Dietas peligrosas: por qué debes huir de las fórmulas mágicas para adelgazar

Dietas que prometen unos resultados espectaculares en poco tiempo suelen ser extremadamente restrictivas, desequilibradas y, en algunas ocasiones, peligrosas para la salud.

Dietas como la de la piña, la alcachofa, la disociada o el ayuno extremo (sin planificación) han sido y son muy populares porque se basan en la necesidad de resultados inmediatos.

Prometen pérdidas de peso drásticas en pocos días, teniendo en común la reducción del consumo calórico de forma extrema o eliminando grupos enteros de alimentos. Pero estas dietas no están diseñadas para ser sostenibles en el tiempo y en raras ocasiones consideran las necesidades nutricionales de cada persona.

- Pérdida de masa muscular: como se reducen drásticamente las calorías, el cuerpo no solo pierde materia grasa, sino también se produce una pérdida de masa muscular. De esta manera reducimos el metabolismo basal y se dificulta todavía más la pérdida de peso a largo plazo.

- Efecto rebote: cuando abandonamos este tipo de dietas el cuerpo tiende a recuperar el peso perdido, e incluso es posible ganar kilos de más. Esto es debido a la ralentización del metabolismo basal y los posibles atracones derivados de la privación de alimentos.

- Deficiencias nutricionales: al eliminar gran cantidad de nutrientes y energía se pueden producir deficiencia de vitaminas, minerales y pérdida de masa muscular, lo que conlleva la aparición de debilidad y fatiga, anemias, una mala relación con la comida y problemas de salud grave.

- Impacto en la salud mental: dietas que promueven una restricción severa de determinados alimentos y energía, pueden desencadenar ansiedad, obsesión por la comida y una relación poco saludable con la alimentación.

- La dieta de la piña: se basa en el consumo exclusivo de piña durante varios días y promete desintoxicar el cuerpo y perder peso rápidamente. Aunque la piña es una fruta maravillosa, rica en fibra, vitaminas y enzimas digestivos, una dieta tan limitada y sin consumo de proteínas puede causar fatiga y deficiencias graves de nutrientes, así como pérdida de masa muscular (que ya sabes que es importantísimo mantenerla)

- Dietas hiperproteicas extremas: aunque el aumento de proteínas nos puede ayudar a controlar el apetito, las versiones extremas en las que se eliminan casi por completo los carbohidratos (incluso los procedentes de las verduras y frutas) pueden provocar cetosis, debilidad y problemas renales a largo plazo.

- Dietas de ayuno extremo: saltarse comidas (sin sentido ni planificación) o pasar días sin ingerir alimentos bebiendo solo caldos y siropes, puede causar pérdida muscular, mareos y desequilibrios en los niveles de azúcar en sangre.

- Dietas disociadas: se basan en no mezclar los distintos macronutrientes, es decir; grasas, proteínas e hidratos de carbono. En ellas se produce un déficit de nutrientes y vistas en papel, es bastante sencillo identificar que la pérdida de peso se produce por la drástica reducción e incluso eliminación de carbohidratos.

El problema de este tipo de dietas es que dejan de lado las necesidades individuales de cada persona. Perder peso de forma saludable no se trata de restringir calorías, sino que debemos garantizar que nuestro organismo reciba todos los nutrientes que necesita para realizar sus funciones correctamente y que no solo mantenga nuestro estado de salud, sino que lo mejore.

Las dietas mágicas no promueven hábitos alimenticios sostenibles, por lo que la mayoría de personas después de hacer una de ellas vuelven a sus antiguos patrones una vez la terminan, lo cual se convierte en un círculo vicioso.

1. Equilibrio. Piensa que tu alimentación debe contener todos los grupos de macronutrientes (hidratos de carbono, grasas y proteínas), pero dependiendo de cada persona estos deberán estar presentes en tu alimentación en un porcentaje u otro. Pero recuerda que siempre es un error eliminar algún grupo de estos.

2. Cambios sostenibles. En lugar de eliminar grupos de alimentos, centrate en añadir opciones más nutritivas, como frutas, verduras frescas y alimentos integrales. A la larga no solo lo notarás en la báscula, sino que también lo agradecerá tu salud.

3. Paciencia. La pérdida de peso gradual (unos 0.5 Kg por semana) es más saludable y sostenible que intentar adelgazar rápidamente, ya que en la mayoría de ocasiones, una pérdida de peso rápida conlleva una reducción de la masa muscular.

4. Escucha a tu cuerpo. Aprende a distinguir entre hambre física y emocional. Comer de manera consciente ayuda a disfrutar más de los alimentos y a evitar el exceso.

5. Siempre con profesionales. Un nutricionista es el profesional indicado para ayudarte a desarrollar un plan personalizado que tenga en cuenta tus objetivos, tu salud y tus preferencias personales, de esta manera verás cómo seguir una alimentación saludable no se hace tan pesado.

Además, todo este tipo de dietas tan restrictivas fomentan una visión negativa de la comida, tal como si de un enemigo se tratase. Crear una relación saludable con la alimentación significa disfrutar de los alimentos sin sentimiento de culpa, comiendo equilibradamente y aprendiendo a escuchar las señales de nuestro cuerpo.

Lo mejor, huir de dietas estrictas y apostar por un enfoque personalizado y equilibrado, porque tu salud es lo primero.

Puedes saber más de la nutricionista Elisa Escorihuela a través de su cuenta de Instagram: @eliescorihuela , su labor en el Centro de Nutrición Nutt y en su libro 'Dietoterapia'. Además puedes leer todas las recomendaciones nutricionales que recogen sus artículos en ABC de 'Aula de nutrición'.