ».

Respecto a esa elegancia, al evidente valor plástico de la armónica y serena estructura del Puente de Mersey , Romo incide en la necesidad de comprenderla como consecuencia del exigente aferramiento al rigor y la lógica con que debe trabajar el ingeniero y no como una motivación estética: «El diseño final es un puente con dos torres altas y una de menor altura en el centro . Este detalle pudiera parecer una excentricidad formal pero, en realidad, responde a la específica lógica estructural del proyecto».

La atención a la sostenibilidad , presente en la agenda de la arquitectura y la ingeniería hoy, forma también parte de las preocupaciones del equipo de FHECOR, planteándose desde una posición que elude retóricas manidas y huecas y finalmente contradictorias con la realidad que afectan demasiado a la arquitectura. En su caso, hay un reconocimiento objetivo y concreto del impacto causado por la construcción de una obra de ingeniería y, simultáneamente, una búsqueda de sentido para ésta: «Nuestras obras siempre modifican inevitablemente el paisaje . En un caso como este puente, más que integrarse al paisaje, la estructura en realidad pasa a dominarlo, como el Golden Gate o el Puente de Brooklyn. La pureza en lo estructural de una obra de envergadura está muy condicionada por la resistencia, los aspectos constructivos… La ingeniería manda y no queda lugar para florituras , y ese propósito de afectar lo mínimo posible al paisaje acaba tal vez pareciendo rotundo pero hay un esfuerzo por integrarlo al paisaje cultural. El paisaje es algo más que lo biológico y en nuestro caso tiene más que ver con el territorio y nuestra comprensión de éste. Los ingenieros trabajamos siempre con trazos muy estrictos y nuestro objetivo no ha de ser el pasar desapercibidos sino el de construir algo que resista el paso del tiempo.»

En su discurso, vigoroso, cordial y en donde vibra la energía de su experiencia, Romo reafirma constantemente la noción de equipo . El Puente de Mersey es resultado de una colaboración entre diferentes grupos de trabajo internacionales y, de igual manera, la trayectoria de FHECOR está marcada por la búsqueda de diálogos, que han existido de manera particular con la arquitectura: «Los problemas estructurales complejos están realmente en los edificios, así que el mundo de la construcción arquitectónica supone una fuente de aprendizaje magnífica. Asimismo, pueden importarse soluciones desarrolladas en el diseño de un puente a la construcción de edificios y viceversa. Quienes hemos tenido la oportunidad de trabajar en los dos ámbitos, tenemos una forma algo distinta en la visión y manera de encarar los proyectos. Félix Candela decía que algunos arquitectos entienden la estructura como una enfermedad de infancia pero para nosotros, los ingenieros, la estructura es algo inherente: es el esqueleto del edificio. Por eso valoramos trabajar con arquitectos que compartan esa misma comprensión sobre la importancia de la estructura y de la parte propositiva de la ingeniería: que no la vean como una disciplina que entra a resolver algo que ya ha sido previamente pensado sino que entra a participar en el proyecto desde la fase de diseño».

La intensidad de esos diálogos e interacciones con otros ámbitos del conocimiento es, a entender de Romo, uno de los caminos por donde transita la actualización de la ingeniería. Las políticas y actitudes públicas señalan nuevas direcciones, que piden «estructuras menos agresivas. Los grandes temas de transporte general, obra civil, están en su mayoría resueltos y ahora hay que atender tal vez a infraestructuras más pegadas al territorio urbano. Para nosotros esto supone una transformación importante y una oportunidad, ya que nos permite trabajar junto a otras disciplinas: arquitectura, paisajismo, expertos en medio ambiente … y creo que es muy positivo. Por otro lado está la creciente importancia de la visión del usuario, de la apreciación pública de una obra, reflejo de la fuerza de una sociedad abierta. Es necesario comprender mejor qué es lo que el usuario necesita y quiere».

El diseño de un proyecto actualmente construyéndose en La Laguna −«algo de muy pequeña escala si lo comparamos con el Puente de Mersey, pero que es una obra muy delicada»− inicialmente consistente en la construcción de dos pasarelas pero que el equipo ha resuelto finalmente creando un sistema de conexión, les ha hecho comprobar cómo las nuevas situaciones están trasladando al ingeniero a ámbitos alejados de la ingeniería canónica para situarlo en territorios que exigen soluciones que Romo denomina «híbridas». Son soluciones más relacionadas con el análisis del contexto y que piden sistemas estructurales distintos desde los que se «abre un punto de exploración distinto y que nos brinda unas posibilidades de innovación importantes».

En paralelo a esta senda de evolución, ve la sensibilización hacia el patrimonio ingenieril entre la sociedad también como una asignatura pendiente . No sólo por la posibilidad de adecuar viejas estructuras a nuevos usos sino también para proteger obras importantes para comprender la historia de esta disciplina en la que tienen hoy una importancia crucial las herramientas de diseño paramétrico y que, explica Romo, «van a suponer un salto cualitativo notable en lo relativo a los procesos», aunque sin dejar de llamar la atención sobre un aspecto fundamental, y que deja una lección profunda y con un alcance que va más allá de la ingeniería: «Gracias a las herramientas paramétricas, la geometría deja de ser algo que se congela (como sucedía con los programas de cálculo y análisis de estructuras) y vuelve a ser algo más similar en lo que era en su origen, antes de los ordenadores, cuando los ingenieros trabajaban con fórmulas y dominaban la geometría. La herramienta paramétrica tiene esa ventaja, pero siempre digo que los ingenieros siempre hemos trabajado con parámetros y, en el fondo, esas herramientas informáticas se ponen en manos de personas cuya mente ya está formada para trabajar con ellos. Lo crucial es saber utilizar las herramientas con cabeza, y esto es algo que sólo lo otorga la experiencia y el conocimiento, no un pensamiento subordinado a la máquina».