El Papa León XIV no es un Francisco vestido de Benedicto
Prevost tiene su propio estilo y personalidad, y así lo está dejando claro desde el principio de su Papado, diferenciándose de sus predecesores
El pensamiento de León XIV: de su posición sobre las parejas gais a la ordenación de mujeres

Hay gestos que lo identifican con Benedicto y otros con Francisco. El jueves salió del balcón de la basílica de San Pedro vestido como prevé el protocolo papal, le acompañaron los tres cardenales previstos según las normas del cónclave, habló de paz, sinodalidad y ... de los pobres, regresó a Santa Marta en un coche oficial, y se fue a dormir a su propio apartamento en vez de quedarse en Santa Marta. Sabía que desde el primer momento sus gestos serían mirados con lupa para descifrarle, y para no perder tiempo ni crear falsas expectativas, optó por ser él mismo. El Papa León XIV no es un Francisco vestido de Benedicto, sino que tiene su propio estilo y personalidad.
Mientras que en 2013 Francisco prefirió no ponerse la «muceta roja» para su primera aparición pública, esa capa corta de color rojo que heredaron de los emperadores romanos, él sí que consintió en llevarla, como prevé la liturgia de los Pontífices. Pero imitando a Francisco, que mantuvo su cruz pectoral con la figura del Buen Pastor, León XIV tampoco se quitó su propia cruz episcopal, que tiene incrustadas reliquias de santos de la Orden de San Agustín. En cuestión de detalles, también dejó aparcados los zapatos rojos y se quedó con los que llevaba puestos, de color negro.
Aunque Francisco abrió una nueva senda en la tradición de nombres de pontífices, Prevost, igual que Ratzinger, ha escogido un nombre papal que enlaza con la tradición de un predecesor concreto, en este caso León XIII. Benedicto explicó que deseaba impulsar la paz igual que Benedicto XV intentó detener la Primera Guerra Mundial, aunque posteriormente ligó su nombre a San Benito, patrón de Europa.
León demostró que es riguroso: es el primer Papa que habla en italiano y que opta por leer su primer saludo. Benedicto y Francisco prefirieron improvisar unas palabras solo en italiano. Pero igual que Francisco, invitó a los peregrinos a rezar juntos antes de impartir su primera bendición. En el contenido, usa el vocabulario del Papa Francisco: una paz «desarmada», el recuerdo a los pobres, la mención a una devoción concreta a la Virgen y la «sinodalidad».
La primera misa
En su primera misa ya como Papa, en la Capilla Sixtina, León ha utilizado el mismo pastoral -el bastón coronado por una cruz- que utilizaba Benedicto XVI, y una casulla sencilla regalada a Francisco por las víctimas del terremoto del Aquila. León ha invitado a la ceremonia también a los cardenales mayores de 80 años, que no pudieron asistir a las que celebraron sus dos inmediatos predecesores el día después del cónclave. También en esto ha actuado por su cuenta.
En aquella misma ceremonia, Benedicto leyó en latín una homilía preparada previamente por la Secretaría de Estado. Francisco prefirió hacer una homilía sin papeles, en la que dijo que «si no se pone a Cristo en el centro, la Iglesia se arriesga a convertirse en una ONG piadosa». El mensaje cristológico es el mismo que este viernes recordó León XIV, quien fiel a la tradición de su Orden, citó a un Padre de la Iglesia, Ignacio de Antioquía.
Desde la Capilla Sixtina regresó a Santa Marta en un coche oficial, que recuerda más al Ford Focus de Francisco que a una limusina presidencial, pero que tampoco es el Fiat 500 blanco con el que Francisco circulaba por Roma.
La casa del Papa
Su primera decisión operativa fue pasar la noche en su propia casa dentro de los muros vaticanos, y no en Santa Marta, donde aún pernoctaron la mayoría de los cardenales electores. Aparentemente no ha tomado aún la decisión sobre dónde estará la residencia. Lo cierto es que la espiritualidad de los agustinos está ligada a la vida en comunidad, y es difícil que opte por una vida completamente aislada. A la vez, es poco probable que vaya a Casa Santa Marta. En estas horas tiene previsto visitar el Palacio Apostólico para retirar los sellos que impiden el paso a la zona reservada al Papa, y hacerse una idea de si se adapta a sus propias necesidades.
También este viernes el Vaticano confirmó que el Papa ha renovado a todos los altos cargos de la Santa Sede y a la gobernadora del Estado Ciudad del Vaticano, aunque lo ha hecho «provisionalmente, hasta que se decida diversamente, pues desea reservarse un tiempo para la reflexión, la oración y el diálogo, antes de cualquier nombramiento o confirmación definitiva». Benedicto y Francisco también actuaron así, aunque tardaron algo más de tiempo en declararlo, y Ratzinger confirmó inmediatamente a su secretario de Estado, el cardenal Angelo Sodano. El Papa no ha hecho así con Parolin.
Su agenda de los primeros días es muy parecida a la que definieron sus predecesores. Este sábado se reunirá de nuevo con los cardenales, como es tradicional. La novedad es que el domingo se asomará al balcón central de la basílica de San Pedro a mediodía, y no a la ventana del Palacio Apostólico como es tradicional, para rezar el Regina Coeli y hacer un breve saludo. Francisco aprovechó su primer acto para celebrar misa en la parroquia del Vaticano. León ha preferido no hacerlo.
La misa de inicio de Pontificado será el próximo domingo a las 10 de la mañana, con delegaciones oficiales, con gran expectación en Roma por la posible presencia de Donald Trump, pues se trata del primer Papa nacido en EE.UU. A diferencia de Benedicto y Francisco, también se da más prisa en cumplir el protocolo, pues inmediatamente después, el martes 20 de mayo, tomará posesión de la basílica de San Juan de Letrán y el domingo 25, de San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor. Los otros Papas fueron menos rigurosos en estos compromisos. Otra novedad es que el primer sábado disponible, el 24 de mayo se reunirá con la Curia Vaticana y con los empleados del Estado Ciudad del Vaticano.
Cada sucesor de Pedro es un espejo de su propio tiempo. Mientras que Benedicto le gustaba la música clásica y a Francisco le gustaba el fútbol, y a él le gusta el tenis y es un admirador de Alcaraz. Como decía Benedicto XVI, el modo más correcto para interpretar la historia de la Iglesia católica es la hermenéutica de la continuidad. León XIV demuestra que «continuidad no significa ser iguales».
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