SOS pensiones

Con respecto a la propuesta de Pedro Sánchez mi posición es muy clara. Si la banca fue rescatada con el dinero de los contribuyentes se trata de un «préstamo». Por lo tanto, que los bancos devuelvan esos 77 mil millones a la caja de la Seguridad Social. ¿Acaso la banca nos perdona nuestras deudas? Desconfío de cualquier impuesto especial a los bancos porque ellos siempre se las arreglan para recuperar lo que tributan triturando a sus clientes. En una economía libre los clientes no son rehenes de los bancos y aquí lo somos porque nuestra economía no es libre. Dejémonos de monsergas.

Las pensiones españolas se basan en una suerte de «solidaridad intergeneracional» gestionada por el Estado, donde los jóvenes trabajan para pagar unas pensiones tan o más elevadas que sus propios salarios. ¿Es el jubilado el gestor de su pensión? No, porque el Estado es quien decide cuándo, cómo y cuánto se entrega una pensión. Para colmo de males la Hacienda española penaliza el ahorro de los planes privados con mordiscos fiscales que en realidad son expropiaciones brutales, tan arbitrarios como los impuestos de sucesiones de cada comunidad autónoma.

Por otro lado, los sistemas de pensiones y bienestar social que siempre hemos admirado en otros países europeos fueron diseñados tras la II Guerra Mundial y para reconstruir a una Europa en ruinas. Ninguna de esas condiciones existe ahora y por eso no es ni cruel ni egoísta proponer que la responsabilidad sobre el futuro de las pensiones sea compartida entre los Estados, las empresas y los trabajadores, como ocurre en Suiza.

Alabo el gesto de abrir el debate sobre las pensiones, pero sin cambiar la naturaleza de nuestro sistema de pensiones sólo tendremos pan para hoy y hambre para mañana. Si nuestro sistema se basa en la solidaridad intergeneracional y ya no existen generaciones nuevas, ¿por qué insistir en lo que no puede funcionar? Asimismo, el rol del Estado como gestor de las pensiones le hurta al contribuyente cualquier capacidad de decisión. Un pensionista debería poder recibir un adelanto de capital con cargo a sus años cotizados, pero eso aquí suena a chino porque el Estado es el único dueño del dinero cotizado y lo último que desea es tener que devolvérselo a los trabajadores cuando se jubilen. Aquí las hipotecas se heredan, pero las cotizaciones de la vida laboral jamás.

Todos los políticos que nos han defraudado ya tienen aseguradas unas pensiones fastuosas. ¿Por qué las pensiones que reciben son inversamente proporcionales a su vida laboral?