Vivimos como suizos
Abuela moderna
No sé por qué en 'Turandot' enamorarse va a ser un final más feliz que suicidarse
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Las modernas eran nuestras abuelas. Nosotras sólo tenemos más aparatos. Nuria Espert decidió que la 'Turandot' con la que reinauguró el Liceo tras el incendio se suicidara. Fue muy hija de fruta. Turandot, no Espert. Tenía ahí al pobre Calaf adivinándole los acertijos, jugándose la ... vida, y en lugar de casarse con él va y se suicida. Incumpliendo su palabra. 'Turandot' es una ópera de tintes hembristas, por no llamar feminista a eso de vengarse de los hombres. Es como 'Doña Bárbara', solo que en lugar de vengar su propia violación venga la de una vieja princesa de la que abusó un príncipe extranjero. Venganza vicaria dirían ahora los charlatanes.
Turandot se dedica a condenar a muerte a sus pretendientes porque nunca aciertan los enigmas que les propone. Pero los tíos, ellos sabrán, insisten. Por ejemplo, Calaf, que se enamora de ella y está dispuesto a arriesgarlo todo. Cumple, pero ella no cede. Y él le dice que si descubre su nombre antes de amanecer él acepta morir. Turandot lo que acepta al final es casarse con Calaf y cuenta a todos que ya conoce su nombre: Amor (también sabía que era Calaf). Y entonces todos cantan, la malvada princesa redimida por el amor y el coro en un majestuoso final feliz. Que yo no sé si enamorarse es un final feliz. Nuria Espert decidió en la producción estrenada en 1999 (el incendio había sido en 1994) que Turandot se suicidara y dejara a Calaf con un palmo de narices. No le pasó a Miguel Fleta en el estreno de la ópera en 1926 porque Puccini había dejado inacabada la ópera y Arturo Toscanini detuvo la orquesta dos compases después de 'Liú, poesía' y dijo: «Aquí terminó el maestro» (las siguientes representaciones incluyeron el final de Alfano). En la nueva representación de 'Turandot', Bárbara Lluch, nieta de Espert, y encargada de la reposición, prescinde del suicidio. No prescinde de la escenografía de Ezio Frigerio y el vestuario de Franca Squarciapino.
Siempre he fantaseado con el suicidio de las mujeres en situaciones o en países con cafres delincuentes. En países donde la vida es invivible en general y mucho más si eres una mujer. En Afganistán, desde luego. Ahí os quedáis, salvajes. Pero es que preferiría estar muerta en Gaza que viva. No ahora, hace tres meses. Como presidenta del Gobierno diría cosas más inconvenientes que las de Sánchez. Y eso en la vida real. En una ópera con chinos milenarios no tengo que decir lo bien que me parecen los suicidios.
Nuria Espert abrazó a su nieta. Faltaría más. Como abrazó el cambio a su cambio. No sé si lo discutirían, pero me interesa poco. Me gusta más imaginarme a la Espert hablando con Terenci Moix mientras veían 'Betty, la fea' en la tele. Discutían por teléfono si la protagonista se tenía que quitar los 'brackets' cuando se veía con Armando. Terenci decía que se los tenía que quitar. La Espert que no.