Jesús Navas: «El tomate de los Palacios es el mejor del mundo»

La conversación, grabada en el propio municipio sevillano, estuvo marcada por la emoción y el cariño del público local hacia uno de sus vecinos más ilustres. Y el ambiente no podía ser más especial: vecinos, aplausos, cariño sincero, y un Jesús Navas que no pudo evitar emocionarse al recordar sus raíces. «Es mi pueblo, me emociona», decía con la voz entrecortada mientras el público coreaba su nombre. Habló de su familia, de la humildad que le han transmitido desde niño y de la importancia de mantenerse fiel a los valores sencillos, los de siempre.

En medio de esa charla cercana, surgió el tema del tomate, ese producto tan típico de Los Palacios que ya forma parte de su identidad. Navas respondió con humor, pero también con convicción: «Algo tendrán los tomates de Los Palacios, ¿no? Nosotros decimos que son los mejores del mundo…». Y es que lo dice quien ha recorrido medio planeta, pero sigue recordando con cariño el sabor de casa.

Para quienes aún no lo conocen, el tomate de Los Palacios no es un tomate cualquiera. Es un producto cultivado con esmero, en un entorno agrícola privilegiado del Bajo Guadalquivir, donde la tierra y el clima dan lugar a un fruto sabroso, carnoso y con un aroma que lo distingue a la primera.

Durante los últimos años además, ha ganado reconocimiento no solo local, sino también en mercados y ferias gastronómicas gracias a su calidad. No necesita grandes campañas: basta con probarlo una vez para entender por qué en Los Palacios lo defienden con tanto orgullo.

Jesús Navas ha sido campeón del mundo, ha jugado en algunos de los mejores clubes de Europa, y sin embargo, cuando se le pregunta por lo que de verdad le importa, habla de su gente, de sus hijos, de la humildad, y de su tierra. No es solo un futbolista querido por su talento, sino también por lo que transmite fuera del campo: cercanía, sencillez y compromiso con sus orígenes.

Y en ese sentido, no sorprende que destaque algo tan cotidiano como el tomate de su pueblo. Porque a veces, lo que parece pequeño es lo que más dice de nosotros. Para Navas, su pueblo y sus sabores siguen siendo lo mejor del mundo. Y si él lo dice, habrá que probarlo.