pásalo
Pantanos felices
La fiesta del agua tiene una cara oculta muy dañina: el olvido
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Iniciar sesiónLa otra cara del agua bendita que acaba de salvar a nuestro PIB de la pérdida de dos puntos, que hubiese significado una patada en las zonas más sensibles de nuestra economía, es el olvido. Ha llovido tanto que hemos llegado a rezar para que ... la palomita del arca de Noé se posara en nuestro alféizar con una ramita de olivo en el pico. Ha llovido como en lo antiguo. Con nubes como panzas de burra y vientos sabañoneros que marcaban nuestras orejas camino del colegio. De aquel tiempo regresó Nelson para acabar con los apocalípticos del cambio climático y dejar claro lo que siempre lo estuvo antes de la llegada de los profetas trompeteros del fin del mundo: que el clima mediterráneo es cíclico y se caracteriza por años monzónicos y otros de secano. Los pantanos son felices. Pero la celebración de la fiesta del agua, les decía al principio, tiene una cara oculta la mar de dañina, el olvido.
No es improbable, según los brujos de la meteorología de vanguardia, que el dios de la lluvia vuelva a llorar sobre nuestras tierras y pantanos. Lo que no solo sería celebrable. Sino el certificado oficial de que el ciclo seco concluyó y de los balcones del cielo seguirán cayendo chuzos de punta. Agua para los calvos, exclamará el castizo bajo una de esas borrascas que hoy rebautizan como Danas. Pero el olvido seguirá siendo la amenaza para que, borrachos de alegría y de agua, se den por solucionados los problemas de la sequía. La seca volverá tras el ciclo natural de la abundancia. Y para entonces deben de estar acometidas y terminadas las obras hídricas que siempre se han dejado para mañana, sin que ese mañana llegara nunca y nos pillara el lobo del ciclo árido haciendo rogativas a Manitú o pidiéndoselo al Papa en visita oficial.
Desaladoras, mejoras de abastecimiento, depuradoras, sondeos y no culpabilizar tanto al vecino de la manguera y sí a los responsables de tener la red actual sin fugas, son inolvidables tareas para que los ciclos de secano no vuelvan a obligar a un alto cargo a decirnos que, si no llueve treinta días seguidos, seremos más pobres y beduinos. O con palabras de Moreno Bonilla: en verano habrá cinco millones de andaluces con restricciones severas en el suministro de agua. Y digan lo que digan las grullas de la ideología del papanatismo verde, hacen falta pantanos. Nuevos pantanos que, en absoluto, atacan el orden natural de las cosas. ¿O lo natural es que existan poblaciones andaluzas, más de dos milenios después de Cristo, abastecidas de agua en camiones cisterna desde hace un año, careciendo del derecho a beber del grifo como un madrileño o un gallego? Hablamos de cosas tan corrientes que solo la ineptitud rococó de la política convierte en excepcional. Ojalá el agua bendita de estos días sirva para refrescar la memoria y no olvidar lo inolvidable…
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