pásalo
El pico y Piqué
Entre el pico y Piqué anda el juego de un Rubiales retratado por impresentable
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Iniciar sesiónA pesar de que llueven chocos fritos desde hace dos meses, al aún presidente Rubiales, se le debió congelar la mano cuando el pasado martes, el presidente en funciones Pedro Sánchez, le daba la bienvenida a la selección femenina de fútbol. Creo que, en esos ... pocos segundos de un encuentro tan brutalmente glacial, Rubiales debió sentir lo mismo que Fedro, el hermano de Michael Corleone, cuando lo mandó a pescar al lago Tahoe para que un sicario le diera un tiro en la nuca por deslealtad. Los planos reiterativos que la televisión nos ha dado del momento son tan breves como contundentes, con un Rubiales que viene a entregarle un título del mundo y a Sánchez solo le falta decirle lo que Al Pacino a Fedro en la casa del lago: «eres un extraño, ya no eres ni mi hermano ni mi amigo». A Sánchez no le hizo falta abrir la boca. Solo le tendió educadamente la mano y mineralizó a un abatido presidente de la Federación Española de Fútbol que se supo hombre muerto. Fedro, antes de que le dieran un tiro en la nuca en la barca del lago Tahoe, rezó un Ave María porque decía que le daba suerte en la pesca. Desconozco si Rubiales sabe rezar. Pedir, sí. Pesca lo que puede a su manera. Y repartir, también. Pero nada de eso lo libró de su día más nefasto y, a la vez, más grande…
A Olga Carmona se le murió el padre días antes de celebrar su fecha más agridulce. El día más soñado e indeseable. El día que, a cambio de tocar la gloria, le comunicaron que su mentor llevaba camino de las estrellas varios días, buscando esa donde vive la eternidad. Al presidente de la española también se le murió su baraka en el palco donde desplegó una exhibición de macarrismo que hubiera desentonado en un concierto de Bad Bunny. Cantó por Jackson echándose mano a la bragueta. Saltó como una cabra montesa de una barra brava austral. Y chilló como un cerdo en el día de la matanza al lado de la Reina y de la infanta. Urbi et orbi. Un día muy grande para España pasó por la ventanilla de pago para cobrarse el precio que exige el destino más inesperado. El de Olga es irreparable. El del presidente, también. Porque, sin tener que llegar al pódium donde besó de forma reprobable, reprochable y recochina a Jenni, una de las jugadoras de la selección, antes ya había cavado su tumba como el presidente de fútbol más impresentable que un país pueda costear.
Previo al pico, Rubiales cogió la pala para sepultar su suerte de sátrapa futbolístico, capaz de montar fiestas cariñosas o de concertar con futbolistas empresarios en activo, la final de la supercopa de España en tierra donde a los Testarossa le dan de beber petróleo con menta. Entre el pico y Piqué anda el juego. El dinero no parece que fuera un medio, sino un fin en su doctrina presidencial, donde sus manejos ha elevado a los altares al señor Villar, tan venial a su lado. La política, hipersensible a temas como este, lo acusó de agresión sexual. Curioso, cuando menos, que señalen al incalificable Rubiales y se callaran con una ley que ha colocado en la calle a verdaderos agresores y violadores sexuales. La mano de Rubiales sigue congelada y no es descartable que, metafóricamente, un día lo lleven a pescar como a Fedro…
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