El fiasco de Starship no frena la ambición espacial de Elon Musk
La gran capacidad de carga del cohete será crucial en los siguientes retos de la exploración espacial
Directo | Última hora de la explosión del cohete SpaceX de Elon Musk
Estalla en el aire el cohete Starship de Elon Musk poco después de despegar
Se trataba de una prueba de fuego. Nunca mejor dicho, porque Starship, el buque insignia de SpaceX, la compañía del siempre polémico Elon Musk, acababa entre llamas a unos 120 kilómetros de la superficie terrestre, sobre el Golfo de México. El cohete, el más ... grande y potente jamás construido por la humanidad conseguía despegar, pero mostraba problemas en el momento en el que se suponía que sus dos etapas debían separarse. Después, vueltas erráticas que culminaban con una explosión y vítores de los espectadores. Porque aunque la nave no haya cumplido su objetivo de casi rodear la Tierra, SpaceX se encuentra un paso más cerca de su objetivo final: manejar esta ‘bestia’ de 120 metros y 39 motores en total con la que Musk quiere poner humanos en la Luna, después en Marte y, luego, más allá.
El ‘paseo’ que la compañía tenía planeado comenzó en la tarde de ayer, a las 15.35 (hora española) en Boca Chica (Texas, EE.UU.), donde SpaceX tiene su base de lanzamiento. Allí, el imponente Starship con sus dos etapas integradas (por un lado, la base llamada Super Heavy, de 70 metros de altura y formada por 33 motores Raptor); por otra, la nave Starship, de 50 metros, con tres Raptor principales más otros tres secundarios) despegó por primera vez con tan solo unos minutos de retraso.
Sin embargo, a los tres minutos de comenzar el vuelo, se pudo observar la nave girando erráticamente, sin conseguir separar las dos etapas. Tras unos segundos agónicos, finalmente el vehículo espacial acababa explotando en el cielo, ante la mirada de cientos de curiosos y aficionados que se desplazaron hasta las inmediaciones.
Aún con todo, desde SpaceX afirman que su objetivo no era completar la prueba, sino recabar datos que les servirán para futuros test. Muestra de ello fueron los cientos de botellas que los empleados de la compañía descorcharon después del final abrupto de la prueba. También les felicitaba el administrador de la NASA, Bill Nelson: «Todos los grandes logros de la historia han exigido un cierto nivel de riesgo calculado, porque un gran riesgo conlleva una gran recompensa. Esperamos con impaciencia todo lo que aprenda SpaceX, hasta la próxima prueba de vuelo... y más allá», escribía en su cuenta de Twitter. El propio Musk felicitaba a su equipo por la misma vía, adelantando que la próxima prueba tendrá lugar «en unos meses».
Lo cierto es que ni él mismo tenía fe en que todo saliera según lo esperado. «No debemos confiar que será un éxito», escribía por la misma vía unos días antes de la primera intentona que acabó cancelándose por una válvula congelada el pasado lunes. «Lo que es seguro es que no será aburrido», vaticinaba.
Minutos antes del lanzamiento, el ingeniero principal de integración de SpaceX, John Insprucker, señalaba que pese a que todos los sistemas estaban listos para partir al espacio, había que tener muy presente que se trataba de una prueba de desarrollo». «Con este tipo de test nunca sabes lo que va a pasar exactamente, así que la emoción está garantizada». Porque, de la veintena de pruebas que desde 2019 SpaceX ha realizado de su novedoso sistema Starship, aproximadamente la mitad han acabado en explosiones, llamas o aterrizajes fallidos.
«Era algo que se podía esperar», explica a ABC César Arza, responsable de la unidad de análisis de misión del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). «Es el cohete más grande y más potente jamás construido, por lo que está sometido a unos esfuerzos nunca vistos y a una ingeniería límite que es necesario probar. Es algo normal».
Posibles causas
En cuanto a las posibles causas del fallo, habrá que esperar a los informes posteriores, pero las imágenes ya revelaron algunos detalles sobre lo que pudo haber ocurrido. «Esto es todo especular, pero aparentemente ha habido un problema con la separación de las dos etapas», explica Arza. Según el cronograma, a los 2 minutos y 49 segundos, Starship y Super Heavy debían desensamblarse y comenzar caminos separados: el primero, una vuelta casi entera a la Tierra de unos 90 minutos para acabar volviendo a través de la atmósfera en un vuelo no controlado que caería sobre el Océano Pacífico; el segundo, directo hacia un aterrizaje suave tan solo unos minutos después del lanzamiento cerca del Golfo de México, en el Atlántico (donde finalmente han acabado las dos piezas).
«Si el problema ha venido con la separación, implica que el control de la orientación se pierde y no puedes controlar ambas etapas», señala Arza. Eso explicaría los giros erráticos que se han podido observar al final de la prueba, justo antes de la explosión.
No es la única teoría. Para algunos expertos como Javier Atapuerca, jefe de Análisis de Misión y Estudios en GMV, no pasó desapercibido el hecho de que tres motores estuvieran apagados (o fallaran) durante el despegue. «Después se apagaron dos más, y uno más que se encendía de forma intermitente. No tiene que ser un problema per se, pero no da buenas sensaciones», señala a ABC. También se teoriza con un posible problema con el sistema de orientación de los motores, lo que explicaría que acabara fuera de control; otra teoría es que el sistema que amarra ambas etapas, que funciona ‘a rosca’, como el de las botellas, falló ayer. «Es pura especulación ahora mismo», señala Atapuerca.
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A pesar del final explosivo, la ambición de Musk parece no apagarse. No en vano, ya ha manifestado su intención de terminar sus días en Marte, según le confesó al periodista Ashlee Vance en su biografía autorizada 'Elon Musk, el empresario que anticipa el futuro'. «Me gustaría morir en Marte, pero no estrellándome. Lo ideal sería ir de visita, volver a la Tierra por un tiempo y, después, regresar allí cuando tenga unos setenta años y quedarme definitivamente», aseguró el excéntrico magnate. De momento, parece que sigue en camino.