Ámsterdam, un modelo de gestión turística para Sevilla

Se deben dar conversaciones entre gobiernos y empresas privadas pero con una perspectiva a largo plazo, una tarea difícil teniendo en cuenta que los gobiernos, por norma general cambian cada cuatro años, saber cómo y cuando afrontar la masificación turística. Algo que el CEO de United Waters comentaba que se está ya haciendo en ciudades como Dubrovnik en Croacia, en el que se llegó a un acuerdo sobre la ruta que los turistas tomen al desembarcar de los cruceros. Es una realidad que los cruceros son muy temidos, ya que «invaden» directamente las ciudades. De esta forma, intentan que la llegada de los turistas interfiera en menor medida con la vida de los habitantes, algo que no se podría hacer con personas que accedan a la ciudad por otras vías de transporte.

El control del turismo es algo complicado, donde la balanza nunca está equilibrada. Ámsterdam ha empezado a limitar el número de cruceros que atracan en su puerto, pero ello por otra parte ha provocado un incremento en los autobuses internacionales, que también quieren intentar frenar.

Uno de los mayores instigadores para implantar medidas frente al turismo fue una recogida de más de 40 mil firmas de habitantes de la capital de Países Bajos. Sus datos recogen 20 millones de pernoctaciones al año, una cifra imposible de afrontar y que el gobierno local está haciendo todo lo posible para curvar y asegurar que no supere esa cifra. La realidad es que ya han superado los 22 millones y han empezado a aplicar restricciones.

Está prohibida la construcción de nuevos hoteles en la ciudad de Ámsterdam, se han impuesto limitaciones a los pisos turísticos en las que los propietarios sólo pueden alquilar sus inmuebles un máximo de 30 días al año. Una medida «furtiva» pero eficaz, que les ha permitido en plano Europeo, descender de la ciudad número 21 a la 58 en cuanto afluencia de pernoctaciones en Airbnb. También están trabajando para ofrecer un turismo de calidad, que los aleje de ser un destino vinculado a la fiesta, el sexo y las drogas. Ante ello, han empezado a cerrar los bares antes y ya no se puede fumar en la calle.

En este sentido, es importante saber qué tipo de turistas queremos que vengan a la ciudad de Sevilla, para recibir como es debido a aquellos que contribuyen al crecimiento de la ciudad. Como exponía Sacha Gill, de United Waterways, tampoco se puede fomentar y atraer al turista durante años para luego no quererlos en la ciudad; algo que se está viendo en la mayoría de ciudades de España, y Sevilla en particular. Al fin y al cabo, el turismo es una industria muy cambiante en la que la realidad de una ciudad puede cambiar en cuestión de muy poco tiempo.

Lo expuesto contrastaba con los invitados de Monterrey, México, que se enfrentan a un evento que abrazan con ganas e ilusión como es la celebración del próximo mundial de fútbol en 2026. Una realidad que se aleja a la de ciudades como Ámsterdam o Sevilla y que ven como la oportunidad perfecta para promocionar su tierra. Monterrey, situado al norte del país recibe al año unos 3,5 millones de turistas, la mitad de su población; de hecho, los ponentes comentaban entre risas su deseo de «tener los problemas de turismo« que explicaba Jelmer Peter, el coordinador de turismo de la ciudad de Ámsterdam.