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COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

Algeciras es parte de la solución

La marginalidad no es solo una cuestión de palabra, ni de obra, sino de omisión

Yolanda Vallejo

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Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa, que cantaba Serrat, es por lo que Algeciras forma parte de un imaginario colectivo que nos lleva hasta Estambul, y que nos recuerda que el Mare Nostrum ya no es tan nuestro como parecía, que no ... es el mismo Mediterráneo que nos unía y que los catorce kilómetros que nos separan de África lo han convertido en un mar ancho y ajeno. En las últimas horas, Algeciras, la que bien podría ser la novena provincia de Andalucía, la comunidad más grande del campo de Gibraltar, la eternamente olvidada por los gobiernos de Chaves, Griñán y Susana Díaz, la que espera, como la niña de la estación, a que se haga realidad la prometida mejora del tramo ferroviario que la una con Bobadilla, la que ya ni piensa en el pactado desdoble de la N-340 entre Algeciras y Vejer, la que lleva siglos llevando por bandera la convivencia entre distintas comunidades, se ha vestido de luto por el cruel asesinato de Diego Valencia, el sacristán de la parroquia de la Palma, a manos de un fanático –lo de terrorista que lo digan la investigación o la evidencia– religioso, en nombre de un dios que no es el mismo que el de los más de cuatro mil musulmanes que conviven en la localidad gaditana, –solo una parte de las 127 nacionalidades diferentes que hay registradas en la ciudad– de manera natural y pacífica sin que haya ningún tipo de conflicto por motivos religiosos.

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