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Bonet: «Hacer un Cervantes más iberoamericano no es hacer un Instituto menos español»

El nuevo director de la institución ha recibido el mandato de amplificar su papel de embajada cultural y concentrarse en la sinergia con los países de Iberoamérica

Juan Manuel Bonet, junto al mapamundi de su despacho JOSÉ RAMÓN LADRA
Jesús García Calero

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Juan Manuel Bonet (París, 1953) estrena su despacho del Cervantes en una primera jornada maratoniana. Recibe a ABC mientras el teléfono de su secretaria no deja de sonar con mensajes de todo tipo de instituciones y personalidades. Su llegada abre la puerta a una nueva etapa en la que toca consolidar los logros de una institución fundamental para la imagen de España, bien valorada, pero que, según nos cuenta, debe volcarse en Iberoamérica y en aportar una oferta cultural más amplia y excelente que acompañe a la enseñanza del idioma. Confiesa que ambas «consignas» le entusiasman. «Soy el primer director de un centro que pasa a ser director de la red. Me enorgullece el espíritu de los que eran mis colegas hasta ayer y de sus equipos. Es una vocación ser cervantino, ser miembro de esta casa, gente que defiende nuestro idioma, nuestra cultura, nuestro país en casi todo el mundo ».

La cultura y el idioma lo son de un país que extendió su lengua y visión del mundo al continente americano, y también un país con tensiones y problemas de identidad por su gran diversidad. «Yo tengo raíces gallegas (por mi padre) y catalanas (mi madre es rosellonesa), así que conozco bien el tema ». Mano tendida y deseos de colaborar con los institutos gallego, vasco y catalán, aunque el horno político no esté para bollos.

-¿La cultura puede tender puentes?

-Claro. La primera carta recibida ha sido del director del Llull. El Cervantes hace muchas cosas por la cultura visual, musical, literaria catalana, vasca y gallega. Puede hacer más, pero tendrá que haber una voluntad por la otra parte de implicarse más con nosotros. Esa voluntad aún no se ha visto. Si se da, bienvenida será. Considero que hay una cantidad enorme de cosas que se pueden hacer juntos, desde dar clases de sus idiomas hasta exponer a sus artistas o escuchar a sus músicos.

-¿Qué es un Cervantes?

-El lugar al cual acude la gente que quiere aprender nuestro idioma, la gente que quiere estar en contacto con nuestra cultura. Y somos un referente para los iberoamericanos que viven en esos países y para los oriundos de otras culturas interesados en lo español.

-Entendido como un ámbito más de la lengua que de la nación.

-Tenía el Cervantes un perfil muy español en origen y hoy está más abierto a la dimensión iberoamericana. Pero eso lo da la realidad de nuestra cultura, cuya capacidad vivificadora ha tenido fermentos en el Nuevo Mundo, desde el Inca Garcilaso a Rubén Darío o Huidobro. Y Miguel Ángel Asturias con su mundo de leyendas, o el Góngora tropical que fue Lezama Lima. Todo director del Cervantes sabe que tiene que tener en cuenta esta dimensión y debe conocer a los interlocutores en cada país. Hay que potenciarla y para eso hay que tener en cuenta -esto está en la mente de todos- las dobles redes que tiene España en algunos países.

-Siempre se invoca el clima enrarecido con el mundo diplomático. Dígame si lo percibe así.

-Es un mito. Ha habido momentos y momentos. En París, mi experiencia es otra, la embajada ha sido nuestra mejor aliada. Además, los ministros de Exteriores y Cultura tienen una sintonía intensa, han coincidido en Bruselas y les une una misma vocación europea... Yo creo que es una muy buena conjunción.

-Les exigió un cambio presupuestario. El mundo de la cultura presente en su toma de posesión le interrumpió y aplaudió.

-No exigí, pero sí se lo pido. Y añadí que no voy a plantear cosas irrealistas. Hemos pasado por un tiempo duro, en el que las cosas se han hecho bien, sin permitir que repercutieran ni en ERE ni en cierres. Pero para hacer cultura necesitamos otro presupuesto.

-¿Hay una conciencia de que es el momento de reivindicar el valor estratégico primordial de la cultura?

-Sí, desde luego. Desde las primeras conversaciones con el ministro cuando se me ofrece el puesto, se me dicen dos palabras, que son casi las consignas de mi mandato: más cultura y más Iberoamérica. Son mis dos misiones. Eso no quita para decir y subrayar que el Cervantes es fundamental en la enseñanza del idioma y además lo hace extraordinariamente bien.

-¿Esa dimensión estratégica cultural está tal vez por encima de la mirada de la política exterior?

-O coincide con la política exterior en el sentido de que tenemos un gran interés por estar presentes en América. García de la Concha ha hecho como pocos por favorecer esa política cultural desde la RAE, primero, y desde el Cervantes después.

