TAL VEZ FELICES
Efímera Navidad
Nace en diciembre lo que morirá en primavera: regalos, promesas y un niño salvador
Nace lo que pronto muere en estas fechas: la niñez, el misterio del regalo, la bandeja de dulces que en el centro de la mesa va perdiendo dimensión. Reluce lo efímero por encima de todas las cosas. Y suenan, de fondo, unos villancicos que me ... producen esa extraordinaria nostalgia de lo no vivido. En mi casa, por suerte, conociendo los dotes artísticos del personal, nunca se cantaron. Pero van germinando en torno a ellos relatos del carácter de la gente que los originó. Sucede lo mismo con la poesía, terreno en el que algunos tratan de remontar las estaciones para crucificar a destiempo a quien ahora estrena el mundo que luego ha de salvar.
Hay poetas andaluces que colocan el dedo en la llaga de ese pueblo que al llegar la primavera anda pidiendo escaleras para subir a la cruz, reclamando así al Señor que anduvo en la mar. Es decir, no exclusivamente al del madero, alejando la religiosidad de lo exacerbado. Otros, sin embargo, se anticipan a la muerte con sus coplas. Tal fue el caso del jerezano Antonio Gallardo, autor del popular villancico 'Su carita divina', que dice así: «Y yo estoy viendo en la frente de mi Dios, una corona de espinas. Qué dolor, qué dolor».
Nace en diciembre lo que morirá en primavera. El pueblo así lo invoca, entre copas que se vacían de contenido, botellas descorchadas y juguetes que la madurez, con toda su impertinencia, hará viejos. Arrancan, ya en enero, las promesas que se diluyen más tarde, muriendo también. Algunas, justo después de perfilarse. Todo se comparte y brilla, hasta los recuerdos fragmentados que se le aparecen al abuelo, que cuenta la anécdota que se le desdibujará otra vez de su mente para volverla a rememorar sin previo aviso el próximo año. Otra vez. Siempre de nuevo. Los minutos se apuran, porque la despedida del encuentro llegará como todas las cosas que concluyen lo bueno: demasiado pronto. Hay un continuo resurgir de los asuntos. También de anunciar lo fugaz. La Navidad es el estreno de la vida inmediata, reunión de querencias y anhelos en la que se esclarecen las emociones tempranas de los niños. El resto del año, su consecuencia.
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