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ABC Cultural

Lo último de la animación española: «Deep»

Entramos en el rodaje del último filme de animación nacional, que se estrenará a finales de este año

Un mundo inundado es el escenario de «Deep» ABC

JORGE S. CASILLAS

A los niños nacidos antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona nos explicaron que las películas se hacían a partir de dibujos pasando a toda velocidad. Pero hoy ya no hay papeles ni carboncillo por ninguna parte. Los gustos se han refinado, la tecnología es distinta y los estudios donde nacen las películas de animación se parecen mucho a un estudio de arquitectura. Solo se oye crepitar las teclas. Donde en los rodajes con humanos hay un «acción», un «corten» y decenas de focos, aquí hay una fila de animadores modelando cada escena, aislados con cascos de orejera.

Entramos en el tramo final del rodaje de «Deep» para conocer cuál es el camino que separa un dibujo a mano alzada de un pulpo animado con identidad propia. Un buen día, Julio Soto leyó que solo cuatro personas han bajado más allá de los 10.000 metros bajo el agua, y que eran muchas menos de las que habían puesto un pie en la luna (unas doce). Le pareció un buen comienzo. Él hace submarinismo desde hace años y le impresiona lo poco que sabemos del ecosistema abisal; de los animales y plantas que viven allí donde el oxígeno y la luz escasean hasta límites insoportables para el resto del planeta.

Con ese punto de partida imaginó una película en la que la tierra ha quedado sumergida bajo el agua y los únicos supervivientes son algunos de esos animales afincados en la penumbra marina. «Las criaturas abisales son más bien feas, y era un tema que me fascinaba: cómo unas criaturas tan bizarras pueden convertirse en protagonistas y que la gente pueda empatizar con ellas», comenta Soto, director de la película.

«Pintar» la película

Como en cualquier producción, lo primero que hizo el director fue escribir el guión. El siguiente paso fue dibujar el storyboard , que no es más que «pintar» la película plano a plano. Fue un proceso que le llevó unos seis meses: «Ahí ya cuentas con colaboradores», explica. «Yo estudié Bellas Artes y dibujo bien, pero no es mi campo. En el cine en España el director tiende a hacerlo todo y yo no tengo esa opinión. Creo que hay especialistas para cada cosa. Con el storyboard ya defines el tipo de encuadres que quieres, cuántos personajes quieres en pantalla, por dónde entran, por dónde salen... Vamos poniendo las pautas».

«Me fascinaba cómo la gente pueda empatizar con unas criaturas tan bizarras», asegura el director

Después de guionizar la película llega una fase que se conoce como animática, que para Soto es la más importante de todo el proceso. «Consiste en coger esos dibujos y editarlos en un programa. Les pones unas voces de referencia que son voces de actores que lo que hacen es actuar el guión, leerlo. Ahí ya sabes si la historia cuadra, si funciona, si tienes que cambiar algo... Te sirve para calcular cuánto va a durar la película. En ese momento ya sabes que no te puedes pasar de 90 minutos, porque si te vas a 110 no te llega el presupuesto. Aparte que en animación el estándar son 90 minutos», comenta. «Más allá de eso los niños tienden a aburrirse».

Las criaturas abisales son las protagonistas de «Deep» ABC

Hasta este momento, dice Soto, la producción no se diferencia mucho de la de una película con actores de carne y hueso . La dificultad empieza en el proceso de animación, que está lleno de etapas bautizadas en inglés. Simplificándolo mucho, hay una fase de modelado (algunas producciones modelan sus personajes en barro o arcilla para imaginarlos mejor) y una fase de «rigging», un proceso informático que dota al muñeco de «articulaciones», comandos que utilizarán los animadores para que el personaje adopte las poses que necesitan.

Actores-informáticos

En todo este recorrido, el equipo de animadores equivale a los actores de una película tradicional. «Lo que nosotros hacemos es reunirnos con ellos», explica Juan José Bravo, director de animación. «Los animadores se estudian el guión y les explicamos qué ocurre en las distintas escenas. Al final es lo mismo que en una película de imagen real: la única diferencia es que los animadores, además de ser actores, tienen que manejar un software».

Un fotograma de «Deep» ABC

El de ordenador que utilizan es un hermano pequeño del que han usado ingenieros de caminos y arquitectos durante muchos años. En la pantalla les aparece el personaje en color gris (aunque ya han sido coloreados antes, lo hacen así para no saturar el ordenador) y los animadores van dándole poses fotograma a fotograma. A la hora de animar diálogos , explica Javier, uno de los animadores, suelen grabarse actuando esas mismas frases para luego «aplicar» los movimientos de su cara a los personajes de la película. Escuchan tres o cuatro veces el audio en versión original, y así saben cuándo y cómo enfatizar los gestos del personaje.

Para «Deep» han llegado a trabajar 200 personas, pues cada matiz de la película necesita de un experto. Está el que dibuja, el que «informatiza» el personaje, el que le da color y textura, el que le pone a bailar o el que diseña los escenarios. Saben que trabajan para el público más exigente que existe, porque no hay niño en el mundo que sepa disimular el aburrimiento.

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