Tomás de Perrate: «Mi familia ha inventado el flamenco»

Perrate es su padre, sí, pero no queda ahí la sangre: «Me he preocupado por indagar en mi árbol genealógico y resulta que estoy emparentado con los Agujetas. También con Manuel Torre, El Manijero, Joaquín Lacherna, Paco la Luz, Fernanda y Bernarda, claro, todos los Peña, El Lebrijano, Gaspar, los Funi... Mi familia ha inventado el flamenco», dice con una falta de vacile que no sé transmitir por escrito. Que no se puede, quizá, por el carácter sentencioso de la expresión y porque el lector entenderá que los orígenes son más vastos y complejos.

Y de orígenes, precisamente, van sus ‘Tres golpes’. «Trato una etapa preflamenca. Es decir, músicas populares del Siglo de Oro, que a mí me llega a través de la literatura, como las folías, la chacona, las jácaras… ¡Es la música de la que disfrutó Cervantes! También canto por seguirillas, soleá y bulerías con un aire muy tradicional y, por otro lado, me aventuro en otras composiciones más arriesgadas. Hago como toná un poema dadaísta de Hugo Ball donde solo hay fonemas. Tengo inquietudes, como supongo que las tendrían todos mis antepasados, que fueron contemporáneos de un tiempo diferente al mío».

Vivimos, según él, «una etapa dorada en la que lo único que nos falta a los artistas es experiencia . Tener algo más de recorrido para asentarnos en un mundo que ha cambiado radicalmente». Él, en concreto, está «en un proceso de redescubrir. Me ayudan Raúl Refree, mi productor, y Pedro G. Romero, mi director artístico. Un hallazgo ha sido, por ejemplo, cantar una octava por debajo. Antes no sabía utilizar mis graves como ahora. Además, me pasa una cosa: cuando hago piezas que no quiero que suenen flamencas me resulta imposible con esta voz que tengo», ríe gutural.

Lo veníamos anunciando en las páginas previas al Festival de Jerez. El bailaor madrileño Alfonso Losa está en plenitud. La semana pasada se hizo con el XXIII Premio de la Crítica por su espectáculo ‘Flamenco. Espacio Creativo’ , que presentó en el Teatro Villamarta el 24 de febrero y que esperamos ver durante el próximo año en otros eventos culturales. En él cuenta con la dirección artística de Estévez & Paños, el cante de Sandra Carrasco y El Bola y la guitarra de Francisco Vinuesa, además de la colaboración especial de la bailaora Concha Jareño.

Su obra se hizo con siete de los doce votos emitidos por parte de críticos y periodistas acreditados en el festival. Su nombre, así, se suma al de Antonio El Pipa, el primero que lo obtuvo, en 1999, y otras figuras esenciales de la danza, como Mario Maya, Antonio Gades, Javier Latorre, Isabel Bayón, Belén Maya, Israel Galván y Rubén Olmo, entre otros.

ABC ha podido hablar con él. Tiene una llave que abre las puertas de la academia Amor de Dios, donde ensaya cada día a eso de las 6 de la mañana. «A esa hora nadie te llama. Estás despejado» .

Esta, la del Güito, es una historia fascinante. El bailaor cañí de Madrid que se formó, como tantos otros, en la academia de Antonio Martín, «el cojo que echó a andar el concepto de baile moderno», debutó con la compañía de Pilar López y, estando Antonio Gades en el elenco, se hizo a los 17 años con el premio al mejor bailarín del mundo en el Teatro de las Naciones de París. Detuvo la soleá a golpes de cuello, todo lleno de quietud de cintura para abajo y para arriba, con el codo alzado, el gesto impávido y los cantaores volviéndose locos ante tanta calma rabiosa. Limpió con un gitanismo cristalino su propia escultura, para lo que le ayudó, según confiesa, una bailarina rusa. La soleá fue su palo , e hizo de la farruca, la caña y los cuplés por bulerías que se cantaba a sí mismo señas de identidad de su repertorio. Inauguró el Corral de la Morería, en Madrid, en el año 56; Los Gallos, en Sevilla, una década después, ya como figura, y hasta hace poco lo hemos estado disfrutando en los escenarios. Triunfó en 1986 como una parte esencial del espectáculo ‘Flamenco puro’, que se programó 53 veces en Broadway . Destacó en una generación dorada, la que compartió con Gades, Mario Maya y Farruco , por citar cuatro de las primeras espadas. Y no es que saliera airoso, sino victorioso. Con un montón de oles robados y celos amistosos.

José Manuel Gamboa combina una documentación privilegiada con una tendencia evidente al cachondeo. Leemos, de manera transversal, los principales acontecimientos que han sucedido en esta manifestación artística en la segunda mitad del siglo XX. Fundación de grandes eventos, modas e hitos de los que El Güito, medalla de Oro a las Bellas Artes, fue, en su medida, protagonista.