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Nutrición
La almendra es uno de los frutos secos más versátil. Apta tanto para un snack rápido como para incluir en platos dulces y salados, la almendra es muy común en nuestra cocina. Estas, semillas del fruto del almendro, tienen tres variedades: la amarga, que es venenosa; la mollar, de cáscara fácil de quebrar y la dulce, que es comestible y utilizada en variedad de guisos y postres.
Tal como explican desde la Fundación Española de la Nutrición (FEN), la almendra se ubica en gastronomía entre los frutos secos y se consigue en el mercado tanto el fruto para desconchar; entera con su cáscara; entera desconchada; y fileteada. También, se puede encontrar como especial para adornar, o preparar salsas dulces o saladas, y garrapiñadas, que se obtienen al dorarlas en un caldero con azúcar.
Apunta desde la FEN que las almendras «contienen fósforo, potasio, magnesio, calcio, hierro, y vitaminas A, E, B 1 y B-2 ». También, es importante saber que gracias a su alto contenido proteico y de fibra dietética, estamos ante un alimento muy energético y nutritivo, además de ser rico en ácidos grasos insaturados.
El fósforo es un mineral que junto con el calcio y el magnesio forma parte del hueso, estos tres minerales son esenciales para el fortalecer nuestra estructura ósea. Además, gracias a su contenido en fibra , las almendras pueden ayudarnos a tener mayor sensación de saciedad, así como favorece el bienestar de la flora intestinal, responsable de procesar alimentos difíciles de digerir y de absorber nutrientes.
«Las almendras son un alimento muy energético ideal para el frío . Favorece la subida de la leche materna, mejora problemas del sistema nervioso y es un desinfectante intestinal», afirman desde la Fundación.
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