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Google «congela» sus gafas de realidad virtual Glass

La compañía dará por finiquitado el lunes el programa de desarrolladores. El gigante de Mountain View creará una división específica para repensar el dispositivo y recuperar el interés inicial con un nuevo modelo

Google «congela» sus gafas de realidad virtual Glass GOOGLE

Michael McLoughlin

Es probable que entre tanto rumor, noticia y comunicado algún que otro usuario haya sentido un ligero mareo similar al que uno experimenta cuando «calza» unas lentes que no son de su graduación. Google jubila este lunes a sus «exploradores», ese grupo de personas que han podido trabajar con sus gafas de realidad virtual Google Glass desde que las pusiese en juego en 2012. Tras cerrar las cuatro tiendas físicas que tenían repartidas entre Estados Unidos y Londres, el gigante de Mountain View ha anunciado que el próximo lunes pone punto y final al programa de desarrolladores así como la venta de este «gadget».

A pesar de que la decisión podría emborronar aún más el futuro de este proyecto, desde el corazón del buscador más utilizado de internet afirman que se trata de un paso atrás para coger impulso y repensar algunos aspectos de esta primera versión. Según recoge «The Wall Street Journal», la multinacional pretende reinventarlo y lanzar una nueva versión a lo largo de este año o a principios del que viene.

Y para reafirmar esta voluntad, creará un equipo dedicado en exclusiva a este dispositivo , apartándolo así de la lista de tareas de la conocida como División «X», un departamento responsable, entre otras cosas, de la red de globos con los que llevar internet a lugares remotos. El trabajo realizado deberá contar, en último término, con la bendición de Tony Fadell, rector de la sección dedicada a los termostatos inteligentes Nest, que controlará los avances del equipo dirigido por Ivy Rosse.

Esta noticia llega tras un largo rosario de episodios que han tenido como resultado que la enorme expectación que se generó con su presentación haya ido menguando progresivamente e incluso el invento corrió peligro de caer en el ostracismo tecnológico.

Las 'Google Glasss' levantaron rápidamente dudas sobre sus fronteras legales: desde los límites de su uso al volante hasta el enconado debate de la privacidad, especialmente en aspectos como el reconocimiento facial o la captación de imágenes.

Cuando la actual versión llegó a manos de los desarrolladores muchos criticaron aspectos el diseño, la autonomía o la integración de la pantalla en el campo de visión. La empresa fundada por Larry Page y Sergei Brin firmó acuerdos de colaboración con marcas de prestigio como Oakley o RayBan.

El tercer gran escollo fue el precio. En el experimento comercial que llevó a cabo el pasado 15 de abril en Estados Unidos -se agotaron las unidades que se pusieron a la venta aunque la empresa no concretó la cifra exacta- aquellos que quisieron hacerse con unas tuvieron que soltar 1.500 dólares.

La agencia británica Reuters publicó hace unas semanas que muchos de los que habían decidido crear aplicaciones para este soporte habían tirado la toalla. Un dato que recogió la revista TIME en una columna en la que aseguró que el producto sería de nicho siempre y nunca llegaría a ser un gran «hit». Y es que, por el momento, la mayoría de iniciativas que se han visto han estado muy enfocadas a desempeños muy específicos.

Estas cucharaditas de ricino no han sido, sin embargo, impedimento para que otros pongan en marcha la maquinaria para crear sus propias gafas de realidad aumentada como Lenovo o Microsoft. Sony quizás haya sido el más disruptivo en este caso, al crear un accesorio acoplable compatible con cualquier montura.

Los «wearables»

A pesar del estratosférico interés suscitado inicialmente, la demora en ver avances concretos y la larga exposición al juicio público de una versión en pruebas conllevaron que los relojes inteligentes tomasen el papel protagonista en la prometida revolución de la tecnología «vestible» -«wearable», en inglés-.

Para adaptarse a esta nueva generación de dispositivos, Google creó Android Wear, una plataforma con la que pretendía confinar el espíritu de su sistema operativo móvil en «smartwachtes» y otros «wearables». Sin embargo, parece que la empresa no termina de dar con la tecla de estos productos, una prometedora revolución que aún está tierna.

Aunque empresas como Sony -la primera gran marca que se atrevió con este mercado tras Pebble- hayan lanzado ya algunos productos, el despegue ha sido más bien tímido.

LG, que ha utilizado este sistema operativo por partida doble en el G Watch y en el G Watch R , podría estar preparando un nuevo reloj con su propio software. Motorola con su Moto 360 , alabado por su forma, consiguió atraer varias miradas pero una vez estrenado su tirón mediático ha menguado notablemente.

Samsung, punta de lanza en el gremio de móviles, ha sido la que más ha éxito ha conseguido gracias a sus Gear, que funcionan con Tizen. El último miembro de esta familia, el Gear S , es el primero del mercado que permite utilizarse de manera autónoma con una tarjeta SIM y no limitarse a ser un mero apéndice del «smartphone». Por otra parte, los surcoreanos -que utilizaron Android Wear únicamente en el Gear Live - podrían revelar añadir una nueva pieza a su catálogo con esfera redonda.

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