PÁSALO
Lo bordaron
Era la primera vez que en la Sevilla de la Covid se celebraba un evento de mil cien personas
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Iniciar sesiónSer los primeros en algo siempre faculta la ración correspondiente de prestigio, fama o descrédito, si la primera plaza es poco virtuosa. Quiero decir que no es lo mismo ser primeros en un premio fin de carrera que serlo de la ciudad con más barrios ... con los índices de pobrezas más altos de España. Aclaro esta cuestión por lo que ahora les expongo. Hace unas semanas se celebró, por vez primera en Sevilla, la entrega de Premios del Ejército de Tierra que, habitualmente, han tenido su sede en el foro, en la capital de España. Por vez primera salían de Madrid para llegar hasta Andalucía y ser su capital quien los acogiera. Este aspecto, el de ser los primeros, lo celebramos los medios de comunicación con cierto y justificado orgullo local. Pero se nos guindó, sin voluntariedad, una parte importantísima de tan cuidada gala. Era la primera vez, también, que en la Sevilla de la Covid se celebraba un acto de mil cien personas con absoluta garantía de seguridad sanitaria. Ese riesgo lo midieron y calcularon las cabezas cuadradas de nuestros mandos, como un ingeniero de la Nasa un paseo por Marte del Perseverance.
Previamente, esta ciudad, se había quedado sin toros por cuestiones de aforo y de garantías sanitarias, según le explicaron los científicos a la Real Maestranza de Caballería. Ahora estamos asistiendo, en la Cartuja, a partidos de fútbol que colorean los graderíos de algo tan fundamental para ese deporte como el balón: los espectadores. Uno sin los otros no son nada. O, mejor dicho, alcanza la categoría de trampantojo, pero no es lo que se espera de un espectáculo donde el roce en el campo y en las gradas lo elevan a categoría de sublime. Pero entre ambos puntos de referencia, los toros que no se lidiaron en abril y los partidos de la selección que se han jugado en junio en la Cartuja, solo se ha producido un evento con asistencia importante de público en la ocasión que les refiero, en la entrega de premios del Ejército de Tierra. Cosa de agradecer al anfitrión del evento: el Teniente General José Rodríguez.
Pero de alguna forma, los medios no insistimos en este aspecto. Se nos fue del aire sin prestarle mayor atención. Y la verdad es que lo requería. Creo que eso justifica este artículo. Que quiere valorar la concienzuda tarea de nuestra Fuerza Terrestre organizando la seguridad en un acto milimétrico, distribuyendo espacios y asientos con la distancia obligatoria, asignando por invitación los lugares nominalmente y con la trazabilidad clara de los asistentes, por si se diera el mal caso de un contagio azaroso tener el rastro claro para bloquearlo. Afortunadamente todo salió limpio. Lazo de seda a un trabajo exhaustivo, concienzudo, milimétrico y envidiablemente profesional. Esa escaleta que rigió la organización del acto le echa el pie a la que manejan en Hollywood para la entrega de sus doradas estatuillas. Creo que era necesario resaltar este aspecto. Porque el estreno no pudo ser más elogiable, tanto por ser los primeros como por ganárnoslo en la organización de la gala, donde los hombres de nuestros cuarteles lo bordaron.
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