El incomprendido aceite de oliva

A principios del mes de febrero se conoció que la Junta de Andalucía había archivado un expediente sancionador contra la denominación de origen de un aceite cordobés (Aceites de Baena) por una propaganda que divulgaba las propiedades saludables del aceite de oliva virgen extra (AOV). Por otro lado, no hace mucho se promocionó el semáforo nutricional Nutriscore, que ofrece una clasificación de colores con cinco apartados, a saber, A con fondo verde oscuro, B verde claro, C amarillo, D naranja y E rojo. Las bondades van disminuyendo desde los colores verdes hasta el rojo. El aceite de oliva lo incluyen en el grupo C junto a otros como el de colza o el de nuez. El color amarillo sin duda alguna significa ‘alerta’ y es posible que muchos consumidores interpreten que se debe limitar su consumo.

Estamos ante un grave error; el aceite de oliva es la principal fuente de grasa monoinsaturada, pero esta grasa también se encuentra en otros como el de colza, por ejemplo, pero el aceite de oliva virgen extra (AOV) no es sólo una fuente de ácido oléico que contribuye a descender el colesterol, sino un zumo de aceitunas obtenido por procedimientos mecánicos que tiene otros compuestos de gran importancia como la presencia de polifenoles, coenzima Q, carotenoides, vitaminas (A,D,K y E) y escualeno; estos componentes han demostrado en muchísimas publicaciones nacionales e internacionales, que sirven para prevenir enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial, la enfermedad cardiovascular, la obesidad, varios tipos de cáncer y el deterioro cognitivo.

Las investigaciones en los últimos años, como afirma el investigador cordobés y amigo el profesor Francisco Pérez Jiménez, revelan una propiedad interesante del AOV y es su acción antiinflamatoria a través de una protección oxidante. Esta evidencia científica demuestra que el AOV y los aceites de oliva son productos diferentes tanto nutricionalmente como por sus efectos biológicos. El AOV además tiene influencia en efectos clínicos, y así se ha demostrado que disminuye la presión arterial, la coagulabilidad de la sangre, la glucosa en los diabéticos y el colesterol LDL, aumentando el beneficioso, el HDL.

El estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea) fue realizado íntegramente en España y presentado en nuestra ciudad en la Real Academia de Medicina por el Dr. Ros, uno de los investigadores principales, y analizó a 7.447 hombres y mujeres a los que sometió a tres dietas, una dieta mediterránea suplementada con aceite virgen extra de oliva, una dieta mediterránea suplementada con frutos secos y una dieta control de las aconsejadas para perder peso. Al cabo de cinco años se demostró que el grupo de AOV fue el más beneficiado, con una reducción del 30% de sufrir angina de pecho, infarto de miocardio, parada cardiaca o trombosis cerebral, es decir protección al corazón y al cerebro. Predimed a día de hoy sigue mostrando publicaciones que avalan estos efectos beneficiosos.

No se entiende, por tanto este acoso a nuestro AOV. Son muchos los países que están adaptando a su modo de vida la dieta mediterránea y aunque a lo largo de los años —se ha dado y se debe seguir dando— batalla contra el consumo de sal y azucares, el hecho de que una mala dieta sea más nociva que el consumo de tabaco, nos debe hacer pensar la importancia de esta dieta nacida en el paleolítico. Del AOV se ha dicho que es un producto que, si no existiera, habría que inventarlo.