Patrimonio
Así son los restos de las torres almohades que han aparecido en el monasterio de Santa Clara de Sevilla
Las catas realizadas antes de la restauración que dará comienzo en marzo han permitido vislumbrar las pinturas murales de distintas épocas presentes en las paredes del convento
La restauración del monasterio de Santa Clara de Sevilla sacará a la luz tres torres almohades con paños 'sebka'
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Iniciar sesiónEl monasterio de Santa Clara encierra una gran cantidad de secretos que saldrán a la luz durante las obras integrales de rehabilitación que se acometerán sobre el cenobio hispalense a partir del próximo mes de marzo. Cuando acaben los complejos y extensos trabajos, ... previstos para un plazo de dieciocho meses, los sevillanos podrán descubrir el tesoro patrimonial que se ha pasado tantos años escondido junto a la Alameda de Hércules.
El convento, de grandes dimensiones, está declarado Bien de Interés Cultural. Se levanta sobre las casas-palacio del infante Don Fadrique y conserva la torre homónima, pero además de esta cuenta con otras tres torres de origen almohade que hasta ahora habían permanecido prácticamente ocultas.
Estas se encuentran actualmente colonizadas por completo por otras celdas del convento construidas encima a posteriori, por lo que la presencia de las mencionadas torres apenas se intuye. Algunas celdas permiten ver ventanas polilobuladas de las torres, dando pistas del tesoro que albergan. La restauración prevista para el próximo año, sin embargo, destapará estas joyas procurando mantener todo lo que se ha levantado a su alrededor.
Paños 'sebka', pinturas de santos cristianos y epigrafías góticas son algunos de los tesoros ocultos bajo los muros del cenobio
Sin duda, recuperar todo lo que hay escondido sin destrozar nada será el gran reto de la intervención, como ha señalado a ABC el arquitecto responsable de la redacción del proyecto de rehabilitación, Pablo Manuel Millán. El equipo que se encargará de los trabajos realizará unas «pequeñas operaciones de vaciado y acceso» que dejarán prácticamente intactas las celdas superpuestas y las adyacentes, eliminando «añadidos contemporáneos» y respetando lo demás. Si se dejaran huecas las torres, se perderían estas celdas, y no es el objetivo del proyecto.
Un compendio de épocas y estilos
Esta «pequeña acupuntura patrimonial», como la ha descrito Millán, supondrá que las torres se descubran, se reconozcan y se pongan valor, hasta el punto de que podrán admirarse «a escasos 50 centímetros». La Gerencia de Urbanismo aprobó hace unas semanas la licitación de todas estas cuestiones confiando en el mimo con el que se recuperará el esplendor de siglos acumulados en el monasterio de Santa Clara. El del arte barroco, renacentista, gótico y mudéjar... hasta llegar al arte islámico con paños 'sebka', como los de la Giralda, y esgrafiados de animales y plantas que se conservan en las mencionadas torres almohades.
Las imágenes compartidas con ABC por el arquitecto del proyecto muestran los hallazgos realizados durante las catas realizadas recientemente sobre los muros del cenobio. El propio Millán se sorprende por la riqueza que hay bajo las paredes encaladas del alzado norte de la celda prioral, donde se aprecia un óculo tetralobulado cegado y distintas pinturas posteriores de índole religiosa, como San Jorge, así como epigrafías góticas. En el alzado sur, la situación es similar, constatándose la presencia de pinturas murales en toda la sala.
En efecto, la recuperación de las torres y sus singulares elementos islámicos para la contemplación de todo aquel que visite Santa Clara una vez reabra al público, si se cumplen los plazos, a finales de 2027, no es el único reto que encaran los restauradores. Otra de sus grandes apuestas es rescatar las numerosas pinturas murales que hoy por hoy permanecen ocultas bajo capas de cal en distintos puntos del cenobio.
Esta labor de 'devolver la vida' cientos de años después al convento atañe a algunos de sus espacios más destacados, como la sala de profundis, la «capilla sixtina» del monasterio. En ella también hay documentadas pinturas murales de hasta tres fases diferentes: medievales, renacentistas y barrocas. Las tres son de una calidad e interés notables, por lo que, al ubicarse unas capas sobre otras, y todas ellas bajo la cal, se deberá decidir cuáles dejar a la vista en cada caso. En palabras de Millán, los profesionales tendrán que «tomar una determinación que permita una lectura unitaria» del conjunto sin desvirtuar ni perder la gran riqueza y diversidad que alberga.
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