Así interfiere la belleza estética en tu salud
Aunque defendamos la actividad física por nuestra salud, los cambios estéticos importan mucho más de lo que confesamos
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Queda bien decir que hacemos ejercicio por nuestra salud, pero lo que vas a escuchar de tu entorno son frases del 'pero qué bien te veo', 'pero cómo has adelgazado', 'habrás tenido que cambiar la mitad de tu armario…'. Lo apreciación más parecida a algo que tenga que ver con la salud será un 'te veo más joven', pero es muy poco probable que te feliciten diciendo que tienes pinta de tener unos buenos niveles de colesterol, o por tus pulsaciones en reposo. La mayoría de los refuerzos positivos a tu estilo de vida saludable estarán mucho más relacionadas con las consecuencias estéticas. Es lógico a nadie le amarga un dulce.
Lo estético está presente de manera constante lo queramos o no. Si tuvieses que elegir entre un físico abrumadoramente bello, aunque con algún leve achaque de salud, y uno indiscutiblemente desagradable a la vista pero con una salud de hierro, al menos te lo pensarías dos veces. La realidad no es tan radical, tanto los unos como los otros pueden estar bien o mal de salud, el problema es que lo estético pesa más de lo que creemos y siempre está ahí sesgando nuestra valoración de todo. Si fuera real que ponemos la salud por delante no ocurrirían cosas como:
• Que cientos de miles de mujeres de todo el mundo eviten entrenar con cargas pesadas preocupadas por 'parecer Hulk', en lugar de valorar los más que demostrados beneficios del entrenamiento de fuerza.
• Que cientos de miles de personas de todo el mundo se gasten una fortuna en productos milagro cuya única promesa es hacerte adelgazar en tiempo récord.
• Que cientos de miles de personas de todo el mundo tengan una relación complicada con la comida, llegando en muchísimos casos a convertir este problema en trastornos alimenticios.
• Que millones y millones de personas pasen mucho tiempo mirando en redes sociales las fotos de gente a la que quieren parecerse sin tener ni idea de cómo son y cómo es su vida más allá de su 'envidiable' cuerpo.
• Que muchos miles de personas acaben con algún problema físico o alguna lesión al intentar llegar a porcentajes grasos muy bajos, sin ni siquiera saber si dicho porcentaje es el saludable para él o ella.
• Que muchas cadenas de gimnasios tengan un modelo de negocio basado en que la gente pague la cuota para no ir. De hecho si nos importara la salud tanto, acudiríamos todos al gimnasio que pagamos y no habría ni sitio ni suficientes profesionales cualificados para atender tanta demanda, así que los clientes cambiarían a gimnasios donde se les atienda como merecen en lugar de preferir los que tienen muchas teles y muchas cintas de correr y elípticas, que es la triste realidad en la mayoría de los casos.
• Que nos estemos todo el rato preguntando los unos a los otros cuánto peso hemos perdido.
• Que no escucharíamos a gente hablar de los carbohidratos y lo malo que es un batido de proteinas mientras se fuman un cigarro.
• Que no serían tan significativos los trastornos derivados de la baja autoestima ocasionados por comentarios despectivos sobre tu aspecto físico en las redes sociales.
La lista es interminable y seguro que tú tienes tus propios ejemplos, ya sean basados en tu experiencia personal o en la de personas que conoces de manera más o menos cercana. En un utópico mundo en el que primara la salud por encima de todo, lo bello sería lo sano y algo sano es algo fuerte. Fuerte no significa necesariamente tener el cuerpo de un culturista de élite, fuerte es lo opuesto a débil y la delgadez ocasionada por la búsqueda a toda costa de encajar en unos cánones estéticos concretos, es y será débil siempre. Sabemos qué es sano y qué no, no debes caer en esa autocomplacencia de decir que tienes que aceptar tu cuerpo porque sí, como esté. Al fin y al cabo es el chasis con el que tienes que vivir esta vida, puede ser más bonita o fea, pero tienes que intentar construir unos cimientos que te ayuden a resistir las tempestades que seguro vendrán.
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