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Doñana se seca por la acción humana

El gran humedal europeo extensión por la sobre explotación de los recursos

José A. González

En 1914, las marismas de Doñana estaban «risueñas, ceñidas de oro con el sol en sus espejos rotos», así las describía el poeta Juan Ramón Jiménez. Años antes, Vicente Blasco Ibáñez novelaba su Albufera valenciana como «una calle de Venecia, con las márgenes cubiertas de ... barracas y viveros». Cien años después, ese paisaje es difícil de ver y «no va a volver», asegura Roberto González, responsable del programa de Aguas de SEO/BirdLife.

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