Porno infantil, violaciones y tortura: el contenido que mina la salud mental de los moderadores de TikTok
Dos trabajadores de la red social cuentan la guerra psicológica que libran sin apenas apoyo
Están en huelga indefinida y acusan a una subcontrata de la plataforma de impagos y provocar bajas médicas
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Como a tantos otros, a Raquel el mundo se le rompió con la llegada de la pandemia. De la noche a la mañana, la empresa para la que trabajaba echó el cierre y acabó en el paro con pocas opciones laborales a la vista. No ... quería «morir de hambre». Estaba «dispuesta a todo», recuerda ahora, en conversación con ABC. Después de pasar mucho tiempo escudriñando la red en busca de oportunidades, consiguió una oferta para pasar a formar parte del equipo de moderadores de TikTok en España a través de la multinacional Majorel, una subcontrata de la 'app' china que dedica buena parte de su fuerza laboral a revisar y etiquetar las publicaciones de usuarios españoles, y de otros tantos puntos del mundo, que pueden ser contrarias a las políticas de la plataforma. Los requisitos para acceder al empleo no eran demasiado exigentes. La compañía pedía poco más que el inglés y algunos conocimientos básicos de informática: «¿Qué podía salir mal? Es una 'app' para adolescentes. No puede ser para tanto», pensó la empleada. Pero lo fue.
La alegría de Raquel, que realmente no es Raquel, porque utiliza un nombre ficticio, duró poco. De su primer día en la empresa recuerda bien dos cosas. La primera, el buen recibimiento de sus compañeros. La segunda, un vídeo de un joven suicidándose delante de la cámara: «Fue un shock. No estamos hablando de un videojuego o de una película. Es una persona real que se está quitando la vida delante de tus ojos».
La gota que colma
Desde entonces hasta ahora han pasado unos cuantos años. En ese tiempo, por la pantalla de la moderadora han pasado todo tipo de vídeos aberrantes. Han sido horas visionando suicidios, asesinatos, violaciones o tortura animal. Todo este contenido supone un mal trago. Todo mella, poco a poco, la salud mental. Pero Raquel tiene claro cuál es el contenido que le resulta más vomitivo. El que tuvo buena parte de la culpa de que pasase varios meses de baja por depresión: «La pornografía infantil, es repugnante». Y ahí le estaba esperando cuando recibió el alta que, además, fue precipitada por un error administrativo. A pesar de que su psicólogo particular lo desaconsejaba.
Según señala la trabajadora, el trato que da Majorel a sus empleados no es el óptimo. Pero ni de lejos. Los moderadores cobran poco más que el salario mínimo con la paga extra prorrateada y algún plus -en total, unos 1.200 euros al mes-. Trabajan 40 horas semanales en turnos que pueden ser de día, tarde y noche. En ocasiones también los fines de semana. Raquel remarca, además, que la atención psicológica que ofrece la compañía está muy lejos de ser la ideal. Más teniendo en cuenta el tipo de trabajo y el contenido al que están sometidos sus empleados. La firma, además, decidió recientemente la abolición total del teletrabajo. Y esa fue la gota que colmó el vaso.
Un gato y una licuadora
Desde el lunes de esta semana, la inmensa mayoría de la plantilla de moderadores, conformada por unas 1.000 personas, está en huelga indefinida. En un comunicado, firmado por el sindicato Solidaridad y Unidad de los Trabajadores, se acusa a Majorel, entre muchas otras cosas, de tener un «largo historial de impagos». También de «desestabilizar psicológicamente a los trabajadores» para que abandonen sus puestos rápidamente y, de este modo, ahorrarse las indemnizaciones. La idea de la compañía es «mantener una plantilla con poca antigüedad quemando a los trabajadores». Y lo consigue.
Así lo señala Ricardo, otro moderador de TikTok que, en este caso, afirma pasarlo excepcionalmente mal con los vídeos en los que se ve cómo se tortura a algún animal. «Recuerdo un vídeo de un perro al que estaban torturando. Primero le cortaban las patas, después le golpeaban con un martillo y, finalmente, lo decapitaban», explica Ricardo, que, evidentemente, tampoco se llama Ricardo. «Después de ver cómo metían un gato en una licuadora tuve claro que necesitaba ayuda», recuerda. La buscó en la propia empresa, y el resultado fue nefasto. «Las sesiones con los psicólogos son de una hora al mes. Además, te cambian de psicólogo constantemente. Volver a comenzar cada dos por tres con otro profesional es complicado. Así no se puede solucionar ningún problema», destaca el moderador.
Raquel acudió en un par de ocasiones a consulta con los psicólogos que Majorel pone a disposición de los trabajadores. Nunca llegó a repetir con el mismo profesional. Y tampoco le hizo falta. «Los dos que vi me dijeron que por qué no me buscaba otro trabajo. No tengo claro que fueran verdaderos profesionales», recuerda. Según señala la moderadora, nada te prepara para lo que tienes que ver en pantalla. Especialmente si te toca moderar países como India o Estados Unidos, donde hay más tendencia a subir asesinatos y suicidios: «Hace unos meses hubo un caso muy gordo de violación y me tiré las ocho horas de la jornada viendo vídeos al respecto. Ese día, como mujer, me mató».
«No te dediques a esto»
Ricardo señala que TikTok también cambia las guías de moderación cada poco tiempo, lo que lleva a que los trabajadores se confundan y muchas veces no sepan cómo actuar ante determinados contenidos. El empleado apunta que todo el trabajo que los moderadores realizan es seleccionado anteriormente por los sistemas de la red social como susceptible de violar las normas de la compañía. Su función pasa por revisarlo y ponerlo alguna etiqueta, como podría ser, por ejemplo, «promoción del tabaco». Después es la máquina la que dicta sentencia y decide qué hacer con el contenido.
«A veces las cosas son más normales, gente fumando o bebiendo alcohol, otras ves barbaridades. Puedes ver un descuartizamiento y luego encontrarte con un vídeo normal de una persona bailando», dice Ricardo.
Según señala en conversación con este diario el doctor en psicología y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Guillermo Fouce, el estar sometido de forma diaria al contenido aberrante que ven provoca «una carga emocional importante» que puede derivar, entre otras cosas, en «pérdida de la empatía o problemas para relacionarte. También en insomnio y problemas físicos y mentales». La situación se vuelve más grave si la empresa no pone los medios necesarios para apoyar a los trabajadores.
Ni Ricardo ni Raquel tienen planes de seguir mucho más en sus puestos. El primero está a la espera de encontrar otro trabajo que sea indefinido. La segunda ya se está formando y a la caza de oportunidades. «Si alguien piensa en dedicarse a esto le diría que no lo hiciese. Solo en casos de extrema necesidad», dice la moderadora.
ABC se ha puesto en contacto con TikTok y Majorel. La primera no ha querido hacer valoraciones sobre la huelga de los trabajadores. La segunda, directamente, no ha respondido a la solicitud de este diario.