Fondos documentales
A la Universidad de Sevilla con vacunación certificada
La vacunación contra la viruela fue obligatoria en España desde 1903 y se exigía un certificado médico de haberla recibido para inscribirse en el curso académico
Panorámica del Instituto de Higiene del doctor Murga en la calle Marqués de Paradas, 35
La vacunación obligatoria fue requisito ineludible para los universitarios sevillanos de las primeras décadas del siglo XX como acreditan los documentos digitalizados de sus expedientes académicos que se custodian en el Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla ... .
Noticias relacionadas
El pasado fin de semana, a través de sus redes sociales, los responsables de este valioso fondo documental aireaban los expedientes del periodista Manuel Chaves Nogales y del escritor y bibliófilo Ulises Bidón Villar , primo carnal de Luis Cernuda . Son sólo un ejemplo de la exigencia que las autoridades académicas imponían a todo alumno que quisiera matricularse en la Universidad de Sevilla. En las primeras décadas del siglo XX, el ingreso se materializaba a temprana edad (catorce o quince años), después del examen ante un tribunal del instituto donde el jovenzuelo había cursado el bachillerato.
La certificación de la vacuna contra la viruela -endémica en España hasta 1929 aunque rebrotó después de la Guerra- podía acreditarla cualquier colegiado médico. Es el caso de Ulises Bidón, que presentó la certificación de José Antonio Lemos , inscrito con el número 290 en el Colegio Oficial de Médicos de Sevilla, del 16 de septiembre de 1929: «Don Ulises Bidón y Villar está revacunado recientemente por mí y no padece de ninguna enfermedad contagiosa ni defecto físico», expedido en papel oficial con timbre de Estado y sello del colegio de huérfanos.
En 1930, la inscripción de una alumna de la Escuela Normal de Magisterio lleva la autentificación de un organismo oficial, el Instituto Provincial de Vacunación y Seroterapia, en resguardo con membrete en el que se aprovechaba para hacer hincapié en la vacunación: «La viruela es una enfermedad eminentemente contagiosa. La vacunación y revacunación son los únicos medios de extinguir tan mortífera enfermedad . Los progresos de higiene y la cultura de los pueblos modernos hacen que la vacunación sea un deber del ciudadano».
El más interesante de los documentos exhibidos por la Biblioteca de la Universidad hispalense resulta ser el del periodista Chaves Nogales , del 30 de abril de 1914. Se trata de un resguardo del Instituto de Higiene del Dr. Murga, sito en Marqués de Paradas número 35 (antes Rábida), justo en el solar que hoy ocupa el centro de especialidades médicas del SAS. El propio Leopoldo Murga rubricaba la revacunación del estudiante fechada el 9 de septiembre de 1913.
Se trataba de un instituto privado que había constituido uno de los pioneros de la serología y la radiología en Sevilla. Leopoldo Murga Machado, nacido en Cuba , era hijo de un indiano que se había afincado en Sevilla hacia 1872. Se licenció en la Escuela Provincial de Medicina de Sevilla en 1881 y se doctoró en Madrid dos años después.
Creó el primer laboratorio histoquímico de la ciudad , donde se rodeó de un grupo de jóvenes médicos con quienes compartía ideales regeneradores en el seno de la Sociedad Económica de Amigos del País . Está considerado como introductor de la medicina de laboratorio en Sevilla, con un éxito que desbordó los límites provinciales, hasta el punto de lograr la medalla de oro en la Exposición Internacional de Higiene y Demografía en 1898.
Murga había sido comisionado por la Diputación con una bolsa de viaje de 750 pesetas para estudiar en Valencia la vacunación anticolérica del doctor Ferrán. El Ayuntamiento también envió en comisión de servicio al médico Rafael Tuñón y Lara, de la Beneficencia Municipal, que andando el tiempo daría lugar al Padrón Benéfico que perduró hasta los años 80 del pasado siglo. Tuñón se declaró refractario a la vacunación para frenar el cólera.
Aunque el cólera no tuvo en Sevilla la incidencia de otras ciudades españolas, la controversia en torno al método profiláctico de la vacunación se llevó por delante la corporación municipal y la junta provincial de sanidad, dimitidos en medio de una fuerte polémica.
Más impacto tuvo la viruela, con brotes acusados en 1863, 1865 y 1872 . Sólo este último año se registraron 1.237 fallecimientos y 2.473 al año siguiente para una población de alrededor de 140.000 habitantes. Por poner estas cifras en relación con la actual pandemia, la cifra de muertos por coronavirus roza los 2.000 finados para una población de 700.000 almas.
Resguardo de un certificado de vacunación en un expediente universitario de 1930
Los profesores Antonio Ramos Carrillo y Esteban Moreno Toral han estudiado el impacto de la viruela en Sevilla a finales del XIX destacando la innovación que supuso la creación en 1873 del Instituto Práctico de Vacunación Animal del doctor Joaquín Sosbilla en la calle Palmas (actual Jesús del Gran Poder).
La Diputación y el Ayuntamiento subvencionaron (5.250 y 3.500 pesetas, respectivamente) el tinado donde se mantenía viva la vacuna en las ubres de las vacas. El doctor Sosbilla se obligaba, en reciprocidad, a vacunar cada cinco días al menos dos horas aunque cayera en festivo con las tarifas estipuladas ( cinco, diez o quince pesetas , según la posición económica familiar) salvo a jornaleros y «pobres de solemnidad» a los que se inoculaba de manera gratuita.
A la muerte del doctor Sosbilla en 1895, la Diputación rescindió el contrato y fundó el Instituto Provincial de Higiene, organismo oficial que se encargó de hacer cumplir el real decreto de 1903 que hacía obligatoria la vacunación contra la viruela en toda España y que sirvió de base a la Universidad de Sevilla para exigir el certificado de vacunación a sus alumnos.
Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras