La dos caras de la oposición en Sevilla: de la estabilidad de Vox a un PSOE más que incómodo
Los de Abascal se han convertido en los grandes aliados del gobierno de José Luis Sanz, mientras que los socialistas vagan sin rumbo en el Pleno y han subido el tono bronco de sus intervenciones
José Luis Sanz cierra el curso con los retos de la limpieza y de la movilidad para septiembre
La portavoz del grupo municipal de Vox, Cristina Peláez, en una intervención en el Pleno
Lo sucedido durante este año político en el Ayuntamiento de Sevilla ha evidenciado la brecha ideológica existente entre las dos bancadas del Salón Colón. Por un lado, el grupo municipal de Vox se ha convertido en el aliado más fiel del gobierno de ... José Luis Sanz, permitiendo que se aprobaran las cuentas de 2025 o algunos proyectos destacados como la regulación de las viviendas de uso turístico o el desbloqueo del nuevo barrio del Puerto de Sevilla, entre otros. La buena sintonía entre ambos ha dejado a los partidos de la izquierda en una situación de irrelevancia, lo que ha encendido las alarmas en las filas de un PSOE que se ha mostrado muy incómodo en su papel de oposición, a pesar de que ya han pasado más de dos años desde que perdieran la Alcaldía.
Los socialistas han elevado el tono en la celebración de los plenos y han pasado de un primer año en el que colaboraron con el gobierno en los proyectos «de ciudad» a ser un auténtico azote a la gestión del alcalde, con algunas intervenciones de sus concejales que han superado los límites del decoro. El PSOE ha caminado sin un rumbo claro en este curso político, instalando en el no por el no a cualquier propuesta del Ayuntamiento, e intentando ponerse de perfil en asuntos tan relevantes como el futuro estadio del Betis. Se pensaron su apoyo al proyecto hasta el último minuto, porque querían estar con el club y también con los vecinos críticos. Y esa doble vara de medir es difícil de gestionar. Sí parece haberse resuelto el futuro de su portavoz Antonio Muñoz, que ha conseguido el respaldo público de su partido para repetir como candidato al Alcaldía en 2027.
Lo de Vox, por su parte, ha sido un cambio de estrategia evidente. Viró de esa «oposición con lupa» que pronosticó al inicio del curso a ser un grupo que ofrecía «estabilidad» al gobierno de José Luis Sanz a partir de su pacto para 'Transformar Sevilla', ese que permitió desbloquear el presupuesto y resolver otros asuntos pendientes. Los de Abascal están comodísimos en esta situación de apoyo al alcalde, entre otras cosas porque presumen de los logros que han conseguido ante su electorado. Destacan especialmente que han reducido «el gasto ideológico y superfluo» en políticas como la cooperación al desarrollo. También de que han impulsado ayudas para los mercados y para los parques empresariales, pero sobre todo ponen el foco en las oficinas de Ayuda a la Mujer Embarazada o de Vivienda y Okupación, dos de sus banderas que ya se han puesto en marcha en este curso. A partir de septiembre no tienen previsto moverse de esa posición, aunque el idilio no llegará a final de mandato pensando en las municipales.
Mucho más complicado es el escenario para los dos ediles de la coalición de izquierdas que forman Podemos e Izquierda Unidas. Precisamente por eso, por ser dos concejales, su papel en el Pleno ha quedado reducido a unas intervenciones con mucho ruido y pocas nueces, ya que sus votos son irrelevantes para la tramitación de los grandes proyectos del gobierno de Sanz, con los que casi siempre están en contra. Este curso han vivido el cambio de portavocía, pasando de Susana Hornillo a Ismael Sánchez, aunque apenas se ha notado más que en el tono usado en las intervenciones. Sánchez, vinculado a IU desde hace años, maneja mejor los tiempos, pero apenas logra que sus propuestas prosperen por la falta de apoyos del resto de grupos.
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