LA MISIÓN DEL GRAN PODER
Manolo Villanueva, el capataz que llevó al Gran Poder a «su casa»
El principal representante de esta saga de capataces sevillanos es vecino de Tres Barrios, por lo que reconoce que supone «un orgullo» haber podido ser testigo directo de la Santa Misión del Señor: «jamás pensé que pasaría por mi casa»
Jesús Díaz
Manolo Villanueva lleva más medio siglo al frente de los pasos en la Semana Santa de Sevilla . Ha vivido mucho y lo que le queda. Pero acaba de cumplir un sueño. Llevar al Señor del Gran Poder a «su ... casa» . El máximo representante de esta saga de capataces es vecino de Tres Barrios , donde la imagen de Juan de Mesa ha estado durante tres semanas con motivo de la Santa Misión celebrada por la hermandad por el cuarto centenario de la hechura de la talla por el imaginero cordobés. «Jamás pensé que pasaría un día por la puerta de mi casa», reconoce con enorme felicidad.
En la pasada Semana Santa, ABC de Sevilla dialogaba con el capataz más veterano de cuantos hay activos actualmente en la capital. En 2019 cumplió 56 años al frente de las cuadrillas. Entonces reconocía que tenía un sueño por cumplir: llevar al Señor de Sevilla a Tres Barrios , a su casa.
«Era la guinda que le faltaba al pastel. Cuando me llamaron de la hermandad en 2003 para empezar a llevarlo sentí que era un verdadero privilegiado porque Él me había escogido. A ver si es posible que podamos hacerlo con las prórrogas que han dado para esas misiones. Es lo más grande que puede sucederle a una persona. Y una historia aparte. Cada cual tiene su Cristo, su Virgen, su cofradía... Pero todo el mundo es del Gran Poder », decía hace unos meses a este periódico.
Su sueño, por fin, se ha podido hacer realidad. Manolo Villanueva es vecino de la avenida Federico Mayo Gayarre, por donde caminó ayer el Señor, que hoy termina su Santa Misión. « Es un orgullo, un gran honor » poder ser quien haya llevado al Señor a «su casa», su hogar y su barrio.
« Jamás pensé que pasaría un día por la puerta », confiesa el capataz, que ha vivido estos días con mucha ilusión y ganas, porque sabía que iba a compartir este sueño con su familia, lo que era multiplicaba su emoción.
«La huella»
Un hombre que ha sido testigo de muchas páginas de la historia Semana Santa y de las hermandades de Sevilla en las últimas cinco décadas alberga un baúl inmenso de recuerdos, pero después de lo vivido estos días afirma que haber podido mandar al Señor siendo capataz en esta Santa Misión « es una huella para el resto de su vida ».
Y lo ha hecho junto a los suyos: su hermano, su hijo y su sobrino. Los dos últimos conforman la tercera generación de los Villanueva en el mundo del martillo, donde ya se han ganado un nombre, un respeto y un estilo. La continuidad de la saga en este oficio está garantizada .
Otro motivo de alegría que ha traído la presencia del Señor en su barrio para Villanueva, es que durante la estancia de la imagen de Jesús del Gran Poder en las parroquias de la Blanca Paloma, la Candelaria y Santa Teres a su mujer ha ido a verlo cada día, lo que no puede hacer con tanta frecuencia durante el resto del año en la basílica de San Lorenzo.
Debutó delante de los pasos en 1963 . Tenía 14 años y lo hacía en el misterio de la Presentación al Pueblo de San Benito de la mano de su padre, Antonio Villanueva Pérez, que era segundo de Vicente Pérez Caro, para luego curtirse con Moreno y Domingo Rojas. tres de los «siete magníficos» a los que siempre menciona cuando echa la vista atrás. Faltan por nombrar a Rafael Franco, Salvador Dorado Vázquez, Manolo Bejarano, los Rechi y los Ariza.
Precisamente, con sus padres se fue a vivir a lo que hoy se conoce como Tres Barrios. Lo hizo a unos pisos que él llama barriada de Virgen de Fátima, aunque nadie los conoce por esta denominación.
Allí llegaron en el año 1958 . Aquellas casas pertenecían al Instituto Nacional de Viviendas y se sortearon entre los distintos gremios de la ciudad. Su padre pertenecía al de artes gráficas, pero también había empleados de la prensa, de la banca o de la construcción.
El deterioro de los años
Muchos de los hijos de aquellos primeros vecinos ya se han ido a otras zonas de la ciudad. Sobre todo al morir los primeros repobladores de estos barrios de la periferia de Sevilla.
Él permanece aquí. Vivió y recuerda la Misión de 1965 del Señor del Gran Poder a Santa Teresa, de donde partió ayer hacia la Catedral. Han pasado 56 años. Los mismos que llevaba en 2019 delante de los pasos.
« Era un barrio obrero, de clase media trabajadora . Con los años Madre de Dios y Los Pajaritos se han ido deteriorando, están abandonados», manifiesta Manolo Villanueva. Pese a la situación actual que radiografía, no borra en ningún momento su «orgullo» por haberse criado entre sus calles, tras mudarse desde el Arenal, donde nació. Se bautizó en la Parroquia de la Magdalena . Su familia es un ejemplo del éxodo de sevillanos del centro a los barrios nuevos que se fueron creando a las fueras de la capital.
Manolo Villanueva tiene buenos recuerdos de su infancia y juventud, «entre buena gente, familias y puertas abiertas». Eran veranos de sillas en la calle y conversaciones sin reloj . Una estampa en la memoria que contrapone con la que dibuja la actualidad. Vecinos que no se conocen o que ni se saludan. Sólo hay un elemento que se repite medio siglo después: el Señor de Sevilla presente en el barrio.
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