Cómo detectar si tus escasos resultados en el gimnasio son culpa de tu falta de voluntad
Incumplir metas en muchas ocasiones tiene un solo culpable: nosotros mismos
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Desde la psicología se podrá dar una definición más completa, pero el auto sabotaje no es otra cosa que actuar de una manera contraria al objetivo que nos hemos propuesto. Simplemente es prepararnos para fallar. Por ejemplo, te pones un reto: 'Quiero ... empezar a hacer ejercicio, me voy a apuntar a una carrera de 10 kilómetros que hay dentro de tres meses y así tener una meta'. Suena bien, pero por el camino nunca dices que no a ninguna de las fiestas que te dejan al día siguiente sin poder moverte de la cama, tampoco has dicho que no a esa despedida de soltera que te llevará un fin de semana a batir el récord mundial de mojitos bebidos en menos de una hora. Es inútil, no podrás llegar en condiciones a ese reto. Si no abandonas antes, el día de la prueba tu actuación rozará lo lamentable y tu conclusión será 'es que yo no puedo'.
Te equivocas. En general, sí que puedes
Otro ejemplo estereotipado pero real: Llega alguien y afirma con contundencia que va a empezar a hacer ejercicio, que ya se lo ha propuesto en serio y que la próxima semana empieza. Buenas noticias, aunque ese 'la próxima semana' ya nos dice algo ¿Por qué no hoy? Bueno, aceptamos pulpo como animal de compañía. Seguidamente esta persona dice que va a empezar poco a poco, que por ahora con dos días a la semana está bien. Siempre es mejor que intente un mínimo de tres e incluso aspirar a cuatro si quiere cumplir con esos dos días. Cuando se hace esta recomendación se tuercen las caras, empiezan las excusas personales, cuando no alguna consideración sugiriendo que quien puede dedicar ese tiempo al ejercicio tiene una vida un tanto superflua y carente de preocupaciones. Lo mejor es dejar que el tiempo sea el que dictamine quién tiene razón. Pasan los meses y ni uno ni dos días, ni diez mil pasos ni nada de nada. Supongo que habrá que esperar a 'la próxima semana'. Y solo se trataba de hacer ejercicio dos días, de sacar un par de horas de las 168 que hay en toda una semana.
¿Cómo medir la autoexigencia de las metas que nos marcamos?
Hay personas que para darle un sentido a lo que hacen necesitan aspirar o reflejarse en los mejores. Si quieres ser Rafa Nadal es indudable que tu nivel de tenis va a mejorar, también me atrevo a asegurar que no le vas a igualar, sobre todo si has decidido coger una raqueta con treinta años. Este estímulo que a unas personas les es muy válido, a otras les hunde, necesitan ver pequeñas victorias semanales, un aplauso por cada día que han conseguido cumplir su reto personal. Yo diría que el consumidor medio está en este segundo grupo. Mentalmente tiene todo el sentido y, por supuesto, hay que aplaudir cualquier pequeño paso de alguien que ha decidido salir del sedentarismo, pero ¿dónde está el problema? La mayoría de los mensajes publicitarios de gimnasios, entrenadores, nutricionistas y medios de comunicación apelan al cortoplacismo de 'los retos a treinta días', los métodos infalibles con solo cinco minutos diarios de ejercicio, las dietas que te harán perder una barbaridad de kilos semana a semana, pastillas que te van a transformar en vigilante de la playa… Optar por estos milagros solo tiene un final: el fracaso.
El mayor inconveniente es que el otro camino es más largo, cuesta más a pesar de que está comprobado que funciona. Cuando algo funciona ¿por qué no lo hacen más personas? Aquí es donde el auto sabotaje hace su aparición y no es otra cosa que el diálogo interno negativo: literalmente nos decimos a nosotros mismos que no podemos hacerlo. Nuestras emociones provocan conversaciones internas negativas que dan como resultado elecciones de comportamiento que son inconsistentes con nuestras metas. Si no te has traído la mochila con la ropa de deporte porque te has levantado muy pillado de tiempo, prueba a dejarla lista antes de irte a dormir. Sabes perfectamente que todas las mañanas de tu vida vas con el tiempo justo, no echar por la noche en una bolsa unas zapatillas unos pantalones y una camiseta de deporte no es un acto de demostración de lo estresante que es tu vida, es un acto de auto sabotaje en toda regla.
Suponiendo que tus metas son realistas (convertirte en campeón del mundo no es un buen ejemplo) el auto sabotaje suele ser fruto de una falta de confianza a la que se suma el no tener un apoyo de tu entorno, como esa pareja que te dice 'pero se te ha ido la olla, a tu edad con estas cosas' o el amigo que parece que le dan un bonus cada vez que consigue que te quedes en la terracita a una ronda más. La receta es tan simple como difícil para muchas personas: intenta eliminar el mayor número de circunstancias que choquen de frente con tu objetivo. Cambiar y conseguir tus metas requiere decisión y en algunos casos incluso diría que coraje. Por supuesto que hay riesgo de fracasar, pero nunca lograrás nada si no lo intentas. No te sirvas en bandeja tus propias excusas, así que empieza mañana y no la próxima semana.
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