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España pide urnas a gritos

Sánchez se entretiene y nos distrae con los huesos del general Franco, a ver si así le achica el espacio electoral a Iglesias

Sánchez, durante su visita a Doñana Fernando Calvo(AFP)
Isabel San Sebastián

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No se puede gobernar el país con un cuarto de los diputados del Congreso y el apoyo condicionado de partidos cuya única razón de ser es destruir lo que uno gobierna. No solo es una pretensión vana, cargada de arrogancia irresponsable, sino que constituye una ... deslealtad flagrante a todo aquello que uno juró servir al tomar posesión del cargo. Pedro Sánchez ha tenido tiempo suficiente para comprobar hasta qué punto es rehén de fuerzas incontrolables empeñadas en llevar a España a un punto de no retorno. Ha constatado la voluntad inequívoca de confrontación proclamada por el separatismo catalán desde lo más alto de las instituciones autonómicas, con ese «vamos a atacar a este Estado español injusto» tronado por Torra en tono amenazador aprovechando cual carroñero el aniversario de un atentado islamista. Conoce el precio que han fijado los populistas para respaldar el techo de gasto y es consciente de que pagarlo supondría sentar las bases de una nueva recesión, que asoma ya su rostro oscuro en forma de previsión de crecimiento inferior al tres por ciento vigente desde 2015. También se ha asegurado una jugosa pensión vitalicia y un estatus de ex presidente que elevará hasta las seis cifras su caché de conferenciante. ¿A qué espera el ambicioso líder socialista para convocar elecciones? A recuperar los votos que se fueron a Podemos. Y mientras llegan o no llegan, se entretiene y nos distrae con los huesos del general Franco, a ver si así consigue achicar el espacio electoral a Iglesias.

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