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Texto íntegro del discurso de Alberto García Reyes

Alberto García Reyes, en el momento del discurso Raúl Doblado

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El verdadero conocimiento es el que llega desde dentro. Esta convicción socrática es la que se premia hoy precisamente en el templo del conocimiento, en esta Universidad de Sevilla que fundó maese Rodrigo con la intención de enseñar a los pobres, que es el mismo ... objetivo que tuvo don Francisco Romero López cuando ingresó en el paraninfo de la tauromaquia, la Real Maestranza de Caballería. Rodrigo Fernández de Santaella creó esta academia a comienzos del siglo XVI para que todos tuvieran las mismas oportunidades de saber. Y Curro Romero le contó en sus memorias al maestro Antonio Burgos, que es el autor literario de Sevilla y, por lo tanto, también de las pirámides de su faraón, que él se hizo torero para hartarse de dormir. ¿No son acaso el saber y el dormir una misma cosa? Saber y soñar son dos formas distintas de progresar. Por eso este reconocimiento que la Universidad le tributa hoy a Curro Romero es, en el fondo, un autorreconocimiento. Porque sale tan beneficiado de este lance el que da como el que recibe. La Universidad, porque abre sus puertas a una leyenda y a una cultura sin la que no se puede entender España. Y Curro Romero, porque gana una guerra que ha venido librando desde niño, desde que se coló en el cine para ver «Currito de la Cruz» y salió queriendo ser figura, o desde que el 22 de agosto de 1954 debutó con Limeño en la Pañoleta. Hoy vence aquí el postulado del faraón, la idea rotunda e incontestable de que el toreo es un arte. Y si es un arte, es fuente de conocimiento. Y si es fuente de conocimiento, no puede ser un atavismo trasnochado, sino progreso.

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