El multimillonario Isaacman, primer civil en realizar una caminata espacial: «Desde aquí el mundo parece perfecto»

Una vez de vuelta a la cápsula Crew Dragon Resilience, le ha emulado, en un segundo turno de igual duración, la especialista de misión Sarah Gillis (30 años), empleada de la compañía de Elon Musk. Mientras, los otros dos tripulantes, el piloto militar Scott Poteet (50 años) y la oficial médica Anna Menon (38), han seguido sus actividades desde el interior de la nave, garantizando su seguridad. La hazaña tenía como objetivo probar los modernos trajes espaciales desarrollados por la compañía de Elon Musk, cuyas versiones posteriores podrían ser utilizadas en futuros viajes espaciales, incluidas las expediciones a Marte.

Polaris despegó el martes a bordo de un cohete Falcon 9 desde el Complejo de Lanzamiento 39A en el Centro Espacial Kennedy de la NASA, el mismo que albergó el Apolo 11, la primera misión que llevó a humanos a la Luna. Quince horas después, alcanzó una altitud de 1.400,7 kilómetros, más alta que cualquier otra misión tripulada desde el programa Apolo hace medio siglo, al tiempo que se colocó en la órbita terrestre más alta alcanzada por un ser humano. Desde entonces, la nave ha descendido hasta situarse a 737 km sobre la Tierra, para iniciar la esperada actividad extravehicular (EVA), momento cumbre del viaje de cinco días.

La EVA completa ha comenzado a las 12.13 horas, casi cuatro horas más tarde de lo esperado, y ha durado una hora y 46 minutos. Ha sido diferente a las que estamos acostumbrados a ver en la Estación Espacial Internacional (ISS). Todos los astronautas han llevado los flamantes trajes de SpaceX, ya que como la Resilience carece de esclusa de aire, ha tenido que ser despresurizada para dejar escapar todo el oxígeno de su interior antes de que se abriera la escotilla por primera vez. Eso ha ocurrido a las 12.50, cuando Isaacman se ha dispuesto a salir el primero al espacio exterior.

Al contrario de los trajes de la NASA, los de SpaceX no llevan una mochila con soporte vital, sino que están unidos por una 'línea de vida' con el interior de la nave, como un cordón umbilical. Mientras usan los trajes espaciales, los astronautas de Polaris respiran oxígeno puro, lo que ayuda a eliminar cualquier nitrógeno residual en su sangre. En realidad, la tripulación comenzó a prepararse para la caminata cuando alcanzaron la órbita el martes. Entonces, la presión del aire dentro de la cápsula se redujo gradualmente hasta casi la mitad para ayudar a eliminar el nitrógeno de la sangre y a reducir la posibilidad de sufrir la enfermedad por descompresión, como puede ocurrirles a los buceadores.

Una vez en el exterior, Isaacman y Gillis han realizado distintas comprobaciones de la movilidad de sus trajes, con la mayor parte de sus cuerpos fuera de la escotilla, aunque nunca han llegado a abandonarla, asegurados por los pasamanos 'Skywalker', las ayudas a la movilidad diseñadas para ese momento por SpaceX. Puede parecer algo decepcionante para los que esperasen algún tipo de cabriola, pero el multimillonario, padre de dos hijos, ya avisó en un encuentro con la prensa el pasado agosto que no iban a protagonizar ninguna escena de película durante la 'caminata' Nada que ver con el arriesgado paseo del astronauta Ed White en junio de 1956, cuando se alejó de la cápsula Gemini con un cable de 7 metros. «No vamos a quedarnos flotando por ahí», dijo. Y lo han cumplido.

La escotilla del Dragon se ha cerrado a las 13.14 horas para comenzar a represurizar la nave espacial. «¡¿Hueles eso? ¡El espacio!«, ha dicho Isaacman después. »Buen trabajo para todos en SpaceX que lo han hecho posible«, ha felicitado.

Isaacman y Gillis han realizado una auténtica hazaña. Desde que Alexei Leonov se convirtiera en el primer ser humano en salir de una nave espacial en la misión soviética Voskoh 2 en 1965, solo astronautas gubernamentales altamente capacitados han realizado actividades extravehiculares. Se han llevado a cabo aproximadamente 270 en la Estación Espacial Internacional (ISS) desde su creación en 2000, y 16 por parte de astronautas chinos en la estación espacial Tiangong de Pekín.

Las misiones Polaris -esta es la primera de tres- tienen como objetivo acelerar los avances tecnológicos necesarios para cumplir el ambicioso deseo de Musk de enviar personas a Marte algún día. En este sentido, los tripulantes han llevado a cabo varios experimentos relacionado con la radiación en el espacio. El éxito de la tripulación parece evidenciar que el espacio ya no pertenece solo a las agencias gubernamentales, sino que otros, con menos preparación -y de momento una buena cantidad de millones- también pueden conquistarlo. Isaacman no ha querido confesar el precio del viaje, pero se estima que llegó a pagar 200 millones de dólares por Inspiration 4.

De esta forma, la aventura de Polaris puede suponer un impulso al jugoso sector del turismo espacial, hoy reservado exclusivamente para millonarios. Bill Nelson, administrador de la NASA, dijo en la red social X que la misión «representa un gran paso adelante para la industria espacial comercial» y el objetivo de la agencia de construir una «vibrante economía espacial estadounidense».