-No puede ser ya de otro modo.

-Debemos ser plataforma de nuestra cultura y estar muy abiertos. También César Antonio Molina lo vio muy claro en su tiempo. Pero ¿cómo se articula eso con otras instituciones que están en el terreno y no hay demasiada sinergia?

-Hay acuerdos con el instituto mexicano, y con el colombiano Caro y Cuervo...

-Tienen su sede aquí en el Cervantes. Y el Inca Garcilaso de Perú está a punto de incorporarse. Vamos de la mano en el terreno educativo. El Siele es el nuevo producto que hemos creado y tiene gran éxito: ochenta universidades se han adherido a esta certificación.

-¿Qué se juega España en esto?

-Está el valor económico del español, programa creado por José Luis García Delgado y que concluye este lunes. Y nos jugamos ser la casa común para las repúblicas hermanas y los intelectuales de otros países. Lo he vivido en París porque hemos trabajado muchísimo en esa dirección.

-¿Cómo debemos estar en América?

-No hay nada que impida ofrecer clases de español en ciudades de Iberoamérica porque el idioma, tal y como lo enseña el Cervantes, puede tener demanda en esos países, por nativos o población flotante. Soy optimista.

-¿Trump cataliza esa sinergia porque nos pone en buena perspectiva para valorar lo que compartimos?

-En EE.UU. el español es pujante, goza de buena salud. El Gobierno norteamericano debe ser consciente de ello. La página de la Casa Blanca se volvió a poner. Florida, donde el presidente ha sido muy votado, tiene una enorme minoría hispana. Hay que continuar en nuestra acción habitual, trabajando en ese acuerdo que tenemos con México allí, el observatorio de Harvard y hay que mirar nuevas posibilidades.

-Ciudadanos ha pedido en el Congreso un centro en Washington y presencia en otras ciudades.

-Hay que esperar a que cuaje, porque es el Gobierno el que tiene la palabra. Está en la mente de todos. Y en Miami hay un centro de la Aecid. Es territorio Cervantes. Ya se irá viendo.

-¿Cómo será su plan de choque cultural, si tiene más dinero?

-Ese plan partirá de hablar con los interlocutores, con todos los que tienen que aportar. Si logramos un mayor presupuesto para los proyectos subirá la calidad de las exposiciones. De llevar grabados a llevar pintura, por ejemplo. Es pronto para concretar, pero hay que buscar un gran consenso entre los actores, museos y fundaciones que ayude a poner en pie proyectos.

-Para obtener más dinero, ¿hay algún argumento que quisiera poner sobre la mesa?

-Los dos ministros respondieron bien.

-Pienso en el tercero, el de Hacienda.

-He tenido muy buena experiencia en la época del Reina Sofía con Hacienda. Hicimos muchas daciones en pago de impuestos. Había una labor fundamental de didáctica hacia Hacienda. soy perfectamente consciente de ello. Pero tenemos metas muy atractivas. Está bien que el Cervantes gane dinero enseñando el español y enseñando a enseñarlo. Pero también le hace falta un poco más de dinero para hacer cultura más ambiciosa.

-España no ha mirado a Iberoamérica lo que debería. Hay países con discursos anticoloniales...

-Julián Marías decía que América completa al español. El roce es lo que hace el cariño. He viajado mucho y sé que hay un sector instalado en la dialéctica del genocidio, pero no es un sector central. Los intelectuales latinoamericanos saben que la relación con España y lo español es importante.

-Vienen los centenarios de Cortés y Elcano...

-Y añadamos el del Ultraísmo en 2019 y la llegada del joven Borges a Madrid. Hoy en día estamos en un buen momento para esa voluntad de acción conjunta con esos países. Sin perder nuestras señas de identidad como institución española.

-¿Cuál es la fórmula?

-Somos una institución española que busca aliados en América y se preocupa por difundir junto con ellos su cultura. El Inca Garcilaso es el primer exiliado que escribe desde Córdoba sobre su país, el primer Vargas Llosa, digamos. Esa es la cultura española que nació en América. Borges, Paz, los grandes son parte de nuestra herencia común, gente para la que fue importante vivir en España, cercana a España. Hacer un Instituto Cervantes más iberoamericano no es hacer un Instituto Cervantes menos español, sino hacerlo con la conciencia de lo que España ha aportado a América y lo que América aportó a España. Hay que ser muy centrista. Extremo centro. No podemos compartir aspectos del discurso de países donde una parte de la opinión es antiespañola.

-¿Qué le gustaría haber aportado con su paso por la dirección del Cervantes?

-Que la ilusión que ayer mostró el mundo de la cultura que acudió a mi toma de posesión, una ilusión por hacer cosas bien y tener más medios se cumpla.

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