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¿Cuál es la leche materna con mayor cantidad de grasa de todo el reino animal?

La leche de la foca capuchina tiene más grasa que el helado más graso que podamos degustar, gracias a esta singularidad las crías duplican su peso en menos de una semana

Archivo

Pedro Gargantilla

La lactancia define a los mamíferos como clase dentro del reino animal. Es uno de los fenómenos de la naturaleza más poderosos que existen, durante el cual se genera una relación entre la madre y la cría que va mucho más allá del simple vínculo afectivo.

Todos los mamíferos producen leche, desde los monotremas, aquellos que tienen pico y cloaca, hasta los marsupiales, como el canguro, pasando por los placentarios, entre los que nos encontramos nosotros. Todos descendemos de un antepasado común que vivió en el Triásico, hace más de 150 millones de años.

Leche de focas y ballenas

Tras el parto es fundamental que la cría de los mamíferos reciba tanto el calostro como la leche materna. La principal diferencia entre ambos estriba en su composición, mientras que el calostro es rico en vitaminas, sodio, calcio, hierro e inmunoglobulinas, la leche tiene un mayor contenido de lactosa.

A medida que el tiempo de la lactancia transcurre la composición de la leche varía, se adapta a las nuevas necesidades de la cría, de esta forma disminuye el porcentaje de lactosa y aumenta el de proteínas y grasa.

Las diferencias en la composición de la leche entre los mamíferos es enorme. Así la leche de la foca capuchina tiene un 60% de grasa, siendo la leche materna con mayor cantidad de grasa de todo el reino animal. Le sigue, en cuanto a composición grasa se refiere, la leche de las ballenas, que tiene entre un 30 y un 40%. En el otro extremo de la balanza se sitúan los rinocerontes negros, cuya leche materna tiene tan solo un 0.2% de grasa.

La leche humana difiere bastante de la leche de estos mamíferos ya que contiene un 4% de grasa, 1.3% de proteínas y 7.2% de lactosa, una composición que se asemeja bastante a la de las cebras.

Una biología llena de singularidades

Las focas pertenecen al grupo de los pinnípedos, al igual que los leones marinos, y tienen cuatro extremidades en forma de aleta, estando la dos posteriores fusionadas en una. A diferencia de los leones marinos las orejas de las focas carecen de pabellón auricular.

Su biología y su comportamiento están plagados de singularidades, desde que no mastican la comida hasta que no beben agua o que tienen un músculo dentro de las fosas nasales que cierra sus orificios en el preciso instante de sumergirse.

Típicamente estos mamíferos tienen entre 40 y 50 'bigotes' o vibrissae a ambos lados de las fosas nasales con los que captan las fluctuaciones del agua a través de más de 1.500 células nerviosas, una cifra muy elevada si la comparamos, por ejemplo, con las 100 o 200 que tienen los gatos.

En cuanto a la reproducción, su madurez sexual varía entre los dos y los siete años de vida, según la especie y el sexo del animal, y tienen una estrategia evolutiva que se conoce como implantación diferida o diapausa embrionaria. Consiste básicamente en que el óvulo fecundado no se implanta inmediatamente en el útero como sucede en el Homo sapiens, sino que se puede retrasar durante semanas. Es una estrategia de la naturaleza con la que se evita el riesgo de que el parto o la lactancia se produzcan en situaciones desfavorables que puedan poner en peligro tanto la vida de la madre como la de la cría.

La gestación de las focas varía entre los 9 y los 11 meses y el parto se produce en tierra firme. Allí nace la cría –habitualmente una- con un peso en torno a los 4.5 kilogramos. Las zonas de crianza elegidas por las madres son las playas de arena, los salientes rocosos, los témpanos de hielo o los bancos de arena. Mientras dura la lactancia la madre no se separa de la cría y suprime su ingesta, motivo por el cual la lactancia tiene que ser breve –entre 30 y 45 días- y la leche tiene que tener una elevada composición en grasa para que la cría se pueda desarrollar con rapidez.

SOBRE EL AUTOR
Pedro Gargantilla

Es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

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