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Sting presume de clásicos

El británico abrió ayer el Festival de Cap Roig celebrando su pasado y con una generosa ración de himnos de Police

Sting presume de clásicos efe

David morán

Cuatro años después de exhibirse en el mismo recinto como galán romántico y someter su cancionero a una ampulosa terapia de choque sinfónico, Sting volvió anoche a ser Sting y regresó a los jardines de Cap Roig ligero de equipaje y con ganas de celebrar sus días de gloria. Nada de orquestas, pues, para un artista que, acostumbrado a dar bandazos en los últimos tiempos entre la música barroca, el folk inglés e incluso los musicales, se tomó anoche un respiro para disfrutar de sí mismo. Quizá escuchó decir a sus compatriotas OMD no hace mucho aquello de que en los festivales la gente lo que quiere oír son clásicos, pero el caso es que se concentró en repasar lo más selecto de su repertorio y, sobre todo, sacó brillo una vez más al legado de The Police , gran protagonista de una inauguración del Festival Jardins de Cap Roig para la que se habían agotado las entradas.

Un Sting clásico, sí, pero no por eso menos certero: abrir el recital encadenando «If I Ever Lose My Faith In You» y «Every Little Thing She Does Is Magic» ya fue toda una declaración de intenciones; cerrarlo con «Every Breath You Take» y «Next To You», la prueba incontestable de que el de Wallsend había llegado dispuesto a exhibir su perfil más festivo y antológico. De hecho, por un momento parecía que el concierto hubiese empezado al revés, por lo que la primera descarga sorprendió a mucha gente buscando aún su butaca. Momentos de ligero desconcierto que se esfumaron en cuanto Sting desenfundó el reggae entre algodones de «Englishman In New York» y jugueteó con la audiencia con «So Lonely».

Acompañado por una formación tirando a espartana si la comparamos con aventuras recientes -guitarra, teclados, batería, una corista y un violinista-, el británico presumió de músicos v exhibió músculo instrumental en «When The World Is Running Down, You Make The Best Of What’s Still Around» y, ya fuera de territorio Police, se puso tierno para rescatar la mullida «Fields Of Gold». Una licencia sentimental que quizá no encaje con esa imagen de leñador chic que ahora luce sobre el escenario, pero que le sirvió para tomar impulso y llegar hasta «Driven To Tears» y «Walking On The Moon», fibrosas incursiones en su pasado.

Entre clásico y clásico, el público se quedó con las ganas de contemplar de cerca algún souvenir de esa gira que ha compartido recientemente con Paul Simon -«America», clásico añejo de , se cayó del repertorio- pero, algo es algo, se pudo consolar palmeando de lo lindo con «Message In A Bottle», reencontrando al Sting más tierno con «Shape Of My Heart» y disimulando ante una «Hounds Of Winter» que, saturada de épica, se acabó haciendo demasiado larga. Un bache que disimuló «De Do Do Do, De Da Da Da» pero que aumentó aún más con el extenuante maratón instrumental que llegó a continuación. Menos mal que pasaba por ahí «Roxanne» para enderezar el rumbo, teñir de rojo la platea y enroscarse al cuello el «Ain’t No Sunshine» de Bill Withers, pieza de orfebrería soul que aguanta lo que le echen.

Al final tuvieron que llegar «Desert Rose», «Every Breath You Take» y «Next To You» para que el público perdiese la vergüenza y celebrase, ya en pie, el cierre redondo de un concierto que no lo fue tanto y que despidió la etérea «Fragile». Lo dicho: Sting, cara a cara con sus clásicos y presumiendo de ellos.

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