Andalucía, una herencia de escándalo
Cada paso que se da en el diagnóstico del estado financiero de la Junta de Andalucía es un peldaño que se asciende en la escalera del escándalo y la perplejidad. Los últimos datos desvelados ayer por el consejero de Presidencia, Elías Bendodo, disparan la alarma ... por la lamentable situación económica de la administración andaluza, fruto de la parálisis de gestión en la que se ha visto sumida la comunidad en los últimos años. Mientras los últimos gobiernos socialistas se concentraban en disputar a Pedro Sánchez el control del PSOE o de desactivar la instrucción del caso ERE, el Ejecutivo desatendía operaciones financieras fundamentales para el funcionamiento de la autonomía. El resultado es que la Junta pierde hoy 500.000 euros al día por no recuperar subvenciones y ayudas no empleadas correctamente, es decir, por su propia dejadez. A esta sangría económica hay que sumarle los continuos embargos y el hecho de que se dejase sin gastar el pasado año 2.444 millones de euros, un fracaso achacable también por la pereza administrativa.
La mala gestión no solo afecta a los aspectos financieros. Ayer mismo trascendió un nuevo fraude que afecta a las listas de Dependencia, en las que se ocultaron 34.500 personas y se dejaron de atender 8.200 casos graves. Una reproducción a pequeña escala de la situación de las listas de espera del SAS, ya denunciada semanas atrás. En definitiva, cada dato que se conoce de la situación real de la Junta de Andalucía corrobora la gravedad de la misma y denota la dificultad para enderezar el rumbo. La situación se agravará probablemente a partir del 25 de marzo, cuando se conozcan las auditorías de las agencias públicas. Al nuevo Gobierno andaluz le queda un largo camino para reparar tanto dispendio.
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