CONSUMO
Cuándo pedir (con razón) la hoja de reclamaciones
Si el jamón que pido no es el que pone en la carta o si el camarero me mancha la camisa... ¿qué debo hacer?
Cuándo pedir (con razón) la hoja de reclamaciones
Lo mismo ocurre si lo servido no es lo que pediste. Acabas el día de playa y te sientas en ese chiringuito tan bonito con la familia. Y se te antoja un poco de jamón. Porque un día es un día y además, estás de vacaciones. En vez de finísimas lascas del jabugo prometido aparecen tres lonchas del grosor de un edredón nórdico. A reclamar toca. El establecimiento tiene la obligación de servir lo que promete.
Tampoco con el precio se puede jugar al despiste. Debe ser claro y reflejar todos los impuestos y suplementos. No vale el socorrido «precio según mercado» que se estila en algunas cartas y que abre la puerta a sablazos de proporciones épicas. Si el coste del género cambia diariamente, habrá que adaptar la lista de precios a ese ritmo. Una pizarra, que se borra las veces que se quiera, y asunto resuelto.
El precio, bien visible
Hay veces que para acceder a un local a consumir hay que pagar antes una entrada. ¿Qué pasa en ese caso con la obligación de exponer los precios? Pues avisan desde Facua, que eso no cambia. Deben estar bien visibles fuera. Y con el IVA o cualquier impuesto añadido ya sumado.
Una de las opciones más económicas en verano -época en la que se come más fuera y por lo tanto ahorrar siempre es una buena idea- es la de los bufets libres. Locales donde por una cantidad fija, se puede comer lo que se quiera. Pero en algunas ocasiones resulta que, de todo lo anunciado, solo una parte de la carta está disponible. Si muchas de las bandejas están vacías, la asociación de consumidores cree que es un incumplimiento de contrato y, por lo tanto, justificación para una reclamación.
«Llévese este plato»
Póngase por caso que el arroz caldoso es más caldo que arroz. O que la tortilla tiene la consistencia de una alpargata. O, peor: que lleva cebolla. Si el cliente ve que la comida no está en condiciones, puede pedir que se le retire y no se le cobre. Pedir, que no exigir. Porque, explican desde Facua, si el camarero finalmente lo incluye en la cuenta, hay que pagarlo. Pero se puede reclamar con una copia de la factura el reintegro del dinero y la hoja de reclmaciones pertinente.
Otro asunto que puede dar con la reclamación del cliente es la factura. El comercio siempre tiene la obligación de dar una. No puede condicionar su entrega a un gasto mínimo. Entre los asunto más curiosos que pueden ser objeto de una reclamación están las manchas. Si un camarero mancha a un cliente y éste debe llevar una prenda de ropa a la tintorería - o tirarla si el estropicio es grave-, se puede pedir al establecimiento el coste de la limpieza o de la prenda.
Retrasos en los vuelos
Una de las causas más frecuentes de reclamaciones en verano está en el transporte. El restraso de los vuelos, explican las asociaciones de consumidores, es un aspecto que las normas recogen. Si es de más de tres horas, la compañía tiene la obligación de indemnizar al viajero con «entre 125 y 600 euros, dependiendo de la distancia del viaje y la cantidad de horas de retraso, salvo que sea causa de fuerza mayor». Lo mismo se aplica en caso de cancelación del vuelo o de overbooking.
Durante la espera -ya sea por cancelación y hasta la reubicación en otro vuelo o mientras se espera por el retraso-, las compañías tienen que dar de comer y beber a los viajeros. Y, si es necesario, alojamiento en un hotel. Por último, si como resultado del retraso se pierden días de vacaciones, se puede pedir también una indemnización.
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