Un enfermo estuvo más de 20 horas en urgencias del Macarena con un amago de infarto

Antonio tiene practicado un cateterismo y tres stents (dispositivos con forma de muelle que ayudan a corregir el estrechamiento de las arterias). Con un amago de infarto, llegó a las dos y cuarto de la madrugada del pasado lunes a urgencias «y cuando llegué yo a las siete de al mañana del lunes solo le habían hecho una analítica que daba errónea porque él se había puesto debajo de la lengua la pastilla del corazón», dice Alicia.

Tras mucho reclamar, le dijeron que le iban a hacer otra sin darle importancia a que «mi padre ni había desayunado ni se había tomado su medicación y que estaba en una silla con frío y asustado», dice su hija.

Las horas se sucedían y la situación poco o nada cambiaba. Pasadas las tres de la tarde cuenta Alicia que «llegaron y nos dijeron que no había camas ni sillones para poner a mi padre más cómodo y horas después, ya, por fin lo sentaron en uno mejor».

Mientras tanto, la familia, además del panorama desolador que veía a su alrededor,notaba que pasaba el tiempo y que solo le habían hecho una analítica al enfermo.

Así las cosas «a las siete de la tarde —sigue Alicia— le dicen a mi madre que, como no había camas en el Macarena, iban a trasladar a mi padre al Virgen del Rocío». Entonces la familia se prepara para el traslado y se va a la puerta pensando en una solución. Pero su gozo en un pozo. Desde las siete y media hasta las once de la noche estuvo Antonio en la calle esperando a la ambulancia.

Suben al vehículo y empieza el camino hacia otro calvario. Cuando llega alVirgen del Rocío allí no tenían constancia alguna de su traslado.

«Mi madre, la pobre, estaba ya rendida, preguntando en el mostrador y allí nadie sabía nada del traslado ni de dónde y cómo venía mi padre», sigue Alicia, quien añade que tras varias averiguaciones ya el Virgen del Roció se hizo cargo del paciente que ayer a las cuatro de la tarde aún continuaba en este centro sin cama y sin diagnóstico y a la espera de que un cardiólogo dictaminara qué le sucedió a Antonio.

«Yo no sé cómo la consejera puede decir que los andaluces estamos satisfechos con la atención sanitaria, esto es denigrante», se quejaba ayer la mujer, que no pasa por alto el sofocón que sufrió su padre a lo largo de tantas horas, «asustado y sin comer».