De la misa la media
Cierre del retiro de Effetá: entraron a la carrera
Iglesia en Sevilla
La emoción se desbordó en el gesto de la paz, propiamente un recreo eucarístico en la explanada del cerro de los Sagrados Corazones de San Juan de Aznalfarache
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Misa de Effetá
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Templo: explanada del cerro de los Sagrados Corazones (San Juan de Aznalfarache)
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Fecha: 23 de febrero
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Hora: 18:00 h.
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Asistencia: desbordada, unas quinientas personas
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Preside: Juan Guzmán Ivanovich
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Ornato: buqué en jarrones, lazos con la bandera nacional en el altar
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Música: coro con guitarras
Mira por donde, ésta va a ser la primera crítica de una misa de campaña: la del cierre del retiro de Effetá en la explanada del cerro de los Sagrados Corazones donde se había dispuesto un altar portátil previendo que la masiva afluencia ... haría imposible acomodar a toda la asamblea en la parroquia. Así fue, porque a los 120 jóvenes del retiro (entre caminantes y servidores) se sumó un número que fácilmente lo triplicaba. Unos en las sillas y los demás en la escalinata, la misa se siguió con mucho recogimiento, que ya es mérito en esas circunstancias al aire libre.
Y eso que los chavales llegaron en tropel haciendo tremolar unas banderas, blancas como sus camisetas, en las que no había más logotipo que el de Effetá, la rama juvenil de los retiros de impacto de Emaús. Entraron a la carrera, vocearon 'No tengo miedo' con los brazos entrelazados mientras se bamboleaban y luego se sentaron modositos en el suelo, al pie del altar.
Cuando se improvisa una celebración fuera de recinto sagrado no se puede pedir que todo funcione de maravilla: en efecto, los micros unidireccionales están bien para el templo, pero a la intemperie, como no se acerquen mucho… En tales casos, los lectores suelen ponerse nerviosos y leen por donde esté el leccionario abierto sin reparar en la fecha litúrgica. Tal cual, la chica de la primera lectura arrancó con el 'Vanidad de vanidades' de Qohelet del oficio de lecturas de ese día, pero que no correspondía al VII domingo del tiempo ordinario del actual ciclo C. Rápidamente, el oficiante subsanó el error y recomenzó.
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Quizá sea ese un signo de esperanza de los que habla el Papa en su bula del jubileo: la cantidad de chavales que subsanan errores y recomienzan su vida de fe después de estos retiros. A ello aludió el celebrante, vicario parroquial en Olivar de Quintos, en su homilía, construida con todo el candor y la franqueza que la ocasión exigía. «Si no quieres que dentro de quince días este retiro sea un recuerdo, tienes que hacer dos cosas: aceptar a Jesús como el centro de tu vida y querer que su amor sea tu motor», explicó.
Sabía por qué lo decía, pues la crítica de la sentimentalidad siempre aflora al considerar la fuerte carga testimonial en Effetá, Emaús o Bartimeo (para adolescentes). Él mismo desvaneció las críticas: «Este finde todo es emocional y bonito, pero para no quedarse en besos y abrazos, digámosle al Señor: quiero aprender a amar a mis hermanos como tú me amas a mí».
Ya hemos dejado escrito que hubo recogimiento, en especial a la hora de la consagración, sólo perturbado el silencio por un helicóptero que pasó cerca. No tanto en la comunión, para la que el que presidía pidió «paciencia porque sois muchos y nosotros, muy pocos». Se hizo larga, pero más la poscomunión, cuando el concelebrante tardó en reservar como si no hubiera sagrario a mano en la parroquia del Monumento.

Pero donde se desbordó la emoción fue en el gesto de la paz, propiamente un recreo eucarístico. Dos filas por delante de este cronista, un chaval de los de camiseta blanca se abrazó a sus abuelos con los ojos arrasados en lágrimas como si hubiera vuelto después de décadas: a la fuerza conmovía la imagen de aquel nieto pródigo, tan llena de verdad.
También hubo lágrimas en la acción de gracias, cuando tres jóvenes pusieron voz (lástima que leyeran, que siempre le quita potencia al testimonio) a lo que habían vivido. Pablo, Regla y Blanca hablaron con el corazón en la mano, agradecidos y temblorosos, de sus miedos, sus incertidumbres y del dolor que arrastran. Y hablaban con verdadera devoción de los amigos que los habían empujado al retiro: «Todo el mundo necesita una Almudena en su vida», llegó a decir una de ellas. Y tanto, qué importantes son los amigos en el camino de la fe. Acabada la misa, se pusieron a dar botes y a gritar con la vida (nueva) saliéndoseles a borbotones.
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