arma y padrino

María Pombo tiene razón

El gusto por la lectura no puede ser una obligación ni una imposición, como no puede serlo que te gusten los pelirrojos

De cañas por la paz mundial

Ni conciencia ni honor

Yo no sabía quién era María Pombo hasta ayer, porque de 'influencers' y 'yotubers' voy justita, pero veo que ha liado una polémica de esas que hacen que los postureros con lecturitas pidan las sales. Y vaya si las han pedido. Han visto algunos en ... sus palabras una especie de oda a la incultura, de elogio a la ignorancia, de apología de la desilustración. Supongo que se han lanzado al denuesto y el improperio antes de escuchar lo que ha dicho la moza (bien de oídas o antes de entenderlo). Y supongo que es más fácil atizarle a alguien, dialécticamente, si su especialidad es maquillarse bien en los semáforos en rojo o combinar bien tonos de colores que a alguien capaz de sofisticar una reflexión, atinar en la sintaxis o citar a Platón señalando que los libros son, en realidad, un impedimento para el verdadero aprendizaje. Dejémoslos: son los mismos que se sientan con bien de libros a la vista a sus espaldas para las videoconferencias y que mandan a leer a las primeras de cambio a quien discrepa.

Me interesa mucho más lo que dijo la Pombo porque creo que tiene toda la razón. «No sois mejores porque os guste leer», dijo, y también que «hay gente a la que no le gusta leer». La segunda frase es indiscutible: hay gente a la que no le gusta leer. Como hay gente a la que no le gusta hacer deporte, el brócoli, el vino blanco o las comidas familiares. Según el último barómetro sobre hábitos de lectura, un 34,5 por ciento de los españoles reconoce que no lee nunca o casi nunca. Es decir, que no parece descabellado afirmar que a un buen número de españoles, más de un tercio de hecho, no les gusta leer. Así que María Pombo ha dicho una verdad como un castillo. La primera frase no es menos cierta porque, de no serlo, ese 34,5 por ciento de la población serían, sin espacio para la duda, peores personas que el resto de españoles. Peores que todos los que leen mucho y que los que leen solo de vez en cuando. Y también que aquellos que no leen pero mienten en las encuestas porque les da vergüenza admitir que abrir un libro les da fatiga.

Afirmar, como ha hecho la 'influencer', que nadie es mejor porque le guste leer no implica, necesariamente, que sea peor. Porque el gusto por la lectura no hace a nadie mejor persona, pero tampoco peor persona. Lo puede hacer, en todo caso y dependiendo de las lecturas elegidas, más interesante o más culto, más informado o más curioso. Pero no mejor. El gusto por la lectura no puede ser una obligación ni una imposición, como no puede serlo que te gusten los pelirrojos. La lectura, en todo caso, la que se ejerce por placer (pasear entre libros, acariciar lomos, mirar portadas, elegir uno de entre todos sabiendo que toda elección implica una renuncia, olerlo, abrirlo, ojearlo y hojearlo) es nada más (y nada menos) que, en todo caso y como decía Julio Cortázar de la fotografía, de entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores.

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