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ni santa ni justa

El espíritu de una ciudad

Qué alegría tan grande y qué alivio tan enorme nacen de haber participado de un periódico vivo, leído, que llega, que actúa

Charo Lagares

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UNA casa son personas y rutinas. En la mía, de niña, cada mañana antes de ir al colegio había unas tostaditas que mi madre enterraba en mermelada de fresa de La Vieja Fábrica y más allá, en la encimera, un ejemplar de ABC. El periódico ... ya se había leído y yo ojeaba la portada. Cuando me hice adolescente aprendí con él a mover sus páginas como los mayores, con pausa en la esquinita dentada cuando los ojos llegaban al último párrafo del artículo, o firme y veloz, como el volante de la falda de un traje de gitana, en busca de una firma o de toda una sección. Me dejé tentar por otros diarios, pero las páginas me hacían paracaidismo desde las manos. En ellas no encontraba a Sevilla. Nadie allí me explicaba lo que yo veía.

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