Fitness
El cuerpo tiene memoria muscular: ¿es verdad que quien tuvo, retuvo?
El cuerpo manifiesta una mayor sensibilidad al estímulo del ejercicio y una adaptación más rápida a la actividad física si existe un historial de entrenamiento previo
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Iniciar sesión'El que tuvo, retuvo y guardó para la vejez'. Este refrán con el que la sabiduría popular se refiere a la persona que, aunque pasen los años, conserva su atractivo, su vigor o su habilidad podría aplicarse al ámbito de la actividad física ... si nos adentramos en el concepto de la memoria muscular . De hecho, son varias las investigaciones que demuestran que si durante una etapa de nuestra vida hemos realizado ejercicio de forma regular pero lo dejamos de practicar un tiempo a nuestro cuerpo le resultará menos complicado retomar esa actividad física que a una persona que nunca logró llevar esa dinámica. Las investigaciones para determinar o no la existencia de la memoria muscular se han centrado, según revela el catedrático de Educación Física, Felipe Isidro , tanto en la teoría del dominio mionuclear como en la teoría epigenética.
Para acercarnos a ambas teorías cabe recordar que las fibras musculares son grandes células multinucleadas y que cada una de ellas puede llegar a contener miles de núcleos. Por ejemplo, una única fibra de músculo de bíceps humano de unos 10 centímetros de longitud contiene aproximadamente 3.000 núcleos periféricos ( mionúcleos ). Cuando realizamos contracciones musculares mediante el ejercicio físico nuestros tejidos se adaptan al daño producido reparando las fibras musculares dañadas por la acción del entrenamiento. Esos núcleos periféricos inician así el proceso de síntesis de proteínas necesario para la reparación y el crecimiento muscular y cuando el músculo aumenta su tamaño con el ejercicio se van añadiendo más mionúcleos. La cuestión es según aclara Isidro, que estos mionúcleos no se pierden necesariamente si se deja de hacer ejercicio.
Por otro lado, las investigaciones también se han dirigido a un aspecto molecular de la memoria muscular pues se ha demostrado que tanto el entrenamiento de resistencia como el de fuerza provocan modificaciones epigenéticas , es decir, cambios moleculares en nuestro ADN que alteran la forma en la que se expresa un gen. Estos cambios, que se conservan durante el periodo de inactividad, se relacionan con el aumento del volumen muscular y explicarían en parte por qué se produce un mayor efecto mediante el reentrenamiento.
Por tanto, las personas que hubieran realizado ejercicio con anterioridad conservarán más mionúcleos y notarán que al retomar esa dinámica mejorarán su rendimiento de forma más rápida y eficaz que en el caso de los que realizaban actividad física solo esporádicamente.
Sin embargo, Isidro aclara que, aunque durante ese periodo de inactividad no se haya perdido el número de mionúcleos ganados con el ejercicio, sí que se produce una pérdida de salud importante si hemos sido sedentarios, pues se reducen las fibras musculares, se pierde fuerza y funcionalidad y, con todo ello, disminuye la calidad de vida. Esto, además, es más acusado si nos referimos a personas mayores.
¿Se pierde fuerza o resistencia?
En el caso de los deportistas profesionales las paradas en los entrenamientos debido a una lesión o por cualquier otra circunstancia implican un empeoramiento en todas las áreas, según asegura Alberto García-Bataller, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.
A nivel cardiorrespiratorio se sabe que a los 15 días de reposo se pierde entre el 4 y el 14% de consumo máximo de oxígeno, disminuye el volumen sanguíneo, aumenta la frecuencia cardíaca en reposo de un 5 a un 10% y se reduce el tiempo que transcurre hasta el agotamiento.
A nivel metabólico las enzimas que se utilizan para el transporte de la glucosa y de la grasa disminuyen entre un 7 y un 23% a partir de los 10 días de reposo.
La pérdida de fuerza se produce de tres a cinco veces más rápidamente que la pérdida de masa muscular y, según revela Felipe Isidro, se sabe que los periodos de inactividad de 15 a 30 días pueden dar lugar a un 30% de pérdida de fuerza.
Además no todas las fibras musculares se ven afectadas por igual ante un periodo de falta de ejercicio. Las fibras musculares rápidas (capaces de contraerse a gran velocidad y sin necesidad de oxígeno) se pierden más rápidamente y en mayor proporción que las lentas (que son las que tardan más en contraerse y necesitan oxígeno para funcionar). «Esto podría traducirse en que durante los periodos de desentrenamiento se pierde fuerza en mayor cantidad y con más rapidez que resistencia cardiorrespiratoria», aclara Isidro.
La masa muscular, en el punto de mira
El tiempo durante el cual nos hayamos ejercitado antes del periodo de inactividad, el tipo de entrenamiento que se haya seguido, la forma física en la que nos encontremos en ese momento, la edad o incluso el género son algunos de los factores que influirán en el plazo que tardemos en perder y en recuperar la masa muscular.
La fuerza se pierde rápido, pero también se recupera a una mayor velocidad. Pero la merma de masa muscular sí que es preocupante, según apunta García-Bataller, pues en cada década de vida se pierde un 1% de masa muscular si no se entrena. Y a partir de los 50 años se pierde un 1% con cada año de vida que transcurra. Por eso lo más probable cuando lleguemos a los 60-65 años es que «nos duela todo, no por ser mayores sino porque la masa muscular no es capaz de sostener el peso del esqueleto», aclara.
En el caso de las mujeres, además, hay que tener en cuenta que a partir de la menopausia pueden llegar a perder entre un 1% y un 2% de masa ósea.
Lo que no se pierde con el paso del tiempo es la adaptación del sistema nervioso a la actividad física , es decir quien era bueno corriendo, nadando o jugando al tenis, lo seguirá haciendo bien o muy bien a nivel técnico. Eso sí, sus capacidades físicas no le acompañarán y además habrá aumentado los riesgos de padecer una lesión si no ejercita la fuerza y la resistencia.
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