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COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

El robobo de la jojoya

Hace años que los museos se han convertido en centros comerciales de emociones rápidas

Yolanda Vallejo

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Es fácil caer en la tentación de ver el robo de las joyas del Louvre como una metáfora de los tiempos en los que vivimos. Fácil, porque por la ficción ya ha superado a la realidad en todos los ámbitos de la vida y porque ... sabemos que, en un par de semanas, se habrán esfumado la indignación, el escándalo y el «relato» del patrimonio y la memoria, que el pasado domingo nos hacía rasgarnos las vestiduras por el descubrimiento de que ni el museo más emblemáticos del mundo está a salvo de la mediocridad y la negligencia; de hecho, la dirección se habría conformado con la publicación del escueto comunicado en el que se avisaba de que el museo «permanecerá cerrado durante el resto del domingo por razones excepcionales», y el asunto no habría trascendido de no ser porque todo el mundo lleva en el bolsillo un teléfono móvil, una cámara y una Catherine Banning –recuerde, la de Thomas Crown-, dispuesta a analizar todas las pruebas.

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