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Obama, al Papa Francisco: «Es maravilloso poder conocerle»

El primer encuentro se centra en inmigración y lucha contra la desigualdad social. El Papa le ha obsequiado con «La alegría del Evangelio» y el «Angel de la Paz»

Obama, al Papa Francisco: «Es maravilloso poder conocerle» afp

juan vicente boo

El Papa Francisco transmite optimismo. Al término de un encuentro de más de cuarenta minutos en su biblioteca privada, el Papa regaló al presidente americano una copia de la exhortación apostólica « La alegría del Evangelio », que traza el programa renovador de su pontificado, y también un medallón que recuerde al jefe de la Casa Blanca su responsabilidad de promover la paz.

Barack Obama le agradeció el libro confiándole: «Sabe usted, probablemente lo leeré cuando estoy en el Despacho Oval y me siento profundamente frustrado. Estoy seguro de que me dará fuerza y me calmará». Aunque a su lado estaba el intérprete, el Papa no esperó la traducción sino que respondió en inglés: «I hope» («Así lo espero»). ( Mira aquí las fotos del encuentro )

El Santo Padre le regaló también dos artísticos medallones. El primero de la columnata de Bernini diciéndole en español «Esto se lo regala el Papa…», y el segundo del «Angel de la Paz» añadiendo: «…pero Jorge Bergoglio le regala otra cosa, el Ángel de la Paz. Cuando vi esto dije: ‘Se lo voy a dar a Obama’».

El primer encuentro entre ambos tuvo un tono muy cordial desde el primer momento. Como hace con todos los líderes, el Papa había salido a la antesala para recibirle con un afectuoso «¡Bienvenido!”», a lo que el presidente contestó emocionado: «Muchas gracias. Es maravilloso conocerle. Es un gran honor. Soy un gran admirador. Muchísimas gracias por recibirme».

Al cabo de más de cuarenta minutos de encuentro en privado, acompañados sólo por dos intérpretes, Barack Obama presentó al Papa la delegación norteamericana, en la que figuraba el secretario de Estado John Kerry, quien se reunió a continuación con su homólogo vaticano Pietro Parolin .

El presidente obsequió al Papa con una caja hecha con cuero y madera «de una de las más antiguas catedrales de Estados Unidos», y una colección de semillas del huerto de la Casa Blanca. Con toda naturalidad, el Papa comentó en ingles «me parece que esto son zanahorias», a lo que el presidente respondió: «Si viene a la Casa Blanca le podemos enseñar el jardín». El pequeño huerto lo cuidan personalmente la primera dama Michelle y sus dos hijas, cuya ausencia por motivos de otro viaje disculpó el presidente.

Cinco años después de su visita a Benedicto XVI en 2009, cuando Obama era el líder más popular del mundo, el presidente acudió de nuevo al Vaticano «para escuchar» al actual número uno en popularidad, el Papa Francisco, y disfrutar del «efecto aureola» que proporcionan las imágenes de intercambio de sonrisas con el Santo Padre.

El primer encuentro de ambos se centró en los temas de mayor sintonía: desde la reforma legislativa que debe resolver el problema de los 11 millones de inmigrantes ilegales en Estados Unidos hasta las medidas para hacer frente a las secuelas de desigualdad que está provocando la larga crisis económica. Abordaron también los puntos de mayor interés común en política exterior: Medio Oriente –a donde el Papa viajará a finales de mayo-, Ucrania y China.

Discrepancias con el gobierno de EE.UU.

El Vaticano discrepa de la administración Obama en muchos otros temas, empezando por la escasez de medidas «pro vida» para ayudar a las madres en dificultades y el exceso de apoyo al aborto . Otro serio desacuerdo es el punto de la reforma sanitaria que obliga incluso a las instituciones religiosas a pagar la contracepción y otras prestaciones contrarias a sus principios éticos. Pero ambos temas fueron abordado de antemano el pasado mes de enero por el secretario de Estado vaticano Pietro Parolin durante la visita de su colega norteamericano John Kerry.

Ese adelanto cronológico de los capítulos más escabrosos permite que los comunicados oficiales de hoy resalten la sintonía pues, como dijo el embajador norteamericano ante la Santa Sede, Ken Hackett, «en este tipo de encuentros de alto nivel, se evita que nadie quede mal».

En esa línea, el comunicado del Vaticano recogía que en los encuentros de Obama con el Papa y, posteriormente, con el secretario de Estado Pietro Parolin, se abordó «el ejercicio de los derechos a la libertad religiosa, a la vida y a la objeción de conciencia». A su vez, entre las áreas de colaboración se menciona «el empeño común por eliminar el trafico de seres humanos en el mundo».

Obama contribuyo a preparar un clima de sintonía declarando el día anterior al «Corriere della Sera» que venía a Roma «para escuchar» al Papa ya que «su pensamiento es valiosísimo para entender cómo podemos vencer el desafío de la pobreza extrema y reducir la desigualdad en la distribución de renta. Exigiéndonos en los temas de justicia social, nos alerta del peligro de acostumbrarnos a desigualdades extremas».

El presidente reconoció que «el Papa nos desafía. Nos suplica que nos acordemos de la gente, de las familias y de los pobres. Nos invita a reflexionar sobre la dignidad de la persona humana».

Regalos con mensaje

Aunque lo haga de modo cordial, el Vaticano sabe enviar mensajes. En julio del 2009, Benedicto XVI regaló al presidente americano una copia del documento sobre bioética «La Dignidad de la Persona», elabora por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Era un modo de marcar el desacuerdo con la administración Obama en materias de aborto y objeción de conciencia.

El primer trabajo del joven Barack Obama, antes de ir a la Universidad de Harvard, fue para la diócesis de Chicago, donde se encargó durante tres años (1985-1988) de actividades sociales para varias parroquias. Al final de ese período se bautizó en una iglesia protestante, pero siempre ha mantenido admiración por la actividad caritativa de la Iglesia católica.

El próximo encuentro del presidente y el Papa será en Estados Unidos a finales de septiembre del 2015. El Vaticano sólo anuncia los viajes con seis meses de adelanto, pero el Papa Francisco ha recibido ya la invitación para pronunciar un discurso ante las dos cámaras del Congreso americano reunidas en sesión conjunta. Tiene, además, una invitación a visitar Naciones Unidas y, naturalmente, a participar en el Encuentro Mundial de las Familias que se celebrará en Filadelfia.

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