Desnazificar España

Eran otros tiempos. Con sus peleas a garrotazos propias, somos cómo somos, tampoco dibujemos una España idílica de entendimiento; pero sin descubrir las trincheras de ahora. Tiempos previos a la cultura de la cancelación, donde todo aquel que no piense como nosotros o emita un juicio de valor que contravenga nuestro (cortito) esquema mental debe ser acallado.

Si hay que castigar al que opina distinto, qué no hacer con el que se atreve a gritarlo a los cuatro vientos. Con quien osa protestar contra la magnificente gestión del amado líder, con teorías tan peregrinas como que no toma decisiones cuando debe. Incluso, que estamos ante el peor presidente que hayan visto nuestros ojos, que creíamos ya acostumbrados a todo.

Es lo que ha ocurrido con la salida en tropel de todo el Gobierno y sus terminales mediáticas contra los transportistas que han roto la cadena de suministros, dejándonos sin leche y sin frutas. En lugar de pararse a pensar que quizás minusvaloraron el efecto del paro anunciado (lo cual dice muy poco de estas cabezas pensantes), la única estrategia ha sido asegurar, sin un solo dato, que los camioneros protestones están vinculados a movimientos «de extrema derecha». El viernes escuché a una afamada periodista de la cadena amiga argumentarlo con un contundente «parece que existe esa vinculación». Periodismo.

Los transportistas, a los que se les ha ido la mano con la violencia y la coacción en sus protestas, han sido los primeros. Pero mañana paran los barcos de pesca; ya lo han hecho muchas industrias ante una inflación que les hace más rentable dejar de producir. Atentos a este canal, porque pueden llover bombas. A partir de ahora la misión de este gran timonel será desnazificar España. Y puede que le toque a usted.