León XIV y la guerra contra la economía que ignora a Dios

Prevost actualiza la Doctrina Social incluyendo el reto que entraña la Inteligencia Artificial

«'Rerum novarum' denunció el comunismo y los excesos del capitalismo y mostró que la iglesia se preocupa por problemas terrenales», explica María Solano, profesora del CEU

El Papa León XIV no es un Francisco vestido de Benedicto

El Papa León XIV oficia su primera misa en la Capilla Sixtina EFE

A veces los nombres de los Papas ofrecen pistas sobre cómo van a ser sus pontificados. Es el caso de Francisco, que adoptó el del más pobre de los santos para un papado que se propuso poner a los desamparados en el centro. Por eso, ... cuando el cardenal Dominique Mamberti anunció desde el balcón de San Pedro cómo se llamaría el nuevo Papa, el mundo pensó en el último León que ocupó la Cátedra de San Pedro, entre 1878 y 1903. Es el autor de 'Rerum novarum' (1891), la primera encíclica que denunció el marxismo y los excesos del capitalismo y, más importante que eso, el primer compilador de la llamada 'Doctrina Social', que no es otra cosa que la idea de que la Iglesia no debe ocuparse solo de las cuestiones espirituales, también debe hacerlo de las terrenales –léase distribución de la riqueza, salario justo o modelo económico– cuando estas atentan contra la ley de Dios.

Por si alguien albergaba dudas en torno a las razones de la elección del nombre, ayer el Pontífice lo aclaró durante su primera reunión con los cardenales: «León XIII, con su histórica Encíclica 'Rerum novarum', afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece a todos su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo».

Como explica Fernando Fuentes, que es director de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Promoción humana, las premisas de la Doctrina Social se han mantenido inalteradas desde 1891, «lo que cambian son las circunstancias». Si León XIII tuvo que lidiar con ese capitalismo feroz del siglo XIX que depauperó a la clase obrera y la arrojó a los brazos del marxismo, y Juan Pablo II lo hizo con la Unión Soviética, a León XIV le corresponderá aportar una visión cristiana sobre la globalización, el cuidado del clima o el auge de una Inteligencia Artificial que «amenaza con sustituir la presencia humana», según dijo el Papa Francisco.

Precisamente, el nombre elegido por Prevost ofrece continuidad con su predecesor, que pasará a la historia por haber adaptado la Doctrina Social a los problemas de una economía globalizada. Francisco criticó el neoliberalismo, la especulación financiera, la sacralización del paradigma tecnocrático y «la fe ciega en la mano invisible del mercado», y lo hizo con esa poca preocupación por la precisión del lenguaje que le caracterizaba, según explicó el profesor del IESE Antonio Argandoña. Esto le valió el sambenito de «izquierdista» por parte de algunos. Sin embargo, advierte la profesora María Solano, que enseña Doctrina Social en la Universidad CEU San Pablo, no hubo ninguna diferencia entre su visión de la economía y las de Benedicto XVI, san Juan Pablo II o León XIII.

'Rerum novarum'

Como ya se ha avanzado, el contexto puede cambiar pero el fondo de la Doctrina Social no lo ha hecho desde 'Rerum novarum'. Aquella encíclica fue una revolución, comenta María Solano, un documento que cargó por igual contra todas las ideologías salvíficas. León XIII denunció la «fantasía del socialismo de reducir a común la propiedad privada», que «repugna a los derechos naturales de los individuos» –se lee en la encíclica–, pero también ese capitalismo que en su época imponía «el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios».

'Rerum novarum' baja al barro, y entre otras cosas defiende el papel provisor del Estado, el derecho de los obreros a sindicarse o la familia como una sociedad anterior y superior al Estado –por derecho natural– y en la que este no puede inmiscuirse.

La Doctrina Social, explican los expertos, ni pretende competir con las ideologías ni establece cómo se deben organizar las sociedades. Es una crítica a los sistemas que actúan por mera racionalidad económica –Francisco lo llamó la «fe ciega» en la mano invisible de Adam Smith y «los tecnócratas»– y no ponen al ser humano en el centro. «No puede ser que sea noticia que la Bolsa cae un punto y no que un indigente muera de frío en la calle», escribió Bergoglio en 'Evangelii gaudium' (2013), en una actualización de la parábola del buen samaritano que le sirvió para denunciar la confianza en 'el sistema' que anestesia la compasión y en realidad es excusa para el egoísmo; es lo que Juan Pablo II llamaba «estructuras del pecado».

Como explica María Solano, los manuales enseñan que la Doctrina Social se basa en tres principios: la solidaridad, la subsidiariedad y la justicia social. Con esto, la Iglesia pone deberes a los individuos, y también a los gobernantes. A estos últimos, 'Rerum novarum' les recordó que ostentan un poder que es solo «una cierta participación del poder infinito», de modo que «deberá aplicarse a la manera de la potestad divina, que vela con solicitud paternal no menos de los individuos que de la totalidad de las cosas».

Todo apunta a que, en el frente social, habrá continuismo entre León XIV y su predecesor. No obstante, su carácter tímido y poco dado a improvisaciones –leyó su primer discurso– insinúan que el nuevo Papa dará pie a menos malinterpretaciones de quienes quieran situarlo en este o aquel negociado ideológico.

